NATURA
(Décimas de Rubén Sada, Reinaldo Figueroa y Rafael Sarmiento Enríquez,
basadas en un hermoso cuadro de Viviana Zeberio)
PARTE I
—(Rubén Sada)—
Arcoíris invernal
de hermosura centellea,
Natura tiene presea
al fin del ciclo otoñal.
Hacia el pintor celestial
toda la vida señala,
y el matiz va haciendo gala
de un pincel en diestra mano,
¡qué lindo es que el ser humano
cuide lo que Dios regala!
—(Reinaldo Figueroa)—
Voy a ver si tomo altura
y con mi verso no estrujo
ese precioso dibujo
que hizo su literatura.
A pincel de rima pura
su verso usted dibujó,
cada idea que rimó
logra que sea el lenguaje
más hermoso que el paisaje
que la Natura creó.
—(Rafael Sarmiento)—
No sé de qué forma pienso
mezclar toda mi acuarela
para que sea mi espinela
digna de tan bello lienzo.
Cada color tan intenso
como el cuadro lo precisa,
acá textura, allá lisa,
la tela emoción ofrece,
tanta que a veces parece
que escapa afuera la brisa.
—(Rubén Sada)—
Los colores de natura
se imprimen en la retina,
y hay lugares de Argentina
de semejante estatura.
Y Viviana tuvo altura,
una altura colosal,
pintando un paisaje austral
con su técnica muy propia,
quedó más buena la copia
que el precioso original.
—(Reinaldo Figueroa)—
Sada empezó de pintor
sobre el lienzo de la idea,
y ha alterado la marea
de un mar improvisador.
Veré si tengo color
de néctar para hacer miel,
veré si alcanzo el nivel
de esta obra realizada,
hecha por “da Vinci” Sada
y el “Picasso” Rafael.
—(Rafael Sarmiento)—
Da Vinci, Picaso y el
Bosco, completan la triada
de una paleta colmada
de colores y un pincel.
Que triplica su nivel
cuando en tres manos se junta,
y sobre la tela unta
colores para la fiesta
de encontrar cada respuesta
antes de hacer la pregunta.
—(Rubén Sada)—
Antes de hacer la pregunta
a la artista que pintó,
en un bastidor ya vio
el alba que aquí despunta…
Con un río que pespunta
cosiendo trozos de suelo,
terrenos en los que el cielo
con la tierra forma enrosque,
¡no habría pintado el bosque
ni el Bosco en preciado anhelo!
—(Reinaldo Figueroa)—
Vamos a pintar, poeta,
en lienzo de abracadabra,
vamos a usar la palabra
como pincel y paleta.
Una pintura completa
con ustedes quiero hacer,
hoy yo le quiero poner
color al palmar y al trillo
para que tenga más brillo
que el sol al amanecer.
—(Rafael Sarmiento)—
Amarillo para el sol
y flores de romerillo,
la espiga del espartillo
y la llama del farol.
Para la harina, el bijol
también de amarillo, haría
monedas a la alcancía
si de oro las pintara
y de amarillo la cara
triste de la cobardía.
—(Rubén Sada)—
Al cerúleo pino enhiesto
mi poesía lo nombra,
y debajo de su sombra
hay un tapiz verde expuesto.
Es que la amistad es esto,
cosas distintas en calma,
dándose todas la palma
en una imagen exótica
con una paz estrambótica
que te tranquiliza el alma.
—(Reinaldo Figueroa)—
Si de pintura se trata,
en el cuerpo del lenguaje
le voy a pintar al traje,
con mi pincel la corbata.
Una hebilla de hojalata
y aunque sea fantasía
el cinto muestre valía
de un brillo espectacular
que le pueda encandilar
los espejuelos al día.
—(Rafael Sarmiento)—
Los espejuelos del día
se encandilan con tu brillo,
cuando le pintas el trillo
grande a nuestra poesía.
Le pides a la bahía
azul para tu celaje,
y cuando acabas el viaje
repartiendo tus colores,
tiene aguaceros de flores
el cuadro de tu paisaje.
—(Rubén Sada)—
Los espejuelos del día
iluminan su candil,
y es el astro rey marfil
que brilla en esta osadía.
Todo este cuadro es poesía,
increíble naturaleza,
es Natura, mas sin lesa
que el hombre de la ciudad
recibió como heredad
y disfruta su belleza.
—(Reinaldo Figueroa)—
Yo utilizo los colores,
esos que sobran en ti
y con pincel de alelí
me pongo a pintar las flores.
Sobre un lienzo de dolores
yo pinto una cicatriz,
tal vez no tenga el matiz
de grandeza ni de altura,
pero al menos la pintura
muestra su rostro feliz.
