HAGAMOS UN TRATO
Hagamos un trato,
te doy mis manos, y tú, me das las tuyas,
juntos derribemos las barreras impuestas,
el neon no puede suplir a las estrellas
y el asfalto no tiene el calor de la tierra.
Hagamos crecer rosas
en el sitio preciso donde grabó la sangre
sus huellas sorprendidas de mutilados sueños,
devolvámosle al cuerpo su natural espejo
de desnuda caricia devorando colores.
Seamos misioneros,
llevando nuestro credo de amistades sin precio
y asfaltemos de besos los rostros más sedientos,
no es posible que el hambre de amor en nuestras risas
siga alzando estandartes de odio y de rencores.
Desatemos mordazas,
hay un germen de verbos que buscan expandirse
para llevar su música a los rincones del miedo,
es infame callar la oficializada tortura del niño
que busca en la basura su horizonte de panes.
Ascendamos al alba,
las sombras de la duda ya tuvieron su reino
de costados abiertos y vinagre en esponjas,
bebamos en las aguas castalias de la verdad desnuda
que el sueño necesita renovar su evangelio.
Edifiquemos un mundo
donde reine la antigua armonía del cielo sin sombras,
y los mares recobren su color de tritones,
que las tibias raíces de nuestra madre agraria
hagan brotar su verde campanada de besos.
Hagamos un trato,
te doy mi corazón, y tú, me das el tuyo,
latiremos al unísono de la nueva arquitectura
que iremos levantando con todos nuestros versos,
nuestros sueños llevarán una sola bandera.
Autor: César Lucil -El Salvador-