MARCHABAS...
Marchabas en la sombra y el silencio.¡Ay! Qué pálido estabas; ¡ay! qué pálido.
Cruzabas, peregrino en tu interior,
persiguiendo tenazmente un arcano.
No quedaba en tu ser un poro abierto;
el pensamiento estaba encarcelado,
y solo, solo, eras por momentos
más herméticamente solitario.
Las nubes anidaron en los árboles
en hermandad augusta con los pájaros;
las hojas iniciaron un susurro
alegre y triste, rumoroso y lánguido.
Se fue el sol somnoliento tras los montes;
la noche amortajó el extenso campo;
tú en ti, bajo la fúnebre arboleda
luchabas, la esperanza amortajando.
De tanto haber sentido no sentías,
no volabas de tanto haber volado,
de ir tantas veces por la misma ruta
puso el olvido piedras a tu paso.
¿Es verde palpitante la vereda?
¿Corre el agua en el río sin descanso?
Tu mundo no es el mundo de este mundo,
tu mundo es el vacío del arcano.
En la pálida noche caminabas.
¡Ay! qué pálido estabas, ay, qué pálido.
AUTOR: Amador Porres.