—(Rafael Sarmiento)—
El color a ti te sobra
Entre óleos y temperas,
pintas ciudades enteras
en dos versos de una obra.
A ti la rima te cobra
con crayolas el peaje,
cada vez que haces un viaje
sobre el corcel del lirismo,
tu pincel del repentismo
le va estirando el paisaje.
PARTE II
—(Reinaldo Figueroa)—
Anoche era un poco tarde,
yo regresaba a mi lecho,
el sueño es fuego que al techo
neuronal lo quema y arde.
Me obliga a que me resguarde
pero regreso sutil,
con mi pincel de marfil
y mi color consonante,
como el mejor estudiante
del taller de Oniesis Gil.
—(Rubén Sada)—
Bajo del pañuelo añil
ha trabajado la alumna,
y en la senda se encolumna
el arte payadoril.
Pongo un cuadro en este atril,
uno como el de Viviana,
que la décima engalana
y pinta de azul profundo,
los cuadros pintan el mundo
de los niños del mañana.
—(Rafael Sarmiento)—
Mis maestros de pintura
son tantos y tan distintos,
que pinto más por instintos
que por la enseñanza pura.
Pero el que bebe cultura
se emborracha con el arte,
por eso he venido a darte
de mis mejores bocetos,
repartiendo mis respetos
iguales a cada parte.
—(Reinaldo Figueroa)—
Cuando alguien pinta el respeto
tú sabes lo que yo pienso,
que sobre el rimado lienzo
hace el cuadro más completo.
El pintor analfabeto
prefiere el color mezclar
y empieza a pintar un mar
con tiburones dañinos
tú pintas lobos marinos
y él te los viene a matar.
—(Rubén Sada)—
Muchos cambian de color
y en vez de elegir el verde,
ven el negro, que los pierde
en un petróleo de horror.
Y está el pálido sopor
con que mis mejillas mojo,
me pincha más que el abrojo
y el espíritu me aterra
cuando escucho hablar de guerra
a los que mutan al rojo.
—(Rafael Sarmiento)—
El que te viene a matar
los colores sobre el lienzo,
en vez de olores de incienso
azufre viene a entregar.
Ese sí dibuja el mar,
te lo pinta tormentoso,
y antes de pintar lo hermoso
hace con pincel heridas
que desdibujan la vida
haciendo el trazo borroso.
—(Reinaldo Figueroa)—
Yo estaba en este vergel
pintando imaginaciones,
en un cuadro de expresiones
exprimía mi pincel.
Tú llegaste, Rafael,
a reforzar mi pintura,
ya había pintado llanura,
los riscos y manantiales,
y me diste palmas reales
para conocer la altura.
—(Rubén Sada)—
En tu cuadro está la vida,
amor, respeto, cariño,
conserva del cielo el guiño
de la pradera vestida.
Por árboles bendecida
con los más bellos colores,
montañas de trovadores
ante ti se habrán reunido,
son sus décimas latido
del taller de payadores.
—(Rafael Sarmiento)—
Cuando te enseñé la palma
tú traías en la mano
ya tu penacho de guano
de los palmares del alma.
Quizás encontraste calma
a tu lienzo en mi papel,
el día que tu pincel
vino a colorearme el trillo,
que a trazos de carboncillo
yo había hecho en el vergel.
—(Reinaldo Figueroa)—
Yo había pintado la abeja
pero no pintaba flores,
antes de pintar dolores
ya había pintado la queja.
Empecé a pintar la reja
sin haber pintado el preso,
ya había pintado el beso
que de cariño contagia
y tú me diste la magia
sin cobrarme un solo peso.
—(Rubén Sada)—
Con tres colores primarios
se hacen todos los colores,
nosotros, tres payadores
pintamos abecedarios.
Hay pintores literarios
que dan color a un vergel,
soy alumno de Emanuel
Gabotto y aquí me junto
en un bello contrapunto
con Reinaldo y Rafael.
—(Rafael Sarmiento)—
Mi cuadro tiene la vida
del que lo viene a apreciar
cuando lo puede admirar
el amigo que lo cuida.
Da sin voz la bienvenida
al duende de la mirada
y la paleta rimada
un arco iris despliega,
cuando el que su frente llega
es el profe Rubén Sada.
—(Reinaldo Figueroa)—
Si yo quiero a Rubén Sada
pintarlo en mi desarrollo,
más que pintar un arroyo,
pinto un río con cascada.
Debo pintar la alborada
en un cielo cristalino
y con mi pincel divino
cuando el color se desate,
pintar un vaso de mate
para el amigo argentino.
—(Rubén Sada)—
Con verde, rojo y azul
completamos la paleta,
y llegamos a la meta
que se descuelga en un tul.
