LOS SALONES DEL OTOÑO
(Poema Díptico, de Rafael de Diego)
En esta tarde triste, en que la lluvia fríacae sobre la ciudad, interminablemente,
nos atrae como un viejo amigo confidente
con sus rincones tibios, la quieta galería.
Los salones de otoño. Pinturas extranjeras
abriendo ante nosotros ideales visiones;
paisajes en que flotan peregrinas canciones
tanto ansiados por nuestras almas aventureras.
Después... entre el recuerdo de bohemios dolores
evocados delante de firmas que queremos
y añoranzas de amigos, que se hicieron pintores
sentimos concretarse nuestra melancolía
ante un rostro de niña, a quien jamás veremos
y que tal vez ya duerme bajo la tierra fría.
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Bello rostro de niña, diseñándose apenas
entre grises de ópalo como luna con sombra;
nuestra alma soñadora parece que la nombra
igual que a la cautiva de las mismas cadenas.
Dolorosas pupilas, pupilas fraternales
llenas de un amor vago, humanamente ingenuo,
no sé qué angustia asilan, que destellan un ténuo
resplandor que adormece nuestros antiguos males.
(Junto al marco, después de una firma francesa,
nos turban unos números... corrieron muchos años),
Oh, emoción avivando nuestra amable tristeza,
de esa alma, que sería el alma que consuela,
sólo quedan, por sobre placer y desengaños
esas dulces papilas surgiendo de la tela.
Autor: Rafael de Diego. Año 1915 - de su libro LAS ANGUSTIAS.
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