Al cumplirse este 25 de abril, 32 años de la desaparición física del poeta, periodista y humorista venezolano, Aquiles Nazoa, sus obras literarias siguen proyectando la cultura popular del pueblo venezolano. Dotado con la visión de resaltar las cosas más sencillas del diario acontecer, plasmó esa perspectiva en cientos de poesías humorísticas que lo consagraron como uno de los mejores cultivadores de este género, dado su estilo llano y directo, aunque la pasión por esta categoría literaria no significó que se alejara de las realidades políticas, sociales y económicas que afectaron al país durante las décadas del 40, 50 y 60.
Para 1970 escribió "Humor y amor", compilación de sus mejores obras. En los años siguientes la literatura venezolana se nutrió con formidables trabajos suyos. Confieso que al leer "Humor y Amor" pensé ¡Qué similitud con mi estilo de poesías! Aquiles Nazoa utilizaba cualquier noticia que salía en el periódico, para hacer una poesía.
Aquiles Nazoa falleció en un accidente de tránsito el 25 de abril de 1976. En su honor se creó en marzo de 1980 en la Universidad Central de Venezuela, la cátedra libre de humorismo Aquiles Nazoa.
Mi homenaje, a 32 años de su trágica muerte, ya que luego de haber conocido algunas de sus poesías, he notado amplitud de semejanzas con mi estilo poético de escritura, por lo que admiro totalmente sus obras, y su estilo inconfundible.
Del maestro Aquiles Nazoa:
EL MAYORDOMO Y EL GATO
Recientemente falleció en Montana
una viejecita norteamericana
que, en calidad de único heredero
le dejó a un mayordomo su dinero.
Mas la anciana del caso que relato
dejó también un gato
que ha venido a plantearle al mayordomo
un problema, lector, de tomo y lomo,
ya que en el testamento hay un mandato
que le impide aunque llegue a la indigencia,
disponer ni una puya de la herencia
hasta que no se muera dicho gato.
Me diréis: - ¿Y por qué ese mayordomo
no se arma de una estaca o de un zapato
y acaba de una vez con ese gato
que debe de caerle como un plomo?
Ah, porque la viejecita, en previsión
de que ocurrir pudiera cosa tal
aclaró al imponer su condición
que del gato en cuestión la defunción
debe ser natural,
y si no muere así, tampoco hay real.
Lo que le queda, pues, al mayordomo
ante este caso, es conservar su aplomo,
con paciencia llevar su dura cruz
y esperar que se muera el micifuz.
y como el gato tiene siete vidas,
¡esas puyas, lector, están perdidas!
Autor: Aquiles Nazoa (Venezuela)