Dos pinos y un abedul
que trinan en la mañana,
les dan gracias a Viviana
que los supo interpretar,
y en su lienzo así plasmar
la poesía arte-sana.
—(Rafael Sarmiento)—
Yo no le puedo cobrar
al que belleza regala,
como no pinto la bala
para la vida matar.
No puedo pintar el mar
si no hago flotar veleros,
como no he pintado esteros
para evitarme el adiós,
de otro amigo y sean dos
lejos gritando tequieros.
—(Reinaldo Figueroa)—
Yo no cobro la pintura
que hace mi pincel mental,
si yo pinto el manantial,
tú la desembocadura.
Cuando pinto la montura
eres quien pinta el corcel,
cuando yo pinto la miel
ya tú pintaste la flor,
tú eres el mejor pintor
que ha llegado a mi vergel.
—(Rubén Sada)—
Yo no le puedo cobrar
como Dios no cobra el agua,
solo le ofrezco la fragua
donde poder martillar…
Y así los versos forjar
como el mejor artesano,
ya que el arte siempre es sano
y da comida al hambriento,
el arte es nuestro alimento,
¡forjémoslo en nuestra mano!
PARTE III
—(Rubén Sada)—
El río pinta esperanza
que “es lo último que se pierde”,
y va contagiando el verde
mientras va regando a ultranza.
Cada pino es una lanza
que asesta heridas al viento
y él lo esquiva en un intento
de seguir firme en su curso,
este cuadro fue un discurso
de matiz y sentimiento.
—(Reinaldo Figueroa)—
Tú el cuadro no lo pintaste
pero sí tocó la cima,
fue por la preciosa rima
que encima le colocaste.
Con esos versos lograste
lo que no hizo la Natura,
porque tú con tu cultura
y con tus rimas completas
reuniste tres poetas
más grandes que esa pintura.
—(Rafael Sarmiento)—
Cuando tú pintas el río
Sada pinta cada orilla,
y yo pinto la semilla
que un día será macío.
Cuando pintas el bajío
Sada pinta la llanura
y yo con poca pintura
pinto a pinceles de idioma
la curva para la loma
si ustedes me dan la altura.
—(Rubén Sada)—
Ustedes dieron cultura,
fueron dejando sus flores,
yo recibo sus honores,
su excelsa literatura.
Porque pintan con bravura
sus versos como estandarte,
esta heredad fue un baluarte,
más que una era de trigos,
los aprecio mucho, amigos,
gracias por mostrar su arte.
—(Rafael Sarmiento)—
Más grande que la pintura
es la fuerza de este trío,
que sin dejar de ser río
besan al pino la altura.
Tú a chubascos de cultura
aumentaste la corriente,
y ahora cuando ve la gente
el cuadro del repentismo,
dicen que el cuadro es el mismo,
pero luce diferente.
—(Reinaldo Figueroa)—
Somos aquí tres pintores
que a pinceladas mentales,
pintamos los manantiales
que le dan vida a las flores.
Somos los tres ruiseñores
Rey, Rafael, junto a Sada,
y si ven que a la enramada
le está faltando un sinsonte,
es hora que llegue al monte
el profe, Lewis Estrada.
—(Rafael Sarmiento)—
Si llega el sinsonte Estrada
estará completo el día,
cuando el cuarteto sea orgía
de trinos en la enramada.
Cuatro vainas y una espada,
cuatro vasos y un licor,
cuatro autos y un motor,
cuatro potros y una pista,
cuatro pechos y una lista
de ojos pidiendo amor.
—(Rubén Sada)—
Los insignes repentistas
que a este sitio dan honores,
vengan con los payadores
a engrosar las grandes listas.
Pinten un buen cuadro, artistas,
¡pinten su gran trayectoria!
Aquí va mi petitoria:
¡Escriban aquí su verso!
Se alegrará el universo
por su fiel dedicatoria.
—(Rafael Sarmiento)—
Ya me voy a retirar,
el trabajo me procura
y no puedo a tanta altura
mi tarea realizar.
Qué dolor aterrizar
cuando se pasa un buen rato,
volar a versos fue grato
pero el celular me grita
que ya me queda poquita
conexión Facebook por dato.
—(Reinaldo Figueroa)—
Si vamos a terminar
terminemos a lo grande…
—(Rubén Sada)—
Mientras el pincel expande
el color del germinar.
—(Reinaldo Figueroa)—
Volveremos a pintar
nueva luz y otra alborada.
—(Rubén Sada)—
Un paisaje de enramada
donde siempre REIna el viento
—(Reinaldo Figueroa)—
Con Rey, Rafael Sarmiento,
y el poeta Rubén Sada.
15/01/2020 – © Rubén Sada. © Reinaldo Figueroa. © Rafael Sarmiento Enríquez.