Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno;
porque tú estarás conmigo: tu vara y tu cayado me infundirán aliento. (Salmos
23:4).
Letra a letra un nuevo verso va enfilándose en mi canto, mientras cae un negro manto sobre el profundo universo. Me mira un lobo perverso con las fauces del Seol, pero un ocaso arrebol me anuncia una noche nueva, ¡atravesarla es la prueba! Sé que al final saldrá el sol. Siento el filo del mordisco mas no debo acobardarme, no necesito marcharme, soy oveja en el aprisco. Empujaré al lobo al risco y aunque él sea más fuerte, quedará en su sitio, inerte, hasta que cambie el azar, ¡por fin se podrá alejar el fantasma de la muerte! Se va esfumando la vida que pasa en cada segundo, se desmorona mi mundo cuando pienso en mi partida. Mi montaña está teñida de una nevada invernal, oigo risas de chacal burlándose en forma rápida, y un halo extraño en la lápida de raigambre fantasmal.
—Joel Márquez Sánchez— Una noche decembrina llega a mi pupila inquieta, me motiva a ser poeta de una rima repentina. Un lucero me camina con su luz extraordinaria y de forma literaria con su tinta luminosa no sabe ser otra cosa que ser una iluminaria.
—Rubén Sada— Tu energía es luminaria que alumbrando va a mi
islote, al igual que Don Quijote la Ínsula Barataria. Tu idoneidad literaria tiene la capacidad, para enfrentarse en verdad al más veloz repentista porque almacena tu lista poemas de calidad.
—Joel Márquez Sánchez— Yo solo quiero cantar con mi palabra silente al que lee atentamente a través de celular. La bendición de mi hogar me motiva en alto grado con un acervo adecuado a ser, por medio del aire, contemporáneo a Voltaire, lacónico e inspirado.
—Rubén Sada— ¡Con razón lo de Voltaire! ¡Tienes electricidad! ¡Tu energía es la verdad que circula por el aire! Desde México hasta Zaire que se escuche el cascabel a máximo decibel y que tu décima entones con las mismas emociones del legado de Espinel.
—Joel Márquez Sánchez— El legado de Espinel se va escuchar en Japón partiendo desde el rincón más áspero de mi piel. Entraré por el dintel principal que condecora a la memoria lectora y por ser consumidor de su verbo de escritor le contesto sin demora.
—Rubén Sada— ¡Sin demoras tus corrientes son relámpagos de volt! Disparas como una Colt tus versos inteligentes. Luego aplauden los presentes y te piden ¡otra más! Con precisión eficaz tú descargas otra décima como rayo en la milésima cola de estrella fugaz.
—Joel Márquez Sánchez— Como una estrella fugaz me marcharé del planeta sabiendo que fui poeta de una rima contumaz. Nunca me creí capaz de hacer lo que hago hoy, por eso gracias le doy a todo aquel que convive conmigo y que me recibe así mismo, como soy.
—Rubén Sada— Así mismo, como sos, te pareces a Elon ‘Mus’, porque al cielo suben sus cohetes que van a Dios. ¿Que sos capaz? Lo sé, sos quien la décima arremete, resuelve en un periquete cualquier verso o pie
forzado, tú sales muy disparado y subes más que un cohete.
—Joel Márquez Sánchez— ¿Pero qué dices de mí? Si me miras con fluidez, la razón es simple: es porque me parezco a ti. Cuando yo te conocí te confundí con Neruda, hasta con Cervantes... Duda, si es que así tú lo prefieres, debes saber que tú eres más trascendente que Buda.
—Rubén Sada— Si lo decís por mi panza tal vez me parezco a Buda, es que la edad no me ayuda y la plata no me alcanza. Pero yo te sigo a ultranza, ser tu amigo es mi alegría sé de tu gran bonhomía, tu amistad me hace feliz, porque soy un aprendiz de la vida con poesía.
—Joel Márquez Sánchez— Cuando por la bonhomía de mi persona se esfuma el talento de tu pluma me revive con poesía. Tu literaria energía me recarga el entusiasmo, y se me escapa el pleonasmo que eres escritor que escribe a un ser que en este Caribe improvisa hasta con quiasmo.
—Rubén Sada— En la décima te plasmo el metaplasmo del plasma, antes que venga el fantasma de la muerte sobre un
quiasmo. Aquí me agarra un espasmo al emitir la espinela que por el WhatsApp nos vuela en completo aprendizaje, hermanados en el viaje que nos sirve como escuela.
—Joel Márquez Sánchez— La espinela es una escuela que encarcela: libertad de expresión y la igualdad de plasmar nuestra acuarela. Mi conciencia se desvela por tu espinela de lujo y así mi memoria estrujo para que tu inspiración con signos de admiración luzca tremendo dibujo.
