Se oye el canto del sinsonte
entre los ramajes altos,
en las cumbres se unen saltos
del agua en el horizonte.
La luna raya aquel monte
con la luz multicolor,
y en un cerco hay una flor,
que duerme un sueño profundo,
conociendo que es oriundo
del bosque del buen amor.
Un bosque el aire fabrica
y nos regala el oxígeno,
también nos sirven de antígeno
sus remedios de botica.
La polución purifica
y hasta al oído recrea
cuando al alba hay asamblea
de plumas chirriando, lacias,
al bosque le doy las gracias…
¡Del mundo es la panacea!
Cuando estrellas aparecen
en las aguas de los bosques,
los poetas guardabosques
cantos de luna parecen.
Las musas de amor se crecen
bailando entre las montañas,
y vierten las musarañas
el velo de su hermandad.
¡Qué profunda es la unidad
de todas estas hazañas!
Un bosque tiene el color
de la fe y de la esperanza,
cuando la acacia le danza
con los vientos del verdor.
Posee el inmenso honor
de ser hogar de mil nidos,
sinfonía de sonidos
hacen eco en su vergel,
cuando estoy dentro de él
se aceleran mis latidos.
Los latidos que en el pecho
quieren bordar armonía,
nos cantan la melodía
del cuento del triste helecho.
Lo arrancaron de su lecho
donde su madre cantaba
y llorando recitaba
los versos recién nacidos
que morían divididos
mientras padre trabajaba.
—Rubén Sada 3—
Un bosque es más que la casa
de mil pájaros y osos,
por sus troncos bien frondosos
mucha más ánima pasa.
Por eso, cuando la brasa
de un vil, destruye el pulmón,
se quedan sin protección
la floresta y las especies…
¡Al bosque no lo desprecies
hombre vil, sin corazón!
El incendio se avecina,
se adormecen los sentidos,
los hombres viven perdidos
cuando el horror les domina.
Una cerilla se inclina
rogando por compasión
que no prenda en la intención
su cabeza amarillenta,
huele a leña y a polenta…
¡Se rompe mi corazón!
Un bosque que tiene vida,
por tenerla se distingue,
y si su vida se extingue
la tierra estará vencida.
La espesura bendecida
en las raíces se instala,
y no habrá sierra ni pala
que lo pueda detener,
ni fuego al amanecer
que le haga arder el ala.
Amanece entre la espera
y el ruego de una oración,
hay tristeza y decepción
en el sentir de la esfera.
En el manto cuya estera
era hierba y fantasía,
hoy hay humo en ordalía
por la mano de un cobarde,
que pensó que lo que arde
era matar su valía.
De madera es el santuario
donde honro a la existencia,
porque de bosque es mi esencia
y mi cuerpo su escenario.
Mi sangre es savia de herbario
y mis brazos son dos ramas,
mi epitelio tiene tramas,
hojas de esperanza y selva
no pretendas que yo absuelva
a los que encienden las llamas.
—Carmen Azparren Caballero 6—
El bosque pide silencio,
los pájaros ya se han ido,
hay un rumor desprendido
en el aire que presencio.
El aura yo reverencio,
de los árboles que un día,
vibraban con la alegría
de la faz resplandeciente
del campo y de la corriente,
del agua y su algarabía.
—Rubén Sada 6—
La espesura es fiel custodio
contra el mal de la erosión,
el boscaje es un embrión
que a la vida lanza al podio.
Por eso, cuando con odio
alguien enciende la hoguera,
destruye su primavera
y hasta incendia al alelí,
mi pico de colibrí
es al bosque una manguera.
Yo le pido al universo
que la ansiedad se termine,
que nuestro ser no se incline
por el dolor del perverso.
Portadora de mi verso,
el hada de la memoria,
refrescará nuestra historia
con aventuras celestes.
y jamás serán agrestes
las manos de tanta escoria.
Un bosque es la gran fortuna
de riquezas naturales,
a la noche hay animales
vestidos de plata y luna.
Cada rama es una cuna
en que hay preciosos chirridos,
bajo árboles tupidos
donde se hamacan los monos,
y detiene el tiempo cronos
si mueren de pie, caídos.
Renace el bosque, Rubén,
vuelven a cantar los grillos,
y en el campo los chiquillos
cantan buscando su bien.
Ya se despierta el Edén
y envía a la lluvia mansa
que artesana se remansa
buscando al río fluyente,
arteria que permanente
mana con fe y no descansa.
Un bosque es la vestimenta
del planeta, un casimir,
una prenda de vestir
que de agua está sedienta.
Se mantiene y se alimenta
con la bendición del cielo,
y en cada árbol abuelo
hay semillas de futuro,
un bosque es el ser más puro
que está vivo sobre el suelo.
El hombre debe entender
que no hay nobleza más pura,
que la paz que le asegura
un bosque y su acontecer.
Nada puede suceder
que lo turbe o lo extorsione,
si en su cabeza dispone
buen juicio y honestidad,
la aurora de la unidad
a su frente la compone.
A dos voces va el saludo
a nuestro bosque encantado…
El sol mira enamorado
y al cielo glorioso acudo
Lo salvamos, no lo dudo,
del incendio y del hachero...
Y como buen heredero
del verbo en esta jornada
Ha cantado Rubén Sada
junto a Carmen Caballero.
© 10/4/2024. Diálogo de Carmen Azparren Caballero y Rubén Sada, por WhatsApp.