EL FANTASMA PAYADOR
Dormitaba yo tranquilo,y un aire a plomo y neblina
hizo mover la cortina,
despertándome el sigilo.
Con lenta voz, intranquilo,
pregunté: —“¿Quién es usted?”—
Y me agarró mucha sed
y un brote fiero de asma,
pues vi el horror de un fantasma
de pie, contra la pared.
Él me dijo, invitador:
—“Con usted quiero payar,
hoy lo vino a visitar
‘EL FANTASMA PAYADOR’.
Le haré perder el honor
en mi hábil contrapunto
y como es nuestro asunto,
no le cuente el tema a nadie,
aunque el verso aquí se irradie
es nuestro secreto y punto.”—
Acepté yo al retador,
(pareció amigo el fantasma)
y como quien se entusiasma
dije: —“Empiece, payador.”—
La bordona del cantor
allí comenzó el arpegio,
y un sublime acorde, regio,
empezó pronto a fluir,
tanto que me hizo sentir
como un chico de colegio.
—“Me pondré a improvisar,
que mi intención no moleste,
espero se manifieste
en el arte de payar.
Nadie nos ha de escuchar,
resolvamos este asunto
con un diálogo conjunto
del repentismo mejor,
‘el fantasma payador’
lo convoca a un contrapunto”.—
—“Gracias por la invitación,
aunque yo no lo he invitado,
usted es quien se ha colado
entrando en mi habitación.
Amerita la ocasión
prestándome al contrapunto,
yo de palabras me unto
pero usted ya está finado,
¡usted ya está derrotado!
porque es un triste difunto”.—
—“No se lo crea, mi amigo,
voy penando y canto triste,
lo que usté’ está viendo existe,
me ve, me escucha, es testigo.
Va por los aires, conmigo,
la guitarra y la agonía,
cuitas, penas, poesía,
aun donde hay vida nula,
va conmigo y deambula
la décima, noche y día.
Con arpegios de milonga
yo le quiero demostrar,
que es fácil improvisar
sobre el tema que disponga.
La palabra que proponga,
de la que su mente inquiere,
sin misa ni miserere
yo aquí le responderé,
mi pena le cantaré,
¡usted, calmo, no se altere!”—
—“Con calma yo le pregunto,
don fantasma payador,
¿en qué tiempo malhechor
usted se tornó en difunto?
¿Bajo qué terrible asunto
un gaucho de vida noble
sano y fuerte como un roble,
perdió en la muerte su lucha?
Su respuesta se la escucha:
¡le cedo una estrofa doble!”—
—“Yo era peón laburador,
que cultivaba mi quinta,
mi mujer estaba encinta
cual sol, esperanzador.
Hasta que un día el terror
dio pánico a mi semblante,
cuando vi humo llameante
al acercarme a mi rancho,
y escenas de zafarrancho
quemaron en un instante.
Luego pude averiguar
quién le prendió fuego a todo
me cercenó pierna y codo,
pues no la pude salvar.
Triste fue mi deambular
sin rumbo, sin esperanza,
pero en mí tengo confianza
y sé que lo encontraré,
y frente a él calmaré
mis deseos de venganza.”—
—“Le pregunto: ¿ya encontró
a quien lo arruinara en vida?
¿Ya le dio su merecida
si cara a cara lo vio?
Si usted no se le animó...
¡Cuente conmigo, paisano!
Si puedo darle una mano
para aliviar su condena,
cantaré junto a su pena
la de todo buen 'crestiano'.”—
—“Mi muerte fue en soledad,
abandoné mi tapera,
sin mujer, hijos, siquiera
sin una flor, sin piedad.
Errante en esta ciudad
busco al odioso usurero,
que por muy poco dinero
me cortó de mi raíz,
mató mi vida feliz,
verdugo y sepulturero.”—
—“Yo sé que lo encontrará,
¡no sea fantasmagórico!
Alce su canto folklórico
y algún día lo hallará.
Ser peregrino será
por siempre su rumbo eterno,
escriba en ruta el cuaderno
del repentismo mejor,
‘el fantasma payador’
lo convoca a un contrapunto”.—
—“Gracias por la invitación,
aunque yo no lo he invitado,
usted es quien se ha colado
entrando en mi habitación.
