11 de enero de 2007

PERDIDO EN LA TORMENTA


PERDIDO EN LA TORMENTA


Luego de morir durante noches enteras
esperando que lleguen madrugadas eternas,
sintiendo que mi alma estaba media muerta,
creyendo para mí ya necesaria una parcela,
luego de casi extinguirme en forma lenta
derramando muchas lágrimas en la tierra
salí a caminar en forma incierta.

Estaba perdido en la ciudad desierta
buscando una noble mano abierta
huyendo de una impiadosa tormenta
y empapado de los pies a la cabeza,
dando pasos al viento, ya sin fuerzas,
buscando alguna seca taberna,
para poder desahogar mis penas.

Deambulé en esa noche cruenta
en el mismo borde de la carretera
de esta metrópolis que se mece violenta,
salté esquivando peligrosas piedras
y tratando de golpear cada puerta
durante esa negra noche turbulenta.
Supliqué por un alma que me comprenda.

Seguí preguntando lo que no tiene respuesta
pues el amor no es más que una quimera.
Desearía poder ver el rumbo y las estrellas
en medio del candor de la primavera,
y llegarme a enamorar sin darme cuenta.
Estaba perdido en la feroz tormenta
y tú... ahora apareces en mi vida... y entras... 

©Rubén Sada 11/01/2007.

2 de enero de 2007

LA LOBA

 

LA LOBA


En las noches con luna
cuando abunda la hambruna
una loba me aúlla
aúlla sedienta de deseos
aúlla hambrienta de besos
está ávida de sexo.

La loba está en celo.
Parece que padece desvelo.
La loba tiene muchos celos.
No encuentra consuelo.
Yo soy el manso cordero
el que dentro de su boca muero.

La noche gélida me quema
con su inmensidad suprema,
los dos, bajo millones de estrellas,
pero presiento que hallaré problemas,
La loba me lleva a su guarida
y el miedo de mí se apodera
y no puedo comenzar la huida.

Ya puedo sentir su aliento
muy cercano a mi indefenso cuello
pero yo solo seré su alimento.
Su agudo aullido me llama
cual canto de una sirena
pero solo seré su cena
y luego... nada.

Mientras lentamente me desangro
con sus colmillos me sigue devorando
utilizando su instintivo olfato,
salvaje, y al mismo tiempo hermosa
pero a zarpazos mi carne destroza
ella es suave como una mariposa
que en mi capullo se posa.

Ya se huele mi sangre derramada
que atraerá a otras hembras de su especie
pero la muy hambrienta no dejó nada
no hubo nada que ella desprecie.
Mi alma ha quedado devastada,
Mi inocencia ha sido robada.
y luego... nada.

Ruben Sada. 02-01-2007



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