"EN LA DOSCIENTOSTENA"
Se alarga la cuarentena
de estar confinado en casa,
el tiempo despacio pasa
y llegó a “doscientostena”.
Protegernos nos condena,
la condena nos protege,
hasta que el cielo despeje
nuestra vida es sedentaria,
hay que aguantar la malaria
hasta que el virus se aleje.
Ya van por los siete meses
que en la casa estamos presos,
devorándonos excesos,
comidas y exquisiteces.
El peso aumentó con creces
y aportes más culinarios,
sin importar los horarios
se deleita el paladar,
en la cárcel del hogar
todos somos presidiarios.
Yo siempre he sido flaquito
pero hoy me agarró el rapto,
para engordar ya estoy apto
y practico el mordisquito.
De postre un buen churrasquito,
con fernet-coca y café.
¿Adelgazar? ¿Para qué?
¡El hambre es lo más siniestro!
De esta manera les muestro
esos kilos que aumenté.
Ya reventé el cinturón
y no me entra el abrigo,
el tango “como y obligo”
me achicó hasta el pantalón.
El postre es mi vocación
y la parrilla agrandé,
cada hora un tentempié
me convirtió en chef maestro,
de esta manera les muestro
esos kilos que aumenté.
La gimnasia es la quimera,
se me han bajado los músculos,
caminando en los crepúsculos
de la cama a la heladera.
Tengo ancha la cadera
de tanto que me “morfé”,
no me pregunten por qué
la alacena me secuestro,
de esta manera les muestro
esos kilos que aumenté.
La balanza ya me grita:
“No subas que pesás mucho”.
Yo le hago caso y la escucho...
¡La tengo bien guardadita!
Mientras tanto mi ropita
al sastre se la mandé,
y más talles le agregué
sin rezar un padrenuestro,
de esta manera les muestro
esos kilos que aumenté.
© Rubén Sada. 28/09/2020.
Pie forzado: “Esos kilos que aumenté”, improvisado en décimas en el Taller de Payadores.
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