COLIQUEO
“No te rías de un colla que bajó del cerro,
que dejó sus cabras, sus ovejas tiernas, sus habales yertos;
no te rías de un colla, si lo ves callado,
si lo ves zopenco, si lo ves dormido.
[…]
No te rías de un colla que está en la
frontera
pa'l lao de La Quiaca o allá en las alturas del Abra del Zenta;
ten presente, amigo, que él será el primero en parar las patas
cuando alguien se atreva a violar la patria.
No te burles de un colla, que si vas pa'l
cerro,
te abrirá las puertas de su triste casa, tomarás su chicha,
te abrirá las puertas de su triste casa, tomarás su chicha,
te dará su poncho, y junto a sus guaguas,
comerás un tulpo y a cambio de nada.”[…]
(Fragmento del célebre poema “NO TE RÍAS DE UN COLLA”,
Autor: Fortunato Ramos).
LA HISTORIA DE COLIQUEO:
Desde su Jujuy natal
bajará al sur,
Coliqueo,
de cerviz gacha lo
veo,
en lejana tierra
austral.
El frío le sienta mal
y allá lejos lo
enviaron,
de su casa lo arrancaron
por cumplir con el “deber”,
soldado no quiso ser,
pero a serlo le
obligaron.
Coliqueo, bien varón
y en esto pongo una tilde:
de rasgo oscuro y
humilde,
su respeto es tradición.
Víctima de explotación
desde muy temprana
edad,
ir del campo a la
ciudad
representó una
tortura,
y aunque era fuerte su
achura
débil fue su libertad.
Coliqueo era callado,
muy difícil su
amistad,
y aunque era todo
bondad
era bastante cerrado.
Él creció mimetizado
en soledades andinas,
cual cardo entre las
espinas,
sólo amigo de su
tierra,
no le gustaba la
guerra
ni las armas asesinas.
Era más bueno que el
pan,
nunca enfrentaba
enemigos,
y a la hora de hacer
amigos
no tuvo incipiente
afán.
Los que en la montaña
están
tienen infancia muy
dura,
desdichados en la
altura
de una puna que los
pena,
trabajar es su condena,
sometidos a locura.
Hoy lo hallamos firme
aquí,
disfrazado de soldado,
Comodoro lo ha citado
y él, valiente, dijo
sí.
Nunca imaginó que allí
entregaría su niñez
reventando del estrés
de hostigamiento
mayúsculo,
y en un lúgubre
crepúsculo
retaría a la
estupidez.
Pues de burla fue un
objeto,
de sus compañeros
tontos,
que para cargadas,
prontos,
le faltaban el
respeto.
Epítetos, en concreto
como “boliviano
inculto”,
se tornan en cruel
insulto,
como un balazo en su
mente,
y usando su FAL
hiriente
se fue haciendo el
niño adulto.
Aquí está, noche de
guardia,
y en sus manos un
fusil,
un casco y un
proyectil
cuidando su
retaguardia.
Adrenalina en
vanguardia
que en silencio
sepulcral
dicta el instante
fatal,
el del fin de la chacota,
y en su casco el
punzó brota
con furia descomunal.
Yo estoy en mi
calabozo
luchando contra la sombra,
y una estampida me
asombra,
sobresalto tenebroso.
Finalizó el duro acoso,
lo decidió Coliqueo,
su presente era muy
feo,
padeció dieciocho
años,
los pedazos de su
cráneo
mandarán juntar al
reo.
Su suicidio fue
encubierto
por no manchar el
legajo
de un teniente, que a
destajo
no quiso “a su cargo” un
muerto.
Hoy yace en sepulcro
yerto
con un letrero “N.N.”,
la tumba que lo
contiene
lanza a gritos el
guarismo:
¡Basta de burla y
racismo!
¡Que nuestra hermandad
resuene!
Al narrar mi verso
trato
de decir que NO al
acoso,
no al martirio, no al
destrozo
del bullying que es el maltrato.
Fuerte historia este
relato
del que ve que
discrimina
con una impronta
dañina,
con burlas y
xenofobia,
la actitud resulta
obvia:
estamos en Argentina.
Rubén Sada. (09/01/2017)
En memoria del soldado clase 1960 Coliqueo, muerto por la estupidez humana más grande: el racismo y la discriminación, orígenes de la guerra.
Comodoro Rivadavia, Chubut, invierno del año 1979.
"La pasión puede ser destructiva y feroz cuando la mueven el fanatismo y el racismo. La peor de todas, la que ha causado más estragos en la historia, es la pasión nacionalista", (Mario Vargas Llosa).
"La pasión puede ser destructiva y feroz cuando la mueven el fanatismo y el racismo. La peor de todas, la que ha causado más estragos en la historia, es la pasión nacionalista", (Mario Vargas Llosa).