INTIMIDACIÓN
Yo estuve preso en un "pozo"
que medía dos por uno,
enfrentando sed y ayuno
en un negro calabozo.
Afuera un paisaje hermoso,
adentro intimidación,
un box para “persuasión”
con soberbias amenazas
que quemaban más que brasas
mi inexperto corazón.
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Así es la intimidación,
simplemente un espantajo,
te asusta de arriba abajo
su psicológica acción.
Una patraña, invención
de una mente que delira,
que con la coacción aspira
a violentar tu conciencia,
desafiando con su creencia
que se basa en la mentira.
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Y enfrenté la soledad
con mi otro yo, quizá autista,
fui un ciego con buena vista
tanteando en la oscuridad.
Asumí mi levedad
captando con cada oído
el más ínfimo sonido
que me transportaba afuera,
y a pesar de ser quimera
fui un muerto con un latido.
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Sentí el rugido del viento,
sentí del invierno el frío
y el capricho del impío
que me hundió en el aislamiento.
Quisieron que un escarmiento
con el tiempo me ablandara,
y que en mi cuero una escara
me hiciera en el alma un quiebre,
tallando una marca orfebre:
“una condena” bien cara.
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Psicológico chantaje
que al más valiente amedrenta,
cuando el que obliga te enfrenta
a la demencia salvaje.
Y es que debe estar el paje
medio loco o tal vez cuerdo,
o albergar en el izquierdo
una noble convicción:
que ninguna “seducción”
lo haga firmar un “acuerdo”...
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Un acuerdo en transigir,
o un atajo en el camino,
un diagonal en su sino
o razón de su existir.
Un propósito al vivir
que contiene un corazón
leal, que con devoción
fija su vista en el premio,
al que no doblega apremio
ni vil intimidación.
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© Rubén Sada. 23/11/2019.