“NO ME OLVIDES”
Con sus pétalos zafiro
que emulan a las estrellas,
las “nomeolvides” tan bellas
me provocan un suspiro.
Creo ver, cuando las miro,
en sus corolas de cielo,
la mirada de mi abuelo
y los ojos de mi abuela,
y el color de esta espinela
se me tiñe de consuelo.
Desde un perdido rincón
teje el recuerdo mi rueca,
mi cerebro-biblioteca
reaviva la emoción...
El jardín del corazón
que hoy desde lejos contemplo,
tuvo esta flor en su templo
y adornó a la soledad,
y hoy susurra con bondad:
“No me olvides, soy tu ejemplo”.
Hay afectos en mis venas
y lo confirmo en el acto,
que hago con ellos un pacto:
¡Valorar las cosas buenas!
De las floridas verbenas
de mi pecho sempiterno,
brota el recuerdo más tierno
de un azul inspirador,
y hoy lo veo en esta flor:
“La flor del amante eterno”.
que emulan a las estrellas,
las “nomeolvides” tan bellas
me provocan un suspiro.
Creo ver, cuando las miro,
en sus corolas de cielo,
la mirada de mi abuelo
y los ojos de mi abuela,
y el color de esta espinela
se me tiñe de consuelo.
teje el recuerdo mi rueca,
mi cerebro-biblioteca
reaviva la emoción...
El jardín del corazón
que hoy desde lejos contemplo,
tuvo esta flor en su templo
y adornó a la soledad,
y hoy susurra con bondad:
“No me olvides, soy tu ejemplo”.
y lo confirmo en el acto,
que hago con ellos un pacto:
¡Valorar las cosas buenas!
De las floridas verbenas
de mi pecho sempiterno,
brota el recuerdo más tierno
de un azul inspirador,
y hoy lo veo en esta flor:
“La flor del amante eterno”.
“No me olvides”, aunque el tiempo
haga caer otro grano
de arena en el casquivano
depósito del destiempo.
Y cuando algún contratiempo
pinte a tus zarcos de rojos,
o a tus claveles de abrojos
será tu ejemplo mi historia...
¿Como perder la memoria
si heredé hasta tus ojos?
hoy viene a tu flor celeste,
y le pido que se apreste
a contarme algo de ti.
Y en un instante hasta allí,
a tu rincón me transporto,
al verlo me quedo absorto
cuando tu néctar aspira,
no creerás ¡cuánto te admira
mi ser de pantalón corto!
y tu tornasol cerúleo
ya no posee el hercúleo
sueño de mi infante alado.
Tu tono añil has cambiado
por los ocres de mi otoño,
y aunque hay fruto en mi madroño,
al preparar mi mudanza,
solo tengo una esperanza:
¡Florecer en tu retoño!
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