Naborí |
Valiente
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Amor
–bálsamo en la herida |
Amor es desprendimiento |
y sol
risueño en la frente– |
del humano corazón; |
es el
Génesis, la fuente |
una manifestación |
universal
de la vida. |
íntegra del sentimiento. |
Por su
gracia indefinida, |
Sublime florecimiento |
yo
explicaría el amor, |
de íntimas evocaciones; |
no con
mi voz de cantor |
pulmón de nuestros pulmones, |
sino con
veinte violines |
que más fuerza le pedimos |
en un
bosque de jazmines, |
cuando en el alma sentimos |
a los
pies de un surtidor.
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todas sus palpitaciones.
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Érase la
iniciación |
Amor es lágrima ardiente |
del
milagro de lo vivo: |
y carcajada sonora: |
salió
Amor del primitivo |
está en el pecho que llora |
huevo de
la Creación… |
y en el niño sonriente. |
Todo
sintió la pasión |
Nada le es indiferente, |
de
abrazarse y de fundirse; |
en todas partes está; |
acaso
porque al abrirse |
y sólo el amor nos da |
sus
pupilas luminosas, |
un aire de primavera, |
tuvieron
seres y cosas |
cuando la ilusión primera |
la
necesidad de unirse.
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de la vida se nos va.
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Amor es
el Todo: es |
Por el amor a la vida |
el
cuerpo eterno de un dios |
hay lucha de enero a enero, |
que
quiso partirse en dos |
y el hombre derrite acero |
para
juntarse después. |
sudando sangre molida. |
Donde
una pareja ves |
Con la influencia crecida |
fundiendo
sus voluntades, |
de su fuerza espiritual, |
no veas
dos unidades |
el trabajo corporal |
juntas
por afinidad, |
tiene sus evoluciones |
sino una
sola unidad |
para las realizaciones |
uniendo
sus dos mitades.
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del progreso universal.
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Amor…
¿Qué cosa es amor? |
¡Qué sublime es el amor |
Tal vez
la ley misteriosa |
de ese padre espiritual |
que
enseñó a la mariposa |
que es el maestro rural |
el
secreto de la flor. |
en su cívica labor! |
Hoguera
cuyo calor |
Llegar al campo, al dolor |
salva de
muerte al viajero |
de tanto niño olvidado, |
que
transita por sendero |
arrancarlo del arado |
helado
de invierno triste… |
donde mata su destino |
fuerza
de atracción que existe |
para enseñarle el camino |
entre el
imán y el acero.
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que el geófago le ha negado.
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Amor no
es pedir: es dar |
Y por el amor también |
la casa,
el lecho, la mesa… |
el hombre se ofusca y mata |
Es
–según Santa Teresa– |
cuando la mujer ingrata |
la
alegría de alegrar… |
no le corresponde bien. |
Ser
feliz al escuchar |
Cuando traición y desdén |
la risa
de los felices, |
marchitan su amor profundo, |
ver los
humanos deslices |
cuando un loco furibundo |
con el
perdón más profundo, |
se arrebata y busca el pecho |
sentir
que el tronco del mundo |
que le ha robado el derecho |
tiene en
nosotros raíces.
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de ser feliz en el mundo.
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Hay el
amor de cristal |
Amor de novia, embeleso |
de la
novia soñadora, |
de ternura apasionada, |
embrujada
por la hora |
calabozo en la mirada |
del beso
y del madrigal… |
para la prisión de un beso. |
La
espera inquieta, puntual |
Vemos el instinto preso |
como los
rayos solares, |
de unas inquietudes locas, |
el
Cantar de los Cantares |
un afán rompiendo rocas |
en voz
de aire sedeño, |
de vigilancia y cuidado, |
y la
embriaguez de un ensueño |
cuando no se ha realizado |
constelado
de azahares.
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el impacto de dos bocas.
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Hay el
amor a la esposa, |
La esposa se da en amor |
la sed
joven que disfruta |
como en caminos la vida, |
la
realidad de la fruta |
cuando es bien correspondida |
y la
ilusión de la rosa. |
por su firme adorador. |
Mas,
cuando madre amorosa |
Pierde todo su esplendor |
la mujer
se nos ha dado |
cuando la traición la hiere; |
en el
hijo bien amado |
es un amor que requiere |
que
hablará con nuestro dejo |
justa reciprocidad, |
el Amor
es un espejo |
porque sin felicidad |
vivo que
nos ha copiado.
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se enferma, se agrava y muere.
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Madre
–tierra que se inunda |
La madre siente un amor |
de
savia, vibra y florece–: |
hondo y desinteresado: |
tu hijo
es un árbol que crece |
diríase un cuerpo alado |
desde tu
entraña fecunda… |
para un vuelo superior: |
Pero su
raíz profunda |
se crece junto al dolor, |
se ha
quedado en tu matriz: |
ante el pecado medita; |
por eso
no eres feliz |
es esa fuerza infinita |
si tu
hijo llanto derrama: |
que el tiempo no la consume; |
golpe
asestado a la rama |
rosa que se da en perfume |
siempre
duele a la raíz.
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hasta después de marchita.
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Amar a
un hijo es amar |
Amar a un hijo es saber |
nuestra
carne, nuestros huesos; |
que todo no se ha perdido, |
es como
ver nuestros besos |
que el árbol viejo y rendido |
con el
milagro de andar. |
en otro empieza a crecer. |
Y el
padre que ve enterrar |
Verlo jugar y correr |
a un
hijo inmóvil y frío, |
es empezar a vivir… |
es un
pájaro sombrío |
¡qué dicha verlo reír, |
que en
un dolor de ala mustia |
porque en su risa inocente |
se pone
a volar su angustia |
se está abriendo una simiente |
al pie
del nido vacío.
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de luz para el porvenir.
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Para que
con nuestra huella |
Amor grande el que yo siento |
se torne
cristal el lodo, |
por aquella madre anciana, |
hay que
amar: amarlo todo, |
desde allá con una cana |
desde el
gusano a la estrella. |
me iluminó el pensamiento. |
La
fulminante centella |
Levántate, monumento |
se hará
un suave resplandor; |
de luz, de esperanza y fe; |
la
espina se hará una flor, |
mirarte es saber por qué |
el erial
se hará una huerta, |
nadie tanta luz expande… |
cuando
no quede una puerta |
Allá está el amor más grande |
cerrada
para el Amor.
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del mundo, puesto de pie.
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