Escribiendo estas historias mi psiquis tiene un calambre, cuando pienso en los que de hambre llenaron fosas mortuorias. Seis millones de memorias que claman con estupor, entendiendo aquel dolor del noble pueblo ucraniano que murió por un tirano, víctima en Holodomor. Socialista y dictador ordenó su vil campaña, y un genocidio en Ucrania hundió al pueblo en el terror. Al humilde labrador le quitaban sus cosechas y ante mínimas sospechas de guardarse algún mendrugo, le imponían un vil yugo de sangre, llanto y endechas. Si uno podía comer lo acusaban de “kurkul”, y a su bienestar azul le agrisaban el poder. Con miseria por doquier el hambre cava su tumba, y un alarido que zumba trae pánico y terror, la muerte en Holodomor es un grito que retumba.
Personajes: Saciado: Rubén Sada.Hambriento: Luis Suárez
*SACIADO 1* Hoy yo te quiero invitar para hablar sobre comida, mi mesa está bendecida y procederé a orar: “Doy gracias por el manjar, por la fe que se profesa, por el trabajo y la empresa que me dejan subsistir, y que el pan que ha de
nutrir nunca te falte en la mesa”. *HAMBRIENTO 1* Acabando de llegar de donde cuido los peces, el trabajo que con creces he podido levantar. Sin embargo he de aceptar tu invitación al momento para hablar del alimento que comemos sazonado donde tú, estás saciado mientras que yo sigo
hambriento. *SACIADO 2* Si Dios riega en lluvias
suaves y al gorrión le da su
alpiste, también a los lirios viste y alimenta hasta a las
aves... La alacena y sus mil llaves que la tierra ha de engendrar, satisface el paladar del más refinado gusto, si tú eres un hombre justo no hay de qué preocupar. (Salmos 37:25) *HAMBRIENTO 2* En verdad no me preocupo pues seguro que a los dos nos sustenta el mismo Dios quien nos apartó el cupo. Más bien ahora me ocupo del que se encuentra
sediento, o pasando un mal momento para decirle, mi hermano, agárrate de mi mano y no seguiré hambriento. *SACIADO 3* No has de ceder a la envidia que produce mi raigambre, para combatir tu hambre abandona tu desidia. Ver tu vagancia fastidia y me da bronca con creces, ¡aunque sea junta nueces o caza alguna perdiz, o haz como el sabio Luis que en el campo cría peces!
*HAMBRIENTO 3* Sí, soy un piscicultor y trabajo de verdad por darle a la humanidad alimento con amor. Y no como usted, señor, desprecia la democracia sin saberlo si va hacia donde estará la comida, con su panza engreída pero nunca así se sacia. *SACIADO 4* Si usted es piscicultor jamás hambre ha de pasar, ¿de qué se viene a quejar? Tal vez sea un impostor. Yo trabajo con amor y por eso estoy saciado, prefiero comer pescado y en el mar pescar su
piélago, no su sopa de murciélago que el COVID me ha
contagiado. *HAMBRIENTO 4* ¿Murciélago? ¿Sopa? No. ¡Equivocado! Yo opino, no tengo cara de chino, colombiano sí soy yo. No sé lo que le pasó, en el verso que propongo, si de comida dispongo y también de fina ropa, cuando me tomo una sopa yo las hago de mondongo. *SACIADO 5* De verdad que estoy saciado y mi gusto no se priva de algún aceite de oliva con el que he condimentado. La calidad me he comprado, lo mejor he consumido, yo jamás he padecido tener a un mal cocinero, mas, ser hambriento prefiero que algún mondongo podrido. *HAMBRIENTO 5* Es que yo soy el hambriento y tú eres el saciado, te encuentras embolatado y es del susto del momento. Hay que hablar del alimento en sazones de cocina, y ya tu musa termina hoy que te ha ido muy mal, pues, dime, ¿tu plato es cuál
que comes en Argentina?
