VERSOS QUE ESCAPAN
los versos como las aves,
y agitan sus plumas suaves
en un cielo eterno, arcano.
Luego llueven sobre el llano
convirtiéndose en semilla,
que al campo de sol maquilla
hasta que madura el fruto
dándole honor y tributo
a la lengua de Castilla.
*Se me escapan de la mano*
los versos y forman nubes
de algodón entre querubes
cada mañana, temprano.
Desde mi suelo hortelano
sigo aventando la trilla,
¡por Dios! ¡Qué gran maravilla
cuando el diccionario labras!
Y germinan las palabras
de la lengua de Castilla.
*Se me escapan de la mano*
desangrándose en papel,
con la tinta de Espinel
y el bolígrafo artesano.
Los encierro en un tirano
octosílabo que brilla,
cada tilde es una astilla
clavada en una vocal,
¡qué presidio decimal
es la lengua de Castilla!
*Se me escapan de la mano*
como agua entre los dedos,
ahí se van valientes miedos
de este adulto niño anciano.
Se han hundido en el pantano
de mi organismo de arcilla,
que de a poco se apolilla
con la levedad que sopla,
y se vuela en esta copla
con la lengua de Castilla.
¡Basta, versos!¡No huyan más!
¡Dejen de escapar de mí!
Yo los necesito aquí
aunque mastique su agraz.
Sé que soy un cachafaz
de pupitre, mesa y silla,
mas, del pie a la coronilla
soy poeta castellano
aunque escapen de mi mano
diez mil versos de Castilla.
© Rubén Sada. 12/07/2023.
Para sugerencia de Amalia Lateano en EL BAÚL DEL BÚHO.