26 de septiembre de 2016

CONFECCIÓN DE PRIMAVERA


CONFECCIÓN DE PRIMAVERA


Fuiste la bella alborada
de una aurora tempranera,
cuando naciste, heredera
del sol del amanecer,
un pimpollo de mujer,
confección de primavera.

Para haber confeccionado
a una mujer como vos,
seguro precisó Dios
bellezas del universo,
materiales muy diversos
cohesionados con amor.

Tomó el brillo de la luna
para ponerlo en tus ojos,
coloreó tus labios rojos
con plumas de un cardenal,
y un blanco peñón glacial
pintó a tus dientes su antojo.

En el bronce de tu tierra
sembró tu piel con espigas,
dio una tibieza que abriga
a semillas bien fructíferas,
y dio trinos de plumíferas
tu voz, en brisas amigas.

El fuego de tu pasión
te otorgó del sol sus lumbres,
tomó del monte sus cumbres
para erguirlas en tus pechos,
y engordó tu vientre estrecho
hasta criar a muchedumbres.

Así, mujer, te creó Dios,
sos su mejor performance,
obra cúlmine de alcance
universal, sin frontera,
confección de primavera,
florescencia de un romance.

Rubén Sada - 21-09-2016 - FELIZ PRIMAVERA

LUCHA MACABRA



LUCHA MACABRA 


La misma tapia cercaba 
los cementerios rivales, 
y un mismo azadón cavaba 
aquel suelo que tragaba 
ateos y clericales.

Otra tapia recia y fuerte, 
ambos campos dividía... 
¡Libertad y tiranía, 
ni en presencia de la muerte 
cejaban en su porfía! 

La iglesia, en el paredón 
de su fúnebre mansión, 
puso la cruz nazarena, 
mientras el otro frontón 
mostraba un reloj de arena. 

Y en la augusta soledad 
de los que en la eternidad 
yacían en hondo sueño, 
reñía la Humanidad 
su psicológico empeño. 

Sobre losas sepulcrales 
y entre galas funerales, 
la tradición y la duda, 
-fieros y eternos rivales,- 
proseguían su lid ruda. 

En el católico osario 
los nichos, en largas filas 
fingían al visionario 
quietos ojos sin pupilas 
mirando al campo contrarío. 

Así, buscando motivos, 
hasta en los despojos yertos, 
siempre fieros, siempre esquivos, 
se amenazaban los vivos 
sobre el polvo de los muertos. 

En aquel combate vano, 
con escrúpulo servil, 
cuidaba el rencor humano 
el cementerio cristiano 
y el cementerio civil. 

Mas en su torpe ceguera, 
los combatientes no ven 
que, mientras en lucha fiera 
sucumben por su quimera 
y por su mutuo desdén, 

subiendo de opuesto lado, 
sobre ese muro elevado 
que divide a los rivales, 
con amor se han abrazado 
las ramas de dos rosales. 

Y que sus entrañas puras 
a todos abre la tierra, 
y desde azules alturas 
el sol alumbra su guerra 
y besa su sepultura. 

Venancio Serrano Clavero
Poeta, escritor y periodista valenciano.
(España, 1870-1926)

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