—Rubén Sada— Una ayuda angelical pues se me está hundiendo el
bote, no encuentro ni un polipote y me hundo en el fangal. Pero sigo en el ritual aunque ambos estemos lejos, nuestros poemas reflejos son de una alta energía, ¡Qué paradoja! Ironía, vos y yo somos espejos.
Poesía, de “poiesis” (creación), es en sí misma un acto creativo que pone de manifiesto “la belleza” de lo creado con el propósito de imprimirlo en nuestra memoria y sentimientos para siempre, aún luego de partir. En principio podemos decir que hay dos formas de escritura creativa: “Prosa y Poesía”. ¿En qué se diferencian? Pocos lo han explicado mejor que el gran poeta malagueño Jesús Cotta Lobato, quien definió: “La poesía es salvar del olvido, de la fragilidad, de la muerte, del silencio y de su aparente insignificancia, cualquier cosa digna de ser recordada, pero hacerlo con palabras dignas de su belleza. En el nivel mínimo, las palabras son piedras sueltas, rústicas y con significado primario. Pero en el nivel máximo, las mismas palabras bien colocadas pueden construir catedrales y bien combinadas tener un mayor significado. La misión del poeta es ‘descubrir esa belleza’ gracias a su ‘sensibilidad’, y explorar y explotar el lenguaje para construir ideas a la altura de esa belleza y perpetuarla. La inspiración es una estrella muy fugaz, es un destello que el poeta debe atrapar. Le pasa por delante a casi todas las personas, pero solo el poeta sensible es quien no lo dejará escapar y podrá construir bellas creaciones a partir de ese resplandor. La belleza es inefable, no se puede expresar con palabras y además el idioma es insuficiente. Por eso, es necesario explorar y explotar los “recursos de la retórica” para poder traducir a palabras lo que solo el sentimiento podría expresar. Por ejemplo: El simple hecho de haber comido una mandarina que nos ha gustado mucho, podría hacernos escribir en prosa la frase: “¡Qué rica es esta mandarina!”. Pero esto no hará que esa declaración se convierta automáticamente en un poema y difícilmente sea recordado en el tiempo. Entonces, para realzar ese momento con ideas poéticas y perpetuarlas, podríamos decir, por ejemplo:
Pero la poesía no puede ser un listado de galimatías incomprensibles que el lector no entiende, por más sentimientos que estas tuviesen. Un conjunto de palabras mezcladas, sin significado alguno para el que está leyendo, difícilmente pudiera resaltar la belleza de un mensaje o comunicarlo. El poema con ritmo y armonía, que se vale de construcciones literarias y figuras de la retórica sugiriendo imágenes comprensibles al lector, sí cumpliría con el requisito de ser contenido creativo poético, para intentar -si acaso- emular al objeto, persona, sentimiento o suceso a quien se refiere el mismo.
“Motivo”, ¡cuánta energía se origina de tu ser! Abundante es el quehacer, ¡pero es tuya su autoría! “Motivación”, eres guía que encarrila en un camino, timón que impulsa al marino a retar la ira del mar, para luego en paz estar en las playas del destino.
Motivo: sos combustible, gasolina de ilusión pues sin ti en mi corazón no habrá proyecto posible. Motivación, invisible fluido, quiero encontrarte, para poder atraparte e inyectarte en mi latido, pues mi corazón partido está unido con el arte.
Detrás del gran sacrificio de lo humano irrealizable, tu ADN viaja en cable consiguiendo el duro oficio. En la decisión o el juicio tu inducción lleva a la meta, en los versos de un poeta y en boca de una mujer, o hasta en dejar de comer si el motivo es hacer dieta.
Motivo: soplo de vida, máquina de la conciencia, agua pura, dulce esencia que en mis arterias se anida. Motivación, ¡engreída topadora irresistible! Tu poder es invencible y me sacas del aprieto… ¡Con el máximo respeto te contemplo imprescindible!
Sin ti yo no lucharía por domesticar al ogro, sin tu vigor, ningún logro será insignia en mi hidalguía. Motivación: tu bujía es la chispa de la hoguera, el sudor sobre la era y es el riego de una noria, burro tras la zanahoria alcanzada en la carrera.
Colosal fuerza impulsora de estímulo fiel, fecundo, palanca que mueve al mundo y a la mente innovadora. Eres la locomotora tras la que va mi vagón, el motor de la pasión que al desánimo lo embiste, tras de todo lo que existe siempre estás, ¡MOTIVACIÓN!
Con muy poco fui feliz pero yo no lo sabía, de mi madre cada día fui su primer aprendiz. Con su mano protectriz me brindó sabia firmeza hoy comprendo, con tristeza que yo viví en un vergel: cinco galletas de miel y una merienda en la mesa.
Medito en tiempo pasado y con gratitud inmensa hoy tengo mi recompensa por el lapso transitado. Mi balance es acertado aunque me fue duro el huerto, hice brotar del desierto los frutos del corazón y tengo lleno mi arcón de frente a un futuro incierto.