AL HOMBRE DE CAMPO
Hombre de campo que habitas
en la tierra y la cultivas
y recoges el noble fruto
de tierra virgen y suelo bruto.
Campesino, tú que cosechas
canciones tristes y endechas,
y esperas alegre y con fe
que la tierra producto dé.
Ejerce paciencia labrador,
pues no es vana tu ardua labor,
solo hay que saber esperar,
y mientras mantener y cuidar.
Remueve la tierra y planta
sembrando lo que más te encanta;
quita los yuyos y riega
que llegará el tiempo de la siega.
Que los cielos lluevan para ti
y te bendiga Dios y te haga feliz,
sabiendo que esta alegría
es el fruto de lo que sembraste un día.
Hombre de campo, tú que miras
al sol con el rostro bronceado,
tu frente suda y transpiras
por tan duro haber trabajado.
Tus manos se han encallecido,
tus pies se han enrojecido,
trabajaste duro y tendido,
con lluvia o sol, calor o frío.
Aunque te sientas solo y herido
nunca, nunca te des por vencido,
multiplicarás tu fuerza productiva
y derrotarás hasta a la sequía.
Y luego de una gran jornada
de muchas horas trabajadas
descansarás, tú y tu familia
tranquilos, durante la vigilia.
No te desvíes campesino,
continúa por tu duro camino,
pon mucho empeño y experiencia,
trabajando con sabia conciencia.
Sé que sos un pequeño puntito
dentro de este universo infinito,
pero sigue esta vida alegre y sana,
sigue sembrando, segarás mañana.
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© Rubén Sada. Año 1979
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Escrito adentro de un calabozo por Rubén Sada de Argentina el 04-10-1979 en la Compañía de Comunicaciones 9, de Comodoro Rivadavia Chubut, donde fui detenido e incomunicado bajo el régimen militar, por negarme a empuñar las armas. Este poema fue publicado en la página 98 de un libro escolar de 5º grado básico de Chile.