Amerita la ocasión
prestándome al contrapunto,
yo de palabras me unto
pero usted ya está finado,
¡usted ya está derrotado!
porque es un triste difunto”.—
—“No se lo crea, mi amigo,
voy penando y canto triste,
lo que usté’ está viendo existe,
me ve, me escucha, es testigo.
Va por los aires, conmigo,
la guitarra y la agonía,
cuitas, penas, poesía,
aun donde hay vida nula,
va conmigo y deambula
la décima, noche y día.
Con arpegios de milonga
yo le quiero demostrar,
que es fácil improvisar
sobre el tema que disponga.
La palabra que proponga,
de la que su mente inquiere,
sin misa ni miserere
yo aquí le responderé,
mi pena le cantaré,
¡usted, calmo, no se altere!”—
—“Con calma yo le pregunto,
don fantasma payador,
¿en qué tiempo malhechor
usted se tornó en difunto?
¿Bajo qué terrible asunto
un gaucho de vida noble
sano y fuerte como un roble,
perdió en la muerte su lucha?
Su respuesta se la escucha:
¡le cedo una estrofa doble!”—
—“Yo era peón laburador,
que cultivaba mi quinta,
mi mujer estaba encinta
cual sol, esperanzador.
Hasta que un día el terror
dio pánico a mi semblante,
cuando vi humo llameante
al acercarme a mi rancho,
y escenas de zafarrancho
quemaron en un instante.
Luego pude averiguar
quién le prendió fuego a todo
me cercenó pierna y codo,
pues no la pude salvar.
Triste fue mi deambular
sin rumbo, sin esperanza,
pero en mí tengo confianza
y sé que lo encontraré,
y frente a él calmaré
mis deseos de venganza.”—
—“Le pregunto: ¿ya encontró
a quien lo arruinara en vida?
¿Ya le dio su merecida
si cara a cara lo vio?
Si usted no se le animó...
¡Cuente conmigo, paisano!
Si puedo darle una mano
para aliviar su condena,
cantaré junto a su pena
la de todo buen 'crestiano'.”—
—“Mi muerte fue en soledad,
abandoné mi tapera,
sin mujer, hijos, siquiera
sin una flor, sin piedad.
Errante en esta ciudad
busco al odioso usurero,
que por muy poco dinero
me cortó de mi raíz,
mató mi vida feliz,
verdugo y sepulturero.”—
—“Yo sé que lo encontrará,
¡no sea fantasmagórico!
Alce su canto folklórico
y algún día lo hallará.
Ser peregrino será
por siempre su rumbo eterno,
escriba en ruta el cuaderno
donde recite su análisis,
no se provoque parálisis
y no lo asuste el infierno.
Que tormenta sea su voz,
¡haga tronar su alma en pena!
Que nunca exista condena
ni le acobarde la hoz.
Dígame ahora un adiós
y vaya en busca del crápula
que le ha dejado esa mácula,
que clavó a su vida un sesgo,
multiplicándole el riesgo
en su querencia vernácula.—
Al oírme, se esfumó
cruzando mi cama, al bies,
y se me helaron los pies,
¡desde el balcón se tiró!
El tape, ¡se evaporó!
Yo no puedo demostrar
quién me vino a visitar
con un blanco que encandila,
porque se quedó sin pila
el flash de mi celular.”
© Rubén Sada. 1/09/2015.
Que tormenta sea su voz,
¡haga tronar su alma en pena!
Que nunca exista condena
ni le acobarde la hoz.
Dígame ahora un adiós
y vaya en busca del crápula
que le ha dejado esa mácula,
que clavó a su vida un sesgo,
multiplicándole el riesgo
en su querencia vernácula.—
Al oírme, se esfumó
cruzando mi cama, al bies,
y se me helaron los pies,
¡desde el balcón se tiró!
El tape, ¡se evaporó!
Yo no puedo demostrar
quién me vino a visitar
con un blanco que encandila,
porque se quedó sin pila
el flash de mi celular.”
© Rubén Sada. 1/09/2015.
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