EN LA ESCUELA DE LA CALLE
La calle ha sido mi escuela
y
aprendí mucho, aseguro,
fue
donde forjé el futuro
al
concurrir con cautela.
Me
clavó más de una espuela
mientras
me dio de comer,
cada
nuevo amanecer
yo
me presenté en su aula,
las
paredes de su jaula
son
pizarra del saber.
🚗
La calle me abrió los ojos
en
mañanas de arrebol,
solo
allí conocí el sol
y
escuché a los petirrojos.
En
la calle pisé abrojos
que
dieron sangre a mi herida,
y
alguna calle florida
también
me reconfortó,
al
sembrar, diciendo "no"
al
matorral de la vida.
🚗
La calle fue mi maestra
y
agradezco su enseñanza,
me
dio bienaventuranza
o
fue asesina siniestra.
Bien
y mal hubo en su diestra
y
cuando intentó matarme,
siempre
conseguí escaparme
esquivando
el fuego gris
de
este maldito país
que
se empecina en odiarme.
🚗
Respiré bosta y gasóleo
y enfrenté a más de un bulldog,
y enfrenté a más de un bulldog,
me
obligó a beber su smog
y
me alimentó a petróleo.
Fue
de Boticelli el óleo
donde
retrató al infierno,
me
heló la sangre su invierno
y
me asé en cada verano,
el
diploma de baqueano
tiene
"YECA" en el cuaderno.
🚗
La calle fue la academia
de mi mente autodidacta,
de mi mente autodidacta,
y
mi aprendizaje extracta
el
elogio y la blasfemia.
Hoy,
que la vejez me premia
no
puede ser que desmaye
o
hacer que en silencio acalle
por
migajas la verdad,
yo
nutrí mi libertad
en
la escuela de la calle.
🚗
© Rubén Sada. 4/2/2024.
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