ROMANCE DEL CELULAR
—Hola, soy tu celular—dijo, su cuerpo de plástico,
escuché su voz robótica
saludar desde el rectángulo.
—Te entrego en mi corazón…
todo el éter del espacio,
tipeame una contraseña
y pondré al mundo en tus manos.
Tempranito, en la mañana,
te despertará mi gallo,
y te guiaré al empleo
para ganarte el salario.
Soy una mini PC
más instruida que un anciano,
tengo un bloc de notas, Word,
donde guardo tu poemario.
Tengo toda clase de Apps,
Google Sheets, hojas de cálculo,
donde harás bien tus balances
para controlar tus gastos.
Conmigo tendrás la música
que siempre te ha acompañado,
y podrás ver mil películas
sin pagarlas ni un centavo.
Te informaré las noticias,
lo que en el día ha pasado
y el pronóstico del clima,
días de sol o chubascos.
Hablarás con tu mamá
del otro lado del charco,
y regalarás saludos
con mil besos y un “te amo”.
Tengo activa una linterna,
por si la luz se ha cortado,
y te guiaré con mis mapas
a suelos inexplorados.
En mi interface virtual
podrás ahorrar en el Banco
y si haces compras on-line
te traigo al supermercado.
Gracias a mí, tus dos ojos
tienen la capacidad de cuatro,
si yo me muero, estás muerto,
como un alma al que han robado.
Coleccionaré tus fotos,
cada instante respirado,
y con mi truco en tus selfies
te quitaré veinte años.
Ningún idioma es barrera
al traductor idiomático,
todo el mundo, el mundo entero
pondré al alcance en tu mano.
…
Solo te pido una cosa
por los servicios prestados:
Voy a someter tu vida,
me darás tu tiempo a cambio.
De mí serás dependiente,
me convertirás en tu amo,
seré esencial como el aire,
¡te agradará ser mi esclavo!
Yo te presto utilidad,
¡me darás el alma en pago!—
Al oír sus amenazas
no me allané a sus amagos,
fui al galpón, tomé el martillo,
y lo convertí en pedazos.
© Rubén Sada. 24/2/2024.
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