*SACIADO 6* Es mi plato más formal milanesa con dos papas, y me tomo algunas grapas o algún tequila con sal. Su sopa huele fatal y por eso es que está
hambriento, su estómago tira viento y su mesa es una queja de comida de ayer, vieja y del manjar, un intento. *HAMBRIENTO 6* Milanesa es italiano, no me digas más mentira, ya tu coco bien no gira, el tequila es mexicano. Será que no tiene, hermano, un plato con mucho tino, me tienes traje de lino que parezca de academia, te puede matar la anemia y sin un plato argentino. *SACIADO 7* Paradojas de la vida, la comida es buena o mala, si está fea es la antesala de un morbo pacto suicida. Su comida está vencida y en hambriento lo convierte,
por eso un letrero advierte que “la fecha tome en
cuenta”, pues lo mismo que alimenta lo podrá enfermar de muerte. *HAMBRIENTO 7* No tengo miedo a la muerte por muy mala que parezca, yo como mojarra fresca pues mi Dios me dio la
suerte. Y tampoco he de temerte sin dártelas de educado, por la cuenta yo me he dado que es muy débil esa garra, con la comida chatarra, no un sancocho de pescado. *SACIADO 8* Consejos no necesito, menos de un señor hambriento, si tiene hambre, lo lamento, péguele al gobierno el grito. Si usted los vota, lo admito será usted el de la anemia, el hambre es una pandemia mientras gastan plata en
armas, debe prender sus alarmas y dejarse de blasfemia.
*HAMBRIENTO 8* Las armas que yo utilizo las disparo en un papel, diez renglones que Espinel con amor me dio permiso. Y en el verso de improviso mi pincel muy ágil vuela dejándote la secuela con este fino talento, y si yo me encuentro
hambriento me sacio con la espinela. *SACIADO 9* Ahora se hace el exquisito, ¡cuando hay hambre no hay pan
duro! Mi amistad, se lo aseguro podrá calmar su apetito. ¡Véngase a mi chalecito! Que como yo estoy saciado, le compartiré un bocado y en una mesa a granel versearemos a Espinel comiendo el mejor asado. *HAMBRIENTO 9* Si tú me hablas de alimento en el verso que recicle, entonces cómete un chicle, te cura el padecimiento. La comida en el momento no has dicho, no tienes tino,
¿será no sabes? Opino en mi tradición oral, ¿qué plato tradicional patrimonio es de argentino? *SACIADO 10* El Señor, que no es injusto y que a todos da la vida, no castiga, mas, no olvida nunca al que se muestra
justo. Con usted no me disgusto y valoro su entereza, lo invito a ocupar mi mesa y a comer de mi manjar, frente a Dios, en este altar donde la vida es riqueza. *HAMBRIENTO 10* ¿Cómo te lo explico, hombre? De manera inteligente te sales por la tangente por no mencionar su nombre. Que ese plato no te asombre, ¡mejor hagamos la farra! Y tráete la guitarra, versos te recibirán cuando tú visites Suan te invito a comer mojarra.
En los gulags sobrevivían en las peores condiciones presos políticos, pero también reos comunes. Personas, hombres y mujeres cuyo único delito era haber sido acusados de actividades contrarrevolucionarias por falsas denuncias de vecinos envidiosos, convivían con asesinos y ladrones.
La moral y la dignidad humana acababan trituradas por el sistema de campos de concentración soviéticos, donde la vida no importaba nada y lo único que imperaba era la ley del más fuerte.
De hecho, el control del resto de presos se dejó, en muchos casos, en manos de esos delincuentes comunes que acabaron convirtiendo aún más, si cabía, en pozos de corrupción los campos de trabajo. Gente que vendía a sus compañeros y los entregaba a la muerte solo por obtener algún pequeño beneficio o por un mendrugo de pan más.
En las zonas más inhóspitas de Siberia, millones de personas fueron obligadas a trabajar forzosamente en las minas y en la construcción de canales y redes ferroviarias, según dictaba el empeño de Stalin de impulsar la industrialización de la URSS empleando para ello la mano de obra gratuita de los presidiarios.
Los gulags desempeñaron un papel fundamental en el acondicionamiento del enorme territorio ruso, con grandes regiones desérticas. Los Urales, Siberia y el norte del país eran zonas muy ricas en recursos naturales, pero sin población. Aquellos presos, políticos y comunes, fueron llevados allí como los primeros colonos y repobladores.
En Magadán se encontraba el mayor centro administrativo de GULAG de la antigua Unión Soviética. Allí se decía que los inviernos duraban doce meses. La nieve lo cubría todo y el frío era insoportable. Hasta esa región de Siberia se trasladó como a animales a millones de presos procedentes de Ucrania, Lituania y otros países.
