LO QUE EL VIENTO NUNCA ME LLEVÓ
El temporal me iba destruyendo todo,
la tormenta barría.
La lluvia me iba hundiendo en el lodo,
pero de allí saldría.
La tempestad se hacía cada vez más fuerte.
Me hizo falta valentía.
Un torbellino de dolor y muerte,
y mi bote se hundía.
Tendría que comenzar todo de nuevo,
pero la pena valía.
El horizonte se iba poniendo negro,
y la noche, fría.
Pasó un largo, un largo tiempo incierto,
y empezó a asomar el día.
Se fue aclarando el cielo cubierto...
...yo lo sabía.
Dicen que siempre que llovió paró,
y ¡qué ironía!
Pues todo el vendaval que destruyó
se detendría.
Pero lo que el viento nunca me llevó
fue la fe mía.
Esta capa protectora me cubrió
y más resistía.
Mientras más fuerte soplaba el viento
más fuerte yo la asía.
Mientras el temporal fue más violento
yo más la sostenía.
Lo que el viento nunca me llevó
fue la fe mía.
Porque como esa capa protectora,
me protegía.
Sabía que el sol saldría,
lo sabía.
© Rubén Sada. 26-03-2008
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