TRANSEÚNTE DE LA RIMA
Meditando, me la paso
en el sueño delirante
de intrépido caminante
que cruza su propio ocaso.
Letra a letra, trazo a trazo
voy subiendo hasta la cima,
venciendo a tanta calima
que me impide ver el sol,
intentando honrar mi rol:
“Transeúnte de la rima”.
Quiero verlo y él me mira,
mira y rima es anagrama,
rimo y miro el crucigrama
con cada día que expira.
La cuarentena se estira,
no hay certeza que barrunte
lo que escriba en cada apunte
de mi fláccida poesía,
cada noche y cada día
con ella soy transeúnte.
Cada letra que coloco
va cosiendo en un pespunte,
mi paso de transeúnte
por este camino loco.
Cada palabra que emboco
con mi rifle cazador
es un trofeo de honor
que me acerca hasta lo lógico,
atrapando en el zoológico
octosílabos de amor.
Cuando la absurda tijera
corte el hilo de mi vida,
y la rueca detenida
no dé más vuelta y se muera...
Quedará mi tela entera
a merced del que pregunte,
“quién fue el del loco pespunte”
que tejía su universo
cosiendo con cada verso
el paso de un transeúnte...
De un transeúnte de rimas,
un quijote de campaña
que trae décimas de España
en el filo de su esgrima.
Un loco que no escatima
firmar con tinta indeleble,
hasta el piso de su inmueble,
sus paredes, cielo raso,
aunque al final de su ocaso
su casa se le despueble.
Mientras tanto, el caminante
Mientras tanto, el caminante
va tejiendo su legajo,
cimentado en el trabajo
de cada letra firmante.
Cada latido adelante
es un paso que aproxima
a subir a la tarima
con un pie en cada peldaño,
mientras se siente cada año
transeúnte de la rima.
© Rubén Sada. 5/04/2020.