10 de agosto de 2021

LA BATALLA CONTRA EL EGO

 

LA BATALLA CONTRA EL EGO

 

“Todo comienza conmigo
 y todo termina en yo,
en toda satisfacción,
el yo se lleva consigo”.
(José Larralde.
"Herencia pa' un hijo gaucho").
 
Gritar que “soy el mejor”
en desiertos de humildad
es marchitar la verdad
con la espina del error.
Quiero armarme de valor
y el perdón del lector ruego,
al combate aquí me entrego
pues vencerlo no me aterra,
quiero ganar esta guerra…
¡La batalla contra el ego!

El ego tiene un concepto
elevado de sí mismo,
y aunque se hunda en el abismo
de la cumbre es un adepto.
¿Se cree dios? Es inepto.
De jactancia un gran vestuario
lo va disfrazando a diario
con máscara narcisista,
y no hay que perder de vista
que el ego es un adversario.

Hay que entender que un artista
tiene su cuota de ego,
pero si es gigante y ciego
puede obnubilar su vista.
La vanidad pide pista
y se sube al escenario,
quiere aplauso y honorario
su espada de gladiador,
pero hay que ser domador
contra el ego, el adversario.

El ego ha de ser medido,
controlado, mesurado,
hay que ponerle candado
y mantenerlo dormido.
Es el yuyo en el florido
terreno de la hermandad,
señal de debilidad
y destruye más que el fuego,
pero no hay actor sin ego
y es visible esta verdad.
 
Por eso no rindo culto
a quien con lisonja nula
y sin fundamento, adula
con algún motivo oculto.
Desconfiado, dificulto
beber lo que nutre el ego,
y del orgullo reniego
cuando es extralimitado,
si un elogio no es honrado,
da agrio desasosiego.
 
Anhelo sinceridad
y franqueza de expresión,
cuando es sano el corazón
y expresa veracidad.
En medida cualidad
que te enseña a valorarte,
el ego tiene su parte
y no está mal una dosis,
ambigua metamorfosis
de cualquier rama del arte.
 
© Rubén Sada. 10/08/2021.

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