ALGUNOS DE MIS INVENTOS
Yo inventé un rayo de sol
que puso luz en sus ojos,
le inventé a sus labios rojos
una tarde de arrebol.
Le di un brillo de charol
a sus uñas de alba losa,
le inventé perfume a rosa
a su piel de terciopelo,
e inventé para su pelo
un hilo de luna hermosa.
Yo inventé un pedal de freno
para el carro de la envidia,
y si alguno me fastidia
separo el trigo del heno.
Para el amigo que es bueno
inventé con gran fervor
un ánimo propulsor
que lo impulsa hacia el mañana,
y a la compañía sana
le puse acelerador.
Con una materia prima
que se llama “la palabra”,
sembré esperanza que labra
mil historias con su rima.
He inventado una tarima
subido sobre la mesa,
y recitando en mi pieza
ante un público invisible,
inventé un aplauso audible,
que está solo en mi cabeza.
Yo inventé nuevos sistemas
para ayudar al autor
a esparcir todo su amor
en un libro de poemas.
Inventé un cofre con gemas
que en papel son un collar,
y emanan del paladar
del poeta y van al viento,
porque no es sin sufrimiento
que el gorrión ha de cantar.
Yo me he inventado un camino
y en él sostengo un blasón
de fiel, honesto y varón,
de trovero y peregrino.
Nunca se me agota el vino
y aunque me sople el tormento,
le inventé un motor al viento
para esparcir la semilla
de la lengua de Castilla
y el gen de mi sentimiento.
¿Fracasé? ¡Sí! Muchas veces.
Pero el balance total
me da un saldo colosal
de felicidad con creces.
Abundancia y escaseces,
buenos y malos momentos,
ciclos de mil y un intentos
patentados con mi nombre,
y han inventado a este hombre
que cuenta algunos inventos.
© Rubén Sada. 22/11/2021
que puso luz en sus ojos,
le inventé a sus labios rojos
una tarde de arrebol.
Le di un brillo de charol
a sus uñas de alba losa,
le inventé perfume a rosa
a su piel de terciopelo,
e inventé para su pelo
un hilo de luna hermosa.
Yo inventé un pedal de freno
para el carro de la envidia,
y si alguno me fastidia
separo el trigo del heno.
Para el amigo que es bueno
inventé con gran fervor
un ánimo propulsor
que lo impulsa hacia el mañana,
y a la compañía sana
le puse acelerador.
Con una materia prima
que se llama “la palabra”,
sembré esperanza que labra
mil historias con su rima.
He inventado una tarima
subido sobre la mesa,
y recitando en mi pieza
ante un público invisible,
inventé un aplauso audible,
que está solo en mi cabeza.
Yo inventé nuevos sistemas
para ayudar al autor
a esparcir todo su amor
en un libro de poemas.
Inventé un cofre con gemas
que en papel son un collar,
y emanan del paladar
del poeta y van al viento,
porque no es sin sufrimiento
que el gorrión ha de cantar.
Yo me he inventado un camino
y en él sostengo un blasón
de fiel, honesto y varón,
de trovero y peregrino.
Nunca se me agota el vino
y aunque me sople el tormento,
le inventé un motor al viento
para esparcir la semilla
de la lengua de Castilla
y el gen de mi sentimiento.
¿Fracasé? ¡Sí! Muchas veces.
Pero el balance total
me da un saldo colosal
de felicidad con creces.
Abundancia y escaseces,
buenos y malos momentos,
ciclos de mil y un intentos
patentados con mi nombre,
y han inventado a este hombre
que cuenta algunos inventos.
© Rubén Sada. 22/11/2021