SOMBRA EN LA CARNICERÍA
(Cuento con opción final de votar quién fue el culpable).
Se acercaban las fiestas y más de un vecino planificaba la compra de carne, proteínico banquete con el que agasajarían a sus familiares. Cientos de miles de luces led dispuestas como guirnaldas adornaban cada rincón de la ciudad. El aire olía a pólvora, pues esporádicamente comenzaban a explotar algunos cohetes con los que por tradición se festejan las fiestas. Por todos lados la gente se saludaba con el clásico estribillo de “si no te veo, felices fiestas”, con un fondo musical de villancicos que predisponían a un humor festivo.
Un señor recién jubilado planificaba la cena de Nochebuena, porque en apenas dos días más estaría nuevamente con toda su familia alrededor de la mesa. Fue así que el canoso Braulio se decidió a concurrir con su bolsa de compras a la carnicería de la esquina. Asomándose por la vidriera del local, pudo ver que no más de seis personas esperaban adentro, porque estaba dispuesta en un local no demasiado grande. Pero todavía quedaba un lugarcito para esperar su turno.
Al abrir la puerta de la carnicería y sacar número, se encontró con un intimidante Rottweiler a las espaldas de su dueño, quien se hallaba comprando. Asustado por semejante cuadrúpedo, regañó duramente al vecino, diciéndole en voz alta delante de los demás que ‘no estaba permitido el ingreso de animales’ a un comercio de alimentos: ‘¡Sáquelo a la calle!’ El dueño del can se hizo el que no escuchaba y siguió pidiendo carne.
Entonces Braulio increpó al carnicero, ‘que no hacía valer su autoridad para cumplir con la ley’, que si el perro no salía del local ‘lo denunciaría a la Oficina de Sanidad del Municipio’. ‘Que su tío era inspector municipal’ y rápidamente lograría la clausura del local.
El clásico olor a carne fresca del ambiente comercial fue rápidamente reemplazado por el de adrenalina de los soldados en un campo de batalla. Mientras Braulio, con su celular tomaba una foto del suceso a modo de pruebas para su denuncia, el dueño del perro intentó manotearle el teléfono al grito de “guardá esa cámara, vos quién sos”.
Como consecuencia, el aguerrido animal comenzó a alterarse, plantándose de frente a Braulio con una mirada asesina. Comenzó a olfatearlo mientras le gruñía de un modo amenazador, mientras otro cliente a dos metros, llamaba con su celular a la policía sospechando que algo pasaría en el instante siguiente.
El dueño del animal y el carnicero permanecían impávidos ante la situación y Braulio aumentaba su adrenalina al máximo. Mientras tanto, una señora que esperaba con su pequeña hija hipoacúsica al lado, tuvo miedo y amagó a intentar salir del local, con tanta mala suerte que en el preciso instante en que abrió la puerta, pasaron por la vereda unos jóvenes que tiraron un petardo, y la estampida tremenda hizo que el Rottweiler asustado atacara a la niñita en el brazo y le destrozara su pequeña mano.
A la voz de “Sombra, Sombra, Sombra”, el dueño del animal nada estaba pudiendo hacer para separarlo de su desprevenida víctima y los gritos de los presentes alteraban mucho más a la salvaje bestia, que no soltaba a su indefensa presa. Entre tanto horror, el carnicero saltó el mostrador con un cuchillo de despostar y se lo clavó al Rottweiler desde atrás, por lo que la bestia no tuvo tiempo de atacarlo y comenzó a desangrarse, transformando al local de venta de carne en el frigorífico donde se la faena.
La policía tardó unos 15 minutos en llegar a la esquina. La unidad móvil de cuidados médicos tardó otros 15 minutos más. Pero ya nada podía hacerse. Al año, todos los personajes menos la niña, volverían a verse cara a cara en los tribunales. Usted, lector, será el juez.
© Rubén Sada. Cuento basado en hechos reales. 11/12/2022.
ENCUESTA: Para usted, ¿de cuál de los personajes es la culpa de lo que ocurrió?
VOTE POR EL CULPABLE:
Nº 1. El carnicero, por no hacer cumplir la ley. Discutir con su cliente le habría hecho perder la venta.
Nº 2. El dueño del animal, por no obedecer la ley, que dice que ningún animal puede estar en una carnicería.
Nº 3. Braulio, por entrar intempestivamente en el local y advertir la peligrosidad del cuadrúpedo a los gritos.
Nº 4. La madre de la víctima, por llevar a su hija hipoacúsica a un sitio peligroso. Ella tenía que haberse retirado del local ni bien ingresó, al ver que adentro había un Rottweiler y representaba peligro.
Nº 5. Los anónimos jóvenes que tiraron el petardo en la vereda, sobre la puerta de la carnicería.
Nº 6. La policía, que tardó demasiado en concurrir a la carnicería, alertada por el llamado al 911 de otro cliente.
Nº 7. El desventurado destino de la niña. La mala suerte de abrir la puerta en la milésima de segundo que explotó el cohete.
Nº 8. El juez. En el juicio penal por lesiones, solo falló inhabilitación comercial para el carnicero y condenó al dueño del perro apenas con una multa de dinero, haciendo que este hecho no fuera demasiado aleccionador para sucesos similares futuros. ¿Pagar una multa acaso exime de culpabilidad?
MEDITE SOBRE EL CASO Y VOTE POR EL CULPABLE. USTED SERÁ EL JUEZ.
MORALEJA: Cuando la culpa es de todos, se diluye tanto que no es de nadie.