QUEJAS DE UNA GOMA PINCHADA
—¿Por qué a mí? Y
¿justo aquí?
Dije a la goma con furia,
y al verla, inmensa penuria
me invadió con frenesí.
Al bajarme, descubrí
que una goma desinflada,
fue cruelmente atravesada
por un puñal del asfalto,
era un clavo y gritó: ¡Alto!
¡La cubierta está
pinchada!
Preguntarle yo intentaba,
mas la goma mandó: “¡Calle!”
Oí “Shhhhhh” y vi un desmaye
mientras más se desinflaba.
—¿Por qué tú? —Yo
preguntaba
medio en serio, medio en broma,
y me respondió la goma:
—Mira bien dónde
conduces,
mira
bien, ¡prende las luces!...
¿O debo hablarte en tu idioma?
Tú
vas por la oscuridad
y
me echas luego la culpa,
recuerda,
solo soy pulpa
rodando
por la ciudad.
Giro
con velocidad
y
te brindo siempre auxilio,
mi
rueda es noble utensilio
desde
que la inventó un gaucho,
soy
solo un trozo de caucho
mas,
¡te llevo al domicilio!
Mi audición se hacía terca
pues no podía creer,
que me fuera a responder
una cubierta de cerca:
—Aflójame
cada tuerca,
antes
de que el cielo escarche,
si
quieres que otra vez marche,
¡destornilla
esta agonía!
¡Llévame
a la gomería
y
que me pongan un parche!
No
cometas un desaire,
¡quiero
volver a rodar!
Ya
no puedo respirar
pues
me falta todo el aire.
Fui
savia que fluyó en Zaire,
de
un árbol de látex vine,
no
dejes que un clavo arruine
mi
superficie tatuada,
no
quiero morir cremada
ni
que mi humo contamine.
Le respondí, carismático:
—Mi
cirujano gomero
te
emparchará con esmero,
¡y
revivirás, neumático!
A
partir de hoy, empático
seré
al conducirte. ¡Calma!
No
habrá clavos en tu palma
y
haré que conmigo marches...
Tú
en el cuerpo tienes parches,
yo
tengo un parche en el alma.
© Rubén Sada. 5/02/2021.
La figura retórica utilizada en este trabajo es la PROSOPOPEYA, que consiste en atribuir cualidades propias de un ser racional o animado a otro inanimado.