EL REVERENDO
Comodoro, CA COM 9,
en el patio del cuartel,
me apartaron del plantel:
¡fui espina que se remueve!
Impartiendo una orden breve
un suboficial de grado
me llevó a un sitio privado
y es lo que voy concluyendo,
me presentó a un reverendo,
pues me negué a ser soldado.
El cura me hizo sentar
frente a su silla en un aula,
hoy recuerdo su habla maula
que me empezó a predicar.
Me quiso catequizar
cual si fuera un pecador...
¡Yo nunca fui desertor!
Y me enfrenté a todo obstáculo...
¡Qué triste fue este espectáculo
de un “vicario” del Señor!
Como enfermo él me veía,
con su hablar de inflexión médica,
y fue su melosa prédica
una prédica vacía.
Él, convencerme quería,
de que yo acepte el fusil,
y con persuasión gentil
me invitó con prontitud
a deponer mi actitud
o enfrentarme a un sitio hostil.
—“Si no empuñas el fusil
te enviarán a un calabozo,
que no es un lugar hermoso,
¡es un negro cuchitril!
Perro rebelde al canil,
y te encerrarán diez años,
no podrás ni ir a los baños,
te será duro el invierno,
tu vida será un infierno,
si acaso sales, con daños”.
De abajo de la sotana
extrajo una Biblia roja,
y con una tesis floja
defendió su idea “cristiana”.
Mi argumentación fue vana
y a contarlo no resisto,
le expliqué que Jesucristo
hablaba contra la guerra,
predicó paz en la tierra,
portar espada es mal visto.
A sacerdotes sostienen
bendiciendo miles de armas,
adormecen sus “alarmas
conciencias”, si es que las tienen.
De la guerra no se abstienen
y desde uno y otro bando
da la orden el alto mando
y es la misma arma bendita
que en lo alto la vida quita
mientras siguen disparando.
Si los padres educaran
a sus hijos en la paz,
pibes chorros no habría más,
que por robarte disparan.
Si los clérigos formaran
'juventud de no violencia',
el amor sería la ciencia"
y de allí me fui sabiendo
que no importó al reverendo
violar mi limpia conciencia.
A quien tiene base firme
es difícil convencer,
y el cura no pudo hacer
que yo quisiera instruirme.
El intento de advertirme
no tuvo un final airoso,
con él no fui irrespetuoso
pero mi credo esgrimí,
y me llevaron de allí
derechito al calabozo.
© Rubén Sada. 11/02/2019.