A VECES HABLA LA LLUVIA

—¿Qué es el alma de la lluvia?—
Mi pregunta es sin respuesta.
—¿Sabes quién soy?— ¡Me contesta!...
—Soy quien baña a la mies rubia.
Soy quien tallo con mi gubia
todo tallo agricultor,
bendiciendo al arador
con producción de su planta,
el riego es lo que me encanta,
y yo riego con amor.

—Me derramo con fragor
para hacer crecer el brote,
pero a veces, en mi azote,
soy castigo inundador.
Por la tala y el calor
a los hombres yo maldigo,
mojo el colchón y el abrigo
y mi bendición transformo
en cianuro y cloroformo 

que me hacen su enemigo.

—Soy queja en la interrupción
de señal de TV cable,
soy la gratitud amable
de un diálogo sin distracción.
Soy paraguas, salvación
del que vende un beneficio,
soy terrible sacrificio
del que trabaja en la calle,
soy aspersión en el valle
de tu entrepierna, mi vicio.

—Soy la Parca en una ruta,
soy las lágrimas de Dios,
soy esa tarde con vos
que sonríe y se disfruta.
Soy visitante en tu gruta,
meteorólogo del tacto,
que sabe el momento exacto
de tus lunas y mareas,
que entiende que me deseas
firmando en un beso el pacto.

—Soy en tu piel, la mojada
seda de la seducción,
soy la indómita atracción
en tus pechos dibujada.
Soy la pasión encumbrada
que riega con energía
el suelo en la letanía
y con caridad revierte
el horrible hedor de muerte
que produce la sequía.

—Miles de mis gotas son
mi ejército de soldados,
cuyos líquidos estados
van en igual dirección.
Dan al suelo potación
posterior a un cielo rojo,
se entregan con fe y arrojo
tanto a árbol como a hierba,
son depósito y reserva
apaciguando al rastrojo.

—Mi eterno ciclo no abdica,
soy la vida, soy la muerte,
soy la buena y mala suerte
que bendice o mortifica.
Soy sangre que fortifica
al alma en fecundidad,
yo derramo mi bondad
como el aire esparce un cántico,
soy la excusa de un romántico
que flota en felicidad.—

© Rubén Sada. 21-04-2007