Mostrando las entradas con la etiqueta CLÁSICA. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta CLÁSICA. Mostrar todas las entradas

1 de septiembre de 2008

REÍR LLORANDO (de JUAN DE DIOS PEZA)

reir llorando, de juan de dios peza


REÍR LLORANDO


Viendo a Garrik -actor de la Inglaterra-
el pueblo al aplaudirle le decía:
"Eres el más gracioso de la tierra,
y el más feliz..." y el cómico reía.

Víctima del spleen los altos lores
en sus noches más negras y pesadas,
iban a ver al rey de los actores,
y cambiaban su spleen en carcajadas.

Una vez ante un médico famoso
llegóse un hombre de mirar sombrío:
"Sufro -le dijo-, un mal tan espantoso
como esta palidez del rostro mío.

'Nada me causa encanto ni atractivo;
no me importan mi nombre ni mi suerte,
en un eterno spleen muriendo vivo,
y es mi única solución la de la muerte".

-Viajad y os curaréis. -¡Tanto he viajado!
-Las lecturas buscad -¡Tanto he leído!
-Que os ame una mujer -¡Si soy amado!
-Un título adquirid -¡Noble he nacido!
-¿Pobre seréis quizá? -Tengo riquezas
-¿De lisonjas gustáis? -¡Tantas escucho!...
-¿Qué tenéis de familia? -Mis tristezas.
¿Váis a los cementerios? -Mucho... mucho...
-¿De vuestra vida actual tenéis testigos?
-Sí, más no dejo que me impongan yugos;
yo les llamo a los muertos mis amigos;
y les llamo a los vivos mis verdugos.
-Me deja -
agrega el médico- perplejo
vuestro mal, y no debo de acobardaros;
tomad hoy por receta este consejo:
"Sólo viendo a Garrick podréis curaros".
-¿A Garrick? -Sí, a Garrik... La más remisa
y austera sociedad le busca ansiosa;
todo aquél que lo ve muere de risa;
¡tiene una gracia artística asombrosa!
-¿Y a mí me hará reír? -¡Ah! sí, os lo juro;
él sí; nada más él; más...¿qué os inquieta?
-Así -
dijo el enfermo-, no me curo:
¡yo soy Garrik!... Cambiadme la receta".


¿Cuántos hay, que, cansados de la vida,
enfermos de pesar, muertos de tedio,
hacen reír como el actor suicida,
sin encontrar para su mal remedio?

¡Ay! ¡Cuántas veces al reír se llora!
¡Nadie en lo alegre de la risa fíe,
porque en los seres que el dolor devora
el alma llora cuando el rostro ríe!

Sí se muere la fe, si huye la calma,
si sólo abrojos nuestra planta pisa,
lanza a la faz la tempestad del alma
un relámpago triste: La sonrisa.

El carnaval del mundo engaña tanto,
que la vida son breves mascaradas;
aquí aprendemos a reír con llanto,
y también a llorar con carcajadas.


Autor: JUAN DE DIOS PEZA (1852-1910)

_________________



reir llorando juan de dios peza
La vida: comedia y tragedia
Juan de Dios Peza (México D.F., 29 de junio de 1852 - 16 de marzo de 1910), fue un poeta, político y escritor mexicano. Fue nombrado miembro numerario de la Academia Mexicana de la Lengua, ocupó la silla IX en Mayo de 1908.

31 de marzo de 2008

EL SEMINARISTA DE LOS OJOS NEGROS (Miguel Ramos Carrión)


EL SEMINARISTA DE LOS OJOS NEGROS

Desde la ventana de un casucho viejo
abierta en verano, cerrada en invierno
por vidrios verdosos y plomos espesos,
una salmantina de rubio cabello
y ojos que parecen pedazos de cielo,
mientas la costura mezcla con el rezo,
ve todas las tardes pasar en silencio
los seminaristas que van de paseo.

Baja la cabeza, sin erguir el cuerpo,
marchan en dos filas pausados y austeros,
sin más nota alegre sobre el traje negro
que la beca roja que ciñe su cuello,
y que por la espalda casi roza el suelo.

Un seminarista, entre todos ellos,
marcha siempre erguido, con aire resuelto.
La negra sotana dibuja su cuerpo
gallardo y airoso, flexible y esbelto.
Él sólo, a hurtadillas, y con el recelo
de que sus miradas observen los clérigos,
desde que en la calle vislumbra a lo lejos
a la salmantina de rubio cabello,
la mira muy fijo, con mirar intenso.


Y siempre que pasa le deja el recuerdo
de aquella mirada de sus ojos negros.
Monótono y tardo va pasando el tiempo
y muere el estío y el otoño luego,
y vienen las tardes plomizas de invierno.

Desde la ventana del casucho viejo
siempre sola y triste; rezando y cosiendo
una salmantina de rubio cabello
ve todas las tardes pasar en silencio
los seminaristas que van de paseo.

Pero no ve a todos: ve solo a uno de ellos,
su seminarista de los ojos negros.
Cada vez que pasa gallardo y esbelto,
observa la niña que pide aquel cuerpo
en vez de sotana, marciales arreos.

Cuando en ella fija sus ojos abiertos
con vivas y audaces miradas de fuego,
parecen decirle: —¡Te quiero!, ¡te quiero!,
¡Yo no he de ser cura, yo no puedo serlo!
¡Si yo no soy tuyo, me muero, me muero!

A la niña entonces se le oprime el pecho,
la labor suspende y olvida los rezos,
y ya sólo vive en su pensamiento
el seminarista de los ojos negros.
En una lluviosa mañana de invierno
la niña que alegre saltaba del lecho,
oyó tristes cánticos y fúnebres rezos;
por la angosta calle pasaba un entierro.

Un seminarista sin duda era el muerto;
pues, cuatro, llevaban en hombros el féretro,
con la beca roja por cima cubierto,
y sobre la beca, el bonete negro.
Con sus voces roncas cantaban los clérigos
los seminaristas iban en silencio
marchando en dos filas hacia el cementerio
como por las tardes, al ir de paseo.

La niña angustiada miraba el cortejo
los conoce a todos a fuerza de verlos...
tan sólo, tan sólo faltaba entre ellos...
el seminarista de los ojos negros.

Corrieron los años, pasó mucho tiempo...
y allá en la ventana del casucho viejo,
una pobre anciana de blancos cabellos,
con la tez rugosa y encorvado el cuerpo,
mientras la costura mezcla con el rezo,
ve todas las tardes pasar en silencio
los seminaristas que van de paseo.

La labor suspende, los mira, y al verlos
sus ojos azules ya tristes y muertos
vierten silenciosas lágrimas de hielo.
Sola, vieja y triste, aún guarda el recuerdo
del seminarista de los ojos negros...


Miguel Ramos Carrión (Zamora, 1848 - Madrid, 8 de agosto de 1915) Fué dramaturgo, periodista y humorista español.


Con tu visita yo vibro./ Tu regalo apreciaré,/y te obsequiaré mi libro/ si me invitas un café.

Invitame un café en cafecito.app