ARRESTO DOMICILIARIO
¡Cuántas cosas pude hacer
desde el día en que estoy preso!
Estoy algo más obeso,
¡me quiere echar mi mujer!
Cuidarnos es menester
y hacer de casa un santuario,
ser un autocomisario
y evitar toda reunión,
autoimponerse prisión,
“arresto domiciliario”.
Hago cosas atrasadas
mientras estoy en encierro,
bañé al gato, al loro, al perro,
sembré flores perfumadas.
Hice poesías rimadas,
en la PC leí el diario,
aumenté el vocabulario,
desinfecté donde estoy,
lo hice porque tengo hoy
arresto domiciliario.
Le pasé a mi rostro lija,
alisando sus detalles,
pedaleé más de cien calles
(en la bicicleta fija).
Ordené bien la valija
con la ropa del armario,
lavé todo mi vestuario,
platos, cubiertos y tasa,
y estoy “disfrutando” en casa
arresto domiciliario.
Hice de la rima estudio
para un lenguaje poético,
me tomé un café dietético
mientras hice un interludio.
Hice un verso de repudio
contra este virus corsario,
protesté por mi salario
desde la computadora,
y estoy padeciendo ahora
arresto domiciliario.
Solamente me visita
un colibrí desde el cielo,
para darme algún consuelo
y el néctar en su gotita.
Mi gato lo ve y se agita,
con un zarpazo ordinario,
yo me siento un cavernario
y el humilde colibrí
se está burlando de mi
arresto domiciliario.
Hice tortas fritas tiernas
escoltadas por dos mates,
para aguantar los embates
del estómago y las piernas.
Me siento de las cavernas
o un caballero templario,
mi casa es el escenario
de una prisión, de un cuartel,
¡que me den el alta del
arresto domiciliario!
© Rubén Sada. 19/03/2020