Treinta años, el comienzo de la vida en plenitud, madurez y juventud, un cóctel de gozo inmenso. Toda la dicha condenso para vos, genio prolífico, Fernando, niño científico, buen fruto de mi raíz... ¡Que los cumplas muy feliz, mi Fer, muchacho magnífico!
Mi homenaje al policía que cuida nuestro ranchito, y protege del delito sea de noche o de día. Mano diestra del usía y guardián de la mañana, apresa mente villana, inspira respeto, asusta, vos regálame un “me gusta” que sino te meto en cana.
Art. 17 DE LA CONSTITUCIÓN NACIONAL ARGENTINA.- La propiedad es inviolable, y ningún habitante de la Nación puede ser privado de ella, sino en virtud de sentencia fundada en ley. La expropiación por causa de utilidad pública, debe ser calificada por ley y previamente indemnizada.
—Beba lágrima salobre, nuble el llanto que lo aterra, trague arena, ¡coma tierra!... ¡Y ya, entréguenos su cobre! No nos importa si es pobre o si es un acomodado, desde hoy se ha confiscado por esta “rovolución”, escuche con atención señor: “Esto es del Estado”.
—Su propiedad hoy es nuestra, resígnese a la derrota si hay que ir a la picota, saldrá usted a la palestra. En el acto se secuestra lo que enumera el listado, comencemos el dictado... ¡Deberá entregar su hijo! —Perdón, señor, ¿qué me dijo? —¡Sus hijos son del Estado!
—Vaciaremos su heladera y el sueldo de cada mes disminuirá en su vejez dentro de nuestra frontera. Su vida por la bandera, su tiempo queda prendado, nos hemos apoderado de su coche y de su casa... —Señor, ¡dígame qué pasa! —Su casa ya es del Estado.
—Vivirá en este tugurio bajo la sombra del hampa, será un paria en esta pampa, presagio de un mal augurio. Su lenguaje será espurio como el de un encarcelado, un dialecto mal hablado que sabrá a su identidad... —Señor, ¡quiero libertad! —Pertenecerá al Estado.
—Un número lucirá en su mano y en su frente, catalogado de gente con un derecho, (quizá). Su herencia caducará y lo que hubiera heredado también quedará incautado... —Señor, no vivo en mansión ni me alcanza la pensión... —Su dinero es del Estado.
—Deberá pagar impuestos de los más altos del mundo, de su trabajo fecundo vivirán los más modestos. Y si no trabajan estos será ¡usted el acusado de haberlos perjudicado y robar su voluntad! —¡Devuelvan mi dignidad! —Su vida ya es del Estado”.
Rubén Sada. 21/02/2020.
Sobre expropiaciones en Venezuela, y sus consecuencias 👇
Mi espinela vuela alada sobre el Atlántico mar, emigra de un paladar que bebió el agua salada. En la bóveda nublada que derrama gota a gota, vuelo más que una gaviota, portando hierba en su hocico y a este verso, con mi pico, "le voy poniendo la nota". Vuela mi cabeza ignota entre estrellas que titilan, y con luces que encandilan le voy poniendo la nota. Si acaso un ala está rota la arreglaré con esmero, emparcharé su agujero con un verso curativo, vuelo feliz de estar vivo en un sábado de enero. Al entonar de mi canto me acompañan los cantores decimistas, payadores con versos de lindo encanto. La tarde descuelga el manto, y ya hubo un ala rota, hoy de mi guitarra brota la milonga y la emoción, al vibrar de un diapasón "le voy poniendo la nota". Cada décima gorjeo desde este intenso follaje, y se viste mi plumaje de lo que en el día leo. Soy un ave de Borneo, una guitarra que azota mi letra nunca se agota, y vibra en mi mente lerda, dedo a dedo, a cada cuerda "le voy poniendo la nota". Con agitado aleteo vuela payando en el orbe, y mientras más rima absorbe, más canta su canturreo. En los brazos de Morfeo, de su lira un verso brota, parece que asciende y flota mientras vibra un decimal, y en un vuelo celestial le voy poniendo la nota.
Con este vino virtual y bebiendo este licor, mi boina de payador es canto tradicional. Genera el ser nacional mi espíritu decimero, va ajustando el clavijero y mi música le acota, le voy poniendo la nota en un sábado de enero. Le voy poniendo la nota a la noche de este día, y admiro la valentía del que aprende gota a gota. El que empieza en bancarrota y crece, con mucho esmero, el que se siente un guerrero seguro tendrá futuro, aunque su hoy sea duro en un sábado de enero. Con la maraca que empuña y con mi boina de vasco, se pueden llevar un chasco y enredarse en mi pezuña. Déjenme que yo les gruña aunque mi ala esté rota, mi pingo no vuela, trota, tiene poca juventud, pero aun con lentitud le voy poniendo la nota. Mi décima no es derrota, es un canto de amistad, aprieta con la verdad y a la mentira acogota. Flagela, fustiga, azota, arrasa más que el pampero, es lobo con el cordero y por eso la practico, en tanto un vino a mi pico moja un sábado de enero. Entiendo qué dice el punto, profundas dicotomías, que sirven para poesías y para armar contrapunto. Pero hoy no es el asunto, hoy contrapuntear no quiero, puedo patear un tablero o una duda existencial, y va a probar mi bozal en un sábado de enero.
De pie en este mes de enero, firme permanezco estoico y esgrimo mi pecho heroico con versos del romancero. En mis rimas reverbero lo que de mi alma explota, la idea mi mente frota cual lámpara de Aladino, y con mi abrazo argentino le voy poniendo la nota.
Hay un espacio de ensueño de la vida natural, un vergel espiritual con un colibrí pequeño. Es un rincón hogareño con trinos que dan repique, será un honor que te explique y si me das tu permiso, te invitaré al paraíso, allí en el jardín de Enrique.