EL FANTASMA DE LA MUERTE
Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno;
porque tú estarás conmigo: tu vara y tu cayado me infundirán aliento. (Salmos
23:4).
Letra a letra un nuevo verso
va enfilándose en mi canto,
mientras cae un negro manto
sobre el profundo universo.
Me mira un lobo perverso
con las fauces del Seol,
pero un ocaso arrebol
me anuncia una noche nueva,
¡atravesarla es la prueba!
Sé que al final saldrá el sol.
Siento el filo del mordisco
mas no debo acobardarme,
no necesito marcharme,
soy oveja en el aprisco.
Empujaré al lobo al risco
y aunque él sea más fuerte,
quedará en su sitio, inerte,
hasta que cambie el azar,
¡por fin se podrá alejar
el fantasma de la muerte!
Se va esfumando la vida
que pasa en cada segundo,
se desmorona mi mundo
cuando pienso en mi partida.
Mi montaña está teñida
de una nevada invernal,
oigo risas de chacal
burlándose en forma rápida,
y un halo extraño en la lápida
de raigambre fantasmal.
va enfilándose en mi canto,
mientras cae un negro manto
sobre el profundo universo.
Me mira un lobo perverso
con las fauces del Seol,
pero un ocaso arrebol
me anuncia una noche nueva,
¡atravesarla es la prueba!
Sé que al final saldrá el sol.
mas no debo acobardarme,
no necesito marcharme,
soy oveja en el aprisco.
Empujaré al lobo al risco
y aunque él sea más fuerte,
quedará en su sitio, inerte,
hasta que cambie el azar,
¡por fin se podrá alejar
el fantasma de la muerte!
que pasa en cada segundo,
se desmorona mi mundo
cuando pienso en mi partida.
Mi montaña está teñida
de una nevada invernal,
oigo risas de chacal
burlándose en forma rápida,
y un halo extraño en la lápida
de raigambre fantasmal.
En una tumba cuadrada
ya no habrá presencia mía,
no existirá poesía
porque después ya no hay nada.
La baraja aquí está echada
y si no cambia la suerte
o la taba no se invierte,
tengo la oportunidad
para alejar de verdad
al fantasma de la muerte.
La nostalgia se abre paso
cuando me miro al espejo,
y en la niebla su reflejo
me da de nuevo un retraso.
Tiene un tiempo, pero escaso,
la hoja de mi almanaque,
me acorrala, estoy en jaque
y aunque sufro algún respingo,
no temo al lobo vikingo
prescindiendo de su ataque.
que me eriza por completo,
me refugia el parapeto
de la fe, que no he perdido.
Miro al cielo, bendecido
mientras crear me divierte,
y en décimas se convierte
mi don, que es afortunado,
¡por fin me ha abandonado
el fantasma de la muerte!