ENCUENTROS CONMIGO MISMO
Mi primer encuentro con
una oscura soledad,
fue cuando en la oscuridad
encerraron mi visión.
Silenciando mi pulmón
viví igual que un maniquí,
en “El Pozo” me dormí
mas, llegó el amanecer,
y al resucitar mi ser
encontré a Dios y vencí.
Mi primer encuentro con
el monstruo bravo del hambre,
fue parálisis, calambre
hasta en mi respiración.
Se congeló mi pulmón
y esta historia cuento cierta,
dispuso una manta muerta
cual si fuera mi mortaja,
mas, al año, en esa caja
un soldado abrió la puerta.
Mi primer encuentro con
la ausencia total de agua,
puso a la parca una enagua
y mi sed oró un sermón.
Sin abrigos ni colchón
y encerrado en el confín,
sufrí el puñetazo ruin
del poder de sed borracho,
que obligó al débil muchacho
a beber su propio orín.
Mi primer encuentro con
la ruindad de los tiranos,
puso esposas en mis manos
y hoy me sirve de blasón.
Salida del cascarón
mi piel virgen e inocente,
se topó con mala gente...
¡Si entré apenas un chiquillo!
Pero al año he visto el brillo
de un calabozo demente.
Mi primer encuentro con
una opaca noche negra,
recordarlo no me alegra
pero me dio una lección.
Ese año en la prisión
una ansiada libertad
fue el faro en la oscuridad
y la esperanza soñada
me visitó una alborada
después de una eternidad.
Mi primer encuentro con
el horror que enfrenta un reo,
fue el cráneo de Coliqueo
destruido por el cañón.
La locura es munición
que impacta y tira al abismo,
mas, mi arma fue el lirismo,
cable a tierra en el trienio
y escribiendo con ingenio
me encontré conmigo mismo.
*© Rubén Sada. 15/12/2022.*
V.1 es una anáfora enunciada por Lorena Arrubia, de Colombia.