Apenas había alimentos. Hambre, miseria y un clima terrible con temperaturas de más de 50 grados bajo cero marcaban el día a día de los habitantes de los campos de concentración rusos. Interminables jornadas de trabajo, enfermedades, golpes, torturas físicas y psíquicas eran la norma en esos lugares.
Hay testimonios de presos que contaban que cuando uno moría, se tardaba en alertar a los guardianes para seguir recibiendo sus míseras raciones un par de días más. Incluso se usaban los cadáveres para aislar los muros del intenso frío que se colaba a través de ellos.
No hay cifras ciertas sobre la cantidad de gente que pasó por aquellos gulags. Según el investigador Robert Conquest fueron 14 millones de personas. Hay fuentes que hablan de más de un millón de muertos durante toda la historia de los campos de trabajo rusos, pero otras creen que fueron muchísimos más. Los campos de trabajo se convertían en campos de exterminio, aunque paradójicamente no era ese su fin, sino el de proporcionar mano de obra gratuita para el progreso de la nación soviética.
El sueño de la revolución se convirtió en pesadilla para millones de rusos. Muchos de los que sobrevivieron al gulag jamás volvieron a sus lugares de origen y permanecieron en la inhóspita Siberia. Quizá por una especie de síndrome de Estocolmo, quién sabe. O porque quienes fueron arrancados de sus lugares de origen ya no existían. Habían muerto en los campos y sus cuerpos eran solo sombras zombis que se empeñaban en seguir viviendo.
Cuando acababa de nacer la URSS (Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas) despertó del sueño feliz de la revolución, el dinosaurio del poder, aunque con otra cara y otro nombre, aún seguía allí. Solo había mutado la piel y ventilado el nido para seguir devorando la voluntad de su pueblo. Ya se sabe, hacer que todo cambiara para que nada cambiara.
El dinosaurio se llamaba STALIN y dedicó gran parte de su mandato a limpiar el país de "enemigos de la patria", disidentes y críticos con su gobierno y su dictadura. Exministros, sacerdotes, poetas, novelistas, periodistas o personas normales que, a pesar de haber apoyado la revolución, tuvieron el desacierto de esbozar una mínima queja sobre la forma de gobernar del dictador. (Art. 58 del Código Penal Soviético).
A muchos de ellos los eliminó sin contemplaciones en unos casos y en otros, los recluyó en terribles campos de trabajo a los que se conocía como GULAG. [Siglas rusas de la Dirección General de Campos Penitenciarios (Glávnoye Upravlenie Lagueréi). El archipiélago no es, pues, un topónimo concreto, sino un mundo metafórico creado por Solzhenitsyn y formado por los campos de reclusión, diseminados como islas por la geografía soviética. (Aleksandr Isáyevich Solzhenitsyn)]
A uno de esos GULAG llegó el escritor ruso Varlam Shalámov en 1929. (Foto: Varlam Shalámov, sobreviviente de un GULAG) ► Sería su primer arresto, acusado del delito de haber tratado de difundir el testamento de Lenin, texto en el que el revolucionario ruso criticaba el carácter dictatorial de Stalin, y por el que pasó tres años confinado en un campo.
Hilando condenas por actividades troskistas contrarrevoluionarias e intentos de fuga, Shalámov permaneció recluido en estos campos de trabajo durante casi 20 años. Consiguió sobrevivir, si por ello se entiende que salió con vida de tan tremendo castigo. La terrible dureza de su vida en aquellos centros de internamiento acabó con la ilusión en su vida. Las fotos que se conservan de él muestran una mirada fría, dura, sin ninguna fe en el género humano. Ninguna lección podía extraerse del paso por un gulag.
Lo único que aprendió, dijo alguna vez, fue a llevar y cargar una carretilla. Aunque la realidad era otra y la enseñanza que extrajo de su experiencia era en realidad tan terrible que asustaba decirla en voz alta: la confirmación de la mísera y depravada condición humana.
El testimonio de su paso por los gulag rusos quedó plasmado en su obra Relatos de Kolimá, una cruda y descarnada descripción de cómo era la vida en esos lugares, dividida en seis volúmenes publicados en España por la editorial Minúscula. En el último de ellos, el titulado Ensayos sobre el mundo del hampa, se trascribe un manuscrito del escritor ruso en el que resume en primera persona y en 45 puntos: "Qué he visto y comprendido en los campos".
