POTROS
Hay
potros que galopan sin cesar adentro mío y no los puedo detener,
una
carrera que arrasa con mi calma.
Enardecen
mi sangre cuando veo que los hombres hasta matan por tener,
me
hierve el alma.
Y
corren desbocados cual tropilla sin jinete por las calles del saber,
aturden
con sus cascos mi conciencia.
Asolan
mis principios pisoteando verdes hierbas que he podido recoger,
mi
sabia esencia.
Me
empujan adelante con violencia, potros que me impiden retroceder,
es
una lucha.
Están
embravecidos y me esfuerzo por domarlos, mas no me escuchan.
No
los puedo someter.
El
polvo levantado en la tropilla me quita la luz del camino.
La salvaje estampida galopa con furia y no la puedo detener,
y no se detendrá mientras mi espíritu esté vivo,
pero
que, de a ratos tiene luz y alivio: ¡cuando yo escribo!
Rubén
Sada. 29/11/2014