Tómame firme en tu mano, —dijo un libro a su lector— léeme con mucho amor, considérame tu hermano. Diariamente, bien temprano, áseme como la hiedra verás que tu saber medra, lee mi interior, solapa, léeme de tapa a tapa, “no me conviertas en piedra”.
Son esquivas, saltarinas, escurridizas, veloces, me susurran con sus voces tanto rosas como espinas. De tanto en tanto, mezquinas, no me estimulan ni a un trazo, las llamo y no me hacen caso y es cuando más les imploro que hagan musical coro “las musas de mi Parnaso”. “Calíope” en la poesía, “Clío”, musa de la historia, “Euterpe”, música y gloria, “Erato” en la melodía. “Urania” en la astronomía, “Terpsícore”, baile y paso, “Polimnia” al discurso craso, “Talía”, de la comedia, “Melpómene” en la tragedia, las musas de mi Parnaso. Ve cortando la cadena del cerrojo que te aísla, libérate de esa isla que te apresó y te condena. Quita del alma la pena que paraliza tu brazo, ponte a escribir sin retraso cualquier tema, aunque sea loco, que aparecerán de a poco “las musas de tu Parnaso”. Que mi musa no se vaya, y prodigue buena siembra, poesía igual que hembra crece más que el Himalaya. Que las aves de esta playa llenen mi cielo en su ocaso, y que en un cálido abrazo se alumbren luces difusas que abracen las nueve musas, “las musas de mi Parnaso”. Otra musa ya se alista y en el grupo se encolumna, otra musa que es alumna y maestra en esta pista. Da inspiración al artista y al verso le pone un lazo, va repartiendo el pedazo del pan de cada rapsoda, juntas componen la oda, “las musas de mi Parnaso”. Luego de esta poesía me despierta tanto hambre y me da como un calambre, ¡tengo la panza vacía! Me iré ya a la pizzería a llenar lo que anda escaso, necesito por si acaso ir el horno a calentar, llegó el tiempo de cenar las “muzzas” de mi Parnaso. Rubén Sada. 19/12/2018.
Valga la comparación: Sesgado por su destino, contra corriente al camino pone su fuerza el salmón. Y es mi gran contradicción: nadar contra las vertientes, advirtiéndole a las gentes que dejen de hacer el mal, enfrentando el temporal entre murmullos ausentes.
Desearía que un buen “sí” me cantara tu mirada, y tu música de hada bella sonara por mí. Pero ya no estás aquí y silencia este rapsoda, que ya no oye más tu oda ni ante tu canto se inclina: ¡tu sonrisa me fascina! Tu silencio me incomoda.
La falta de inspiración es cosa muy preocupante, la paloma en un instante se vuela por el balcón. Capturarla es la cuestión, y en mis vuelos de viajero anoto ideas, pues quiero que el poema no se evapore, que la musa no me ignore, «reduciéndome hasta cero».
"El que tenga oídos para oír, que escuche y entienda". (Marcos 4:23. NTV)
Atractiva entre tantas hermanas
con aspecto lustroso, apeteces,
verdadera y madura te ofreces,
camuflada entre bellas manzanas.
Te codician, te miran con ganas,
como al néctar que brinda la vida,
calma el hambre el dulzor que te anida,
pero torpe será la elección,
porque adentro de todo cajón
siempre va una manzana podrida.
Mentirosa eres tú, lo aseguro,
no me engañan tus buenos aspectos,
se agazapa en perfiles perfectos
encubriendo tu espíritu impuro.
¡Si hasta un lado en la luna es oscuro! ¡Y en el nardo se esconde un tufillo!
Si reluce un verdugo cuchillo
que al desgarro sangriento se apresta...
Tú enmascaras semilla que apesta...
¡Y me muestra mentiras con brillo!
No te gusta ser como el rebaño,
aunque en forma y color te pareces,
y en tu centro se huelen las heces
más inmundas del pútrido baño.
Tu disfraz, para mí, no es engaño,
porque sabia es mi madre experiencia,
la verdad siempre ha sido mi ciencia
y desprecian mis ojos despiertos
las conductas de vivos ya muertos
que no tienen pudor ni conciencia.
Engañosa es la fruta prohibida,
engañoso el aroma que emana,
engañosa es la roja manzana,
sana afuera y adentro podrida.
La ha roído la larva homicida,
que penetra en el áspero poro,
yo de ella jamás me enamoro
pues ser larva no es ser mariposa... ¡No me engaña, por más que jugosa
su ponzoña se pinte con oro.
¡No me engañas, podrida manzana!