El frío siberiano había calado tan hondo en su ser que hasta sus palabras, sin adornos, sin adjetivos tremendistas, se convertían en hirientes y afiladas púas de hielo.
La extraordinaria fragilidad de la cultura humana, de su civilización. El hombre se convierte en una alimaña en tres semanas, si soporta trabajo duro, el frío, el hambre y las palizas.
El medio principal para que se descomponga el alma es el frío. Es de suponer que la gente de los campos de Asia Central aguantó más porque allí hacía más calor.
He comprendido que la amistad, el compañerismo, nunca nacen en circunstancias duras, duras de verdad, con riesgo de tu vida. La amistad nace en condiciones difíciles, pero soportables (en el hospital, pero no en una mina).
He comprendido que el sentimiento que conserva por más tiempo el hombre es el de la ira. En un hombre hambriento, la carne que le queda solo la alimenta la ira; se muestra indiferente hacia todo lo demás.
He comprendido que las victorias de Stalin se debían a que este mataba a gente inocente. Una organización diez veces menor en número, pero una organización, hubiera barrido a Stalin en dos días.
He comprendido que el hombre se ha convertido en hombre porque es físicamente más fuerte, más resistente que cualquier otro animal; en el Extremo Norte ningún caballo resistía el trabajo.
He visto que el único grupo de personas que se comportaban de manera algo humana entre el hambre y las humillaciones eran la gente religiosa, los adeptos a las sectas, casi todos, y la mayoría de los popes (sacerdotes).
Los trabajadores del partido y los militares son los primeros que se derrumban y lo hacen más fácilmente.
He visto qué convincente argumento resulta para los intelectuales un simple tortazo.
La gente normal distingue a sus jefes en función de la fuerza con la que les pegan, con qué entusiasmo les golpean.
Los golpes son casi totalmente efectivos como argumento (método número tres).
Descubrí gracias a los expertos la verdad de cómo se montan misteriosamente las pruebas.
Entendí por qué los presos conocían las noticias políticas (arrestos, etc.) antes que el mundo exterior.
Descubrí que un rumor carcelario (y del campo) nunca es un rumor.
Me di cuenta de que se puede vivir con ira.
Me di cuenta de que se puede vivir con indiferencia.
He comprendido por qué el hombre vive no de esperanzas (no hay esperanza alguna) ni por la fuerza de su voluntad (¡qué bobada!), sino gracias al instinto, al sentimiento de autoprotección; gracias al mismo principio por el que se rigen el árbol, la piedra o el animal.
Me enorgullezco de haber tomado la decisión, ya en 1937, de no ser nunca un jefe de brigada, de negarme a que mi voluntad pudiera provocar la muerte de otro hombre, a que mi voluntad estuviera al servicio de los superiores, oprimiendo a otros hombres, presos como yo.
Tanto mi fuerza física como espiritual resultaron ser más fuertes de lo que pensé en esta gran prueba, y estoy orgulloso de decir que nunca vendí a nadie, nunca envié a nadie a la muerte ni a ninguna otra condena y que nunca denuncié a nadie.
Me siento orgulloso de no haber escrito ninguna instancia hasta el año 1955.
Vi dónde tuvo lugar la llamada Amnistía de Beria y fue un espectáculo digno de verse.
He visto que las mujeres son más decentes, más entregadas, que los hombres; en Kolimá no se ha conocido ningún caso de varón que acompañara a su mujer. En cambio, las esposas los acompañaban, y en muchas ocasiones (Faina Rabinóvich, la esposa de Krivoshéi).
Vi increíbles familias norteñas (trabajadores libres y exprisioneros) con cartas para «legítimos esposos y esposas», etc.
Vi a «los primeros Rockefeller», los millonarios del inframundo. Escuché sus confesiones.
Vi hombres haciendo trabajos forzados, así como numerosas personas de contingentes D, B, etc.
Me di cuenta de que puedes conseguir un gran trato (pasar un tiempo en el hospital, una transferencia), pero solo arriesgando tu vida, recibiendo golpes, soportando el aislamiento en el hielo.
He visto un confinamiento aislado en el hielo, excavado en roca, y yo mismo he pasado allí una noche.
La pasión por el poder, el matar impunemente, es grande, desde los altos mandos hasta los servidores más bajos (Seropashkla y semejantes).
