13 de agosto de 2022

¿A QUÉ HUELE LA CIUDAD?

 



¿A QUÉ HUELE LA CIUDAD?
La ciudad huele a café
cuando por un bar camino,
huele a pizza, fainá y vino
y a chocolates Nestlé.
Huele a iglesias, huele a fe,
huele a lujo y vanidad,
aulas de universidad
y marchitas plazoletas,
ahora díganme, poetas:
¿a qué huele la ciudad?

La ciudad huele a parejas tomándose de la mano, huele a un smog cotidiano y a ventanales con rejas. Huele a cuentos, moralejas en una charla de bar, huele al mantel familiar con fideos en domingo, y un olor que no distingo pero me hace llorar. La ciudad huele a cemento y a colmenas sin amor, a mil balcones sin flor en almas de pavimento. La ciudad huele a lamento de una boquita pintada, huele a niñez vulnerada y a graffiti con doctrina y en el hueco de una esquina a dulce garrapiñada. La ciudad huele a la venta y a ambulantes vendedores, huele a incautos compradores de cosas que alguien inventa. Huele a volantes de imprenta que nadie acepta ni mira, huele a un muerto que respira revolviendo la basura, huele a fuentes de agua pura que por ser libre delira. La ciudad de guantes blancos huele a sirenas, alarmas, a forajidos con armas en las cajas de los bancos. Huele en varios de sus flancos al jacarandá y al tilo, a paloma y cocodrilo, a cucaracha y ratón, a pan duro y a mansión, huele a hachís y fentanilo. Huele a transporte atestado y a montañas de cartones, a falsas licitaciones con la firma del Estado. Huele a sitio vigilado por cámaras enjauladas, a calles siempre cortadas por el miedo y su negocio, la ciudad hoy huele a ocio y huele a puertas cerradas. © Rubén Sada - 13/08/2022.

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