Pues te enfrentas a un viejo gusano
que aprendió a no tocar con la mano
lo que estafa, corrompe y desgana. ¡Yo sé bien cuál es buena y cuál sana!
No me apremia la meta suicida... Mala fruta, de gala vestida,
del cajón de mi vida erradico...
Pues con poco, yo sé que soy rico...
¡Más que tú, manzanita podrida!
Rubén Sada. 15/12/2018.
Advertencia: Cuidado con las apariencias, que suelen ser muy engañosas.
Descubierta en “El Rodeo” ya el “Taller” tiene una placa, y sin hacer alharaca vale más que un buen trofeo. Como un bello camafeo [(1)] regalado con amor la placa le rinde honor en su nuevo aniversario al payador proletario: ¡Casquero, el gran payador!
El “Taller” tiene una placa del Rodeo de Bernal y coronando el umbral, en la entrada se destaca. Desde Ushuahia hasta La Quiaca toda payada germina, y en sus almas se confina produciendo noble fruto, y al payador da tributo la tradición argentina.
Rubén Sada.
[1] Camafeo. «Joya o adorno de forma ovalada consistente en una piedra preciosa en la que hay labrada en relieve una figura.
Mamarracho, te vindico por tus buenas cualidades, y aunque todos te desprecian yo te voy a vitorear. En caso que no existieras, no sería lo perfecto y tampoco habrá belleza con que poder comparar.
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Todo el mundo te critica, te ven feo, te ven bruto, pero yo te reivindico porque fuiste alma esencial. De una piedra tosca y sucia que a sudor y buril pule, el sufrido orfebre lustra hasta un anillo nupcial.
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En papeles inservibles tus escritos languidecen relegados al olvido y después al tacho van. Un bollito es la cucarda con la que premian tu musa, una idea un tanto amorfa que los genios tallarán.
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En tus grietas homicidas o en arrugas del desprecio, puedo ver tu corta vida antes de tu cruel final. Pero fuiste imprescindible, partícipe evolutivo, y gestando tus mejoras pariste el original.
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Mamarracho, sos ensayo, provisorio, prototipo, en el ríspido camino, método prueba y error. Sólo habré de corregirte, de lustrarte, de pulirte, ¿cómo puedo condenarte? ¡Si siempre sos precursor!
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¿Por qué te hacen mala fama, vilipendian tu existencia? ¡Si dejarás como herencia algo más que un mal olor! Si el abono allá en la tierra se transforma, se fermenta, y de allí otro tallo brota perfumando en una flor.
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Mamarracho, te vindico, yo te aplaudo y reivindico, tus rayones son la escuela en la que quiero aprender. Cuántos hay, que despectivos, te tildan de mamarracho sin mirarse en el espejo desastroso de su ser.
Cachivache, te vindico, porque por algo naciste, y aunque algunos te calumnien yo te voy a vitorear. Ya que tú fuiste el inicio, provisorio pero útil ¿y ahora dicen que sos fútil? ¡Vos ayudaste a empezar!
Fuiste el gen, el mal diseño, el ingreso al prototipo pero de ti no rezongo por ser el primer umbral. Despreciado cachivache, hasta el tango “Cambalache” fue un presagio de tus formas, mezcolanzas de un final.
Tu desorden, tu anarquía contaminados de ripio, son el caos del principio en que explosiona el ‘big-bang’. Pero al final, poesía borronea tus ideas que iluminan con mil teas que la vuelta al mundo dan.
Mamotreto, chirimbolo, sos precario, tosco y bruto, no alcanza el abecedario por lo incómodo que sos. Te enmoheces, te abandonan el tiempo y sus artimañas, pero aquí te reivindico, quiero ser tu portavoz.
Armatoste que reposas a un costado de la vida, resignado al sufrimiento de tu temor a morir. Así, igual, la piedra sufre cuando el escultor la talla, pero su cincel no calla y otra Venus va a vivir.
Cachivache que el pasado fue oxidando en la desgracia, y que aguarda en el cadalso su ejecución terminal. Justiprecio tu prontuario pero no armes ‘cachengue’, nunca habrá ‘merequetengue’, ¡yo valoro tu historial!
¿Por qué todos te desprecian, llamándote cachivache? ¡Si hasta en un profundo bache puede crecer una flor! Todo átomo recicla y el universo es un ciclo, tras la noche más oscura siempre renace el albor.
Cachivache, te vindico, yo te aprecio y reivindico, sos mi amigo, sos mi ejemplo, no me animo a ser tu juez. Porque estoy entre millones tildados de "Cachivaches", buscando que no me tache la soberbia y la altivez.