El impulso incontrolable de los rusos de denunciar y quejarse.
He sabido que el mundo no se ha de dividir entre buenos y malos, sino entre los cobardes y los que no lo son. El 95 % de los cobardes son capaces de cualquier villanía, de vilezas mortales, ante una débil amenaza.
Estoy convencido de que los campos (todos ellos) son una mala escuela. Ni siquiera puedes pasar una hora en uno sin convertirte en un depravado. Los campos nunca dieron y nunca darán nada bueno a nadie. Corrompen a todos, tanto a presos como a trabajadores libres.
Cada provincia tenía sus propios campos, en cada emplazamiento de obra. Millones, decenas de millones de prisioneros.
Las represalias afectaban no solo a las capas altas, sino a todas las capas de la sociedad: en cualquier aldea, en cualquier fábrica, en cualquier familia había parientes o amigos represaliados.
Creo que el mejor periodo de mi vida fueron los meses que pasé en una celda en la prisión de Butyrki, donde logré fortalecer el espíritu de los débiles y donde todos hablaban libremente.
He aprendido a planificar mi vida pensando solo en el día siguiente, no más.
He aprendido que los ladrones no son seres humanos.
Me di cuenta de que no había delincuentes en los campos, que las personas que estaban a tu lado (y que estarían a tu lado al día siguiente) estaban dentro de los límites de la ley y no los habían traspasado.
He comprendido qué cosa más extraña es el orgullo de un niño, de un joven: es mejor robar que pedir. Esa autoestima y jactancia arrojan a los chicos al abismo.
Las mujeres no han jugado un papel importante en mi vida. El campo es la razón. Conocer a la gente es inútil, pues yo no puedo cambiar mi conducta en función de lo que haga un sinvergüenza.
Las personas a las que todos, tanto guardias como otros presos odian, son los últimos en las filas, los que se retrasan, los que están enfermos, los débiles, los que no pueden correr cuando hiela.
Entendí lo que es el poder y lo que es un hombre con un rifle.
Entendí que las escalas habían sido desplazadas y que este desplazamiento era lo más típico de los campos.
Comprendí que pasar de la condición de prisionero a la de hombre libre es muy difícil, casi imposible sin un largo periodo de amortización.
Entendí que el escritor ha de ser un extranjero en las cuestiones que describe, y si conoce bien el material, escribirá de un modo que nadie lo entenderá.Artículo perteneciente a MARIÁNGELES GARCÍA de su blog: https://www.yorokobu.es/lo-que-aprendi-en-el-gulag/
El poeta chileno Pablo Neruda (1904-1973), premio Nobel de Literatura en 1971, es considerado uno de los poetas más dotados y célebres de los últimos 100 años, gracias a obras como “Crepusculario”, “Veinte poemas de amor y una canción desesperada”, “Residencia en la Tierra” y “Canto general”. El escritor colombiano Gabriel García Márquez, resumiendo el sentir de muchos de sus colegas, lo calificó como “el más grande poeta del siglo XX en cualquier idioma”.
Además de poeta, Neruda también fue un destacado diplomático y activista político, en calidad de militante y miembro del Comité Central miembro del Partido Comunista chileno, además de senador y precandidato presidencial.
Motivado por la dramática tragedia de la Guerra Civil Española, donde se puso del lado del bando republicano, Pablo Neruda, al igual que muchos otros intelectuales de tendencia izquierdista, fue un ferviente admirador de la Unión Soviética de Josef Stalin, gracias al rol que jugó en la derrota de la Alemania nazi. Fruto de esta confesa admiración fue la escritura de sus poemas “Canto a Stalingrado” (1942) y “Nuevo Canto de Amor a Stalingrado” (1943), lo que le valió recibir en 1952 el Premio Stalin de la Paz, distinción entregada cada año por la Unión Soviética a individuos que hubieran contribuido a la causa de la paz entre los pueblos.
Tras el fallecimiento en 1953 de Josef Stalin, Neruda, quien había calificado al dictador soviético como “el más humano de los hombres”, le escribió una controvertida oda, cosa que también haría posteriormente con otros líderes izquierdistas como Fulgencio Batista y Fidel Castro.
