LÍRICA AL CALZADOR DE ZAPATOS
hoy, que ajustan los zapatos
con estos versos muy gratos
al que a los dos pies me calza.
Utilidad que realza
de lo simple, la labor,
que es insigne servidor
y en un rincón yace oculto,
mi poema rinde culto
al humilde “calzador”.
y me aprieta el cinturón,
pido, hermano del talón
que concurras en mi ayuda.
¡Ponme el cuero que me escuda
como armadura del pie!
Mi promesa cumpliré
de no dar un paso en falso,
no lo dejaré descalzo
y hacia el frente avanzaré.
de arriba abajo el calcáneo,
y un movimiento instantáneo
hacia el exterior te jala.
Así, rápido, se instala
el pie en babor y estribor,
pero si hay callo opresor
porque se achicó la ropa,
con tu empuje, viento en popa
va ajustando el calzador.
Mas, quien fue botín holgado
no vio tu finalidad
y a un cajón de oscuridad
el olvido te ha tirado.
No es bueno estar ajustado
y que el caminar apriete
con dolor algún juanete
que al metatarso lo abolla,
y le saque gruesa ampolla
que al dueño del pie lo inquiete.
dijo que al mundo destranca,
y lo mueve tu palanca
que en el taco da al talón.
Entra el empeine a presión
cuando en el punto de apoyo
puja al talón en el hoyo
listo a dar el primer paso,
zapato y pie en un abrazo
vencerán cualquier escollo.
aunque nadie lo haya hecho,
y te pongo el pie derecho
aun con el zapato chico.
Mil gracias, te las replico
y mi gratitud rebalsa
poesía que te ensalza
con letras en un vaivén,
firmo al pie: Sada Rubén,
el mismo que viste y calza.