La “Oda a Stalin” de Pablo Neruda, quien también calificaría a Lenin como “el gran genio de este siglo”, comenzaba del siguiente modo: “Camarada Stalin, yo estaba junto al mar en la Isla Negra, / descansando de luchas y de viajes,/ cuando la noticia de tu muerte llegó como un golpe de océano. / Fue primero el silencio, el estupor de las cosas, y luego llegó del mar una ola grande. / De algas, metales y hombres, piedras, espuma y lágrimas estaba hecha esta ola…”.
En otro fragmento del poema Neruda escribió: “Junto a Lenin / Stalin avanzaba / y así, con blusa blanca, / con gorra gris de obrero /, Stalin, /con su paso tranquilo, / entró en la Historia acompañado / de Lenin y del viento. / Stalin desde entonces / fue construyendo. Todo / hacía falta. Lenin recibió de los zares / telarañas y harapos. / Lenin dejó una herencia de patria libre y ancha. / Stalin la pobló / con escuelas y harina, / imprentas y manzanas. / Stalin desde el Volga / hasta la nieve / del Norte inaccesible / puso su mano y en su mano un hombre /comenzó a construir. / Las ciudades nacieron. / Los desiertos cantaron / por primera vez con la voz del agua…”.
Neruda, en la parte final de su poema, escribió: “ Stalin construía. / Nacieron / de sus manos cereales, / tractores, / enseñanzas, / caminos, y él allí, / sencillo como tú y como yo, / si tú y yo consiguiéramos / ser sencillos como él. / Pero lo aprenderemos. / Su sencillez y su sabiduría, / su estructura / de bondadoso pan y de acero inflexible / nos ayuda a ser hombres cada día, / cada día nos ayuda a ser hombres. /¡Ser hombres! ¡Es ésta la ley staliniana! / Ser comunista es difícil. / Hay que aprender a serlo. / Ser hombres comunistas / es aún más difícil, / y hay que aprender de Stalin / su intensidad serena, / su claridad concreta, / su desprecio / al oropel vacío, / a la hueca abstracción editorial …Stalin es el mediodía…Enseñó a todos / a crecer, a crecer, / a plantas y metales, / a criaturas y ríos / les enseñó a crecer, / a dar frutos y fuego. / Les enseñó la Paz / y así detuvo con su pecho extendido / los lobos de la guerra….”
Al momento de escribir esta controvertida “Oda a Stalin”, el laureado y célebre vate chileno al parecer desconocía el lado oculto del dictador soviético, quien después de asumir como dictador de una de las dos potencias totalitarias más grandes del planeta (junto a la Alemania Nazi de Adolf Hitler) fue el responsable directo de la muerte de cientos de miles de sus propios compatriotas -entre los cuales se contaban miembros del Partido Comunista Soviético, del Ejército Rojo, socialistas, anarquistas y opositores-, quienes fueron perseguidos, juzgados y, finalmente, desterrados, encarcelados o ejecutados en los campos de concentración o gulags, sin mencionar que también provocó la muerte de más de 4 millones de campesinos ucranianos, quienes fueron asesinados, muertos de hambre o deportados a Siberia durante la colectivización forzosa decretada por los comunistas soviéticos en los años 30’, en el genocidio más espantoso –incluso por sobre el Holocausto judío- que se recuerde en todo el siglo XX.
Según algunos biógrafos, para entender cómo Pablo Neruda llegó a escribir estos controvertidos e ingenuos versos en honor de uno de los dictadores más crueles y sanguinarios de todos los tiempos, hay que tomar en cuenta que el poeta militaba desde 1945 en las filas del Partido Comunista Chileno, uno de los partidos comunistas más obsecuentes de todo el planeta durante casi todo el siglo XX. El PC chileno, de hecho, no tuvo empacho en aplaudir hechos tan condenables como el levantamiento del muro de Berlín, el sangriento aplastamiento de la “primavera de Praga” en Checoslovaquia y la invasión soviética a Afganistán, entre otros hitos históricos. Para ilustrar la total docilidad del PC Chileno hacia las directrices instauradas por la Unión Soviética, se comentaba en el ambiente político nacional que “cuando llovía en Moscú, los comunistas chilenos abrían sus paraguas en Santiago”.
Pablo Neruda, tal como se mencionó anteriormente, ingresó a militar en 1945 en las filas del Partido Comunista de Chile (PCCh), año en que también fue elegido senador de la República. Tres años más tarde, cuando el entonces Presidente de la República Gabriel González Videla promulgó la controvertida “Ley de Defensa Permanente de la Democracia”, que declaró ilegal al PCCh, Pablo Neruda se fue al exilio, viviendo en la clandestinidad hasta 1952, año en que nuevamente retornó a Chile.
De todos modos, el mismo Pablo Neruda, después del famoso discurso del Secretario General del Partido Comunista soviético Nikita Khrushchev de 1956, en el que denunció el “culto de la personalidad” que había rodeado a Stalin, acusándolo además de diversos crímenes, reconoció en sus memorias “que había contribuido en alimentar ese pérfido culto personalista”.
Sin embargo, a pesar de su total desilusión con Josef Stalin y a su supuesto arrepentimiento por haber escrito su “Oda a Stalin”(oda que el profesor chileno de la Universidad alemana de Oldenburg Fernando Mires calificara como “el poema de la maldad”), hay que consignar que Pablo Neruda jamás perdió su fe en el comunismo, apoyando la represión de escritores soviéticos disidentes como Boris Pasternak o José Brodsky, algo que le sería reprochado por varios de sus colegas y sus más fervientes admiradores.
Por otra parte, su figura sibarita y amante de los placeres tampoco se condecía con la figura del militante comunista comprometido con el pueblo proletario. Sus enemigos políticos, de hecho, a sabiendas que Neruda era propietario de tres valiosas propiedades en tres zonas geográficas diferentes (“La Sebastiana”, en Valparaíso; “la Chascona”, ubicada a los pies del cerro San Cristóbal en Santiago y la famosa casona en la localidad costera de Isla Negra), solían referirse despectivamente a él como “el comunista con tres casas”.
La figura de Pablo Neruda, aparte de toda estas polémicas, también se vería ensombrecida en los últimos tiempos por otros episodios más domésticos, aunque igual de controvertidos, como el haber abandonado a los dos años de edad a su hija Malva Marina, quien padecía de hidrocefalia y falleció a los ocho años víctima precisamente de esta enfermedad. “Mi hija, o lo que yo denomino así, es un ser perfectamente ridículo, una especie de punto y coma, una vampiresa de tres kilos”, escribió Neruda en una misiva a propósito de ella.
En su libro de memorias “Confieso que he vivido”, el poeta también se ganaría la repulsa total del mundo feminista cuando reveló un episodio en el que relató cómo había forzado sexualmente a una empleada que limpiaba su casa, mientras ejercía como cónsul en la isla de Ceilán (hoy Sri Lanka): “El encuentro fue el de un hombre con una estatua. Permaneció todo el tiempo con sus ojos abiertos, impasible. Hacía bien en despreciarme. No se repitió la experiencia”, escribió.
Esta paradójica dualidad entre la vida pública y algunos cuestionables aspectos de la vida privada de Pablo Neruda sería abordada por el escritor argentino César Aira, autor del libro “Diccionario de autores latinoamericanos”, donde abordó la controvertida figura del vate chileno. En una reciente entrevista concedida al diario “La Tercera”, Aira afirmó que el “cinismo de Neruda le permitió vivir sin sentir miserias ni dolores, aunque se los infligiera a otros. Creo que era muy propio de aquellos izquierdistas de antes, tan infatuados con su postura de Amigos del Pueblo que se lo podían permitir todo, desde el adulterio hasta el champagne. De cualquier modo, la calidad literaria corre por un canal distinto al de la moralidad”. FUENTE:https://www.guioteca.com/mitos-y-enigmas/el-ingenuo-y-controvertido-el-controvertido-poema-que-pablo-neruda-le-dedico-al-cruel-dictador-stalin-por-que-lo-escribio-a-stalin-por-que-lo-escribio/?
Yo debí enfrentarme al hambre en un negro calabozo, y hoy en mi memoria esbozo menús de oscura raigambre. Fui más flaco que un alambre, beber algo era impreciso, ¡si hasta comía del piso! Me daban sobrantes, saldos y a veces me daban caldos, restos de sopa o de guiso. Cada día un desafío de un interminable año, preso, el tiempo es algo extraño: un minuto es el hastío. Eterno fue ese año mío mientras resistí en el hoyo;
“El payador (verseador o poeta) no dice lo que el pueblo quiere oír, sino lo que el pueblo quiere decir”. (Yeray Rodríguez, poeta de Islas Canarias). “El poeta es el vocero del pueblo”.