9 de septiembre de 2014

¡OH, QUÉ SABIOS...!


¡OH, QUÉ SABIOS...!


Poetas, melancólicos doctores, 
vuestras acres lecciones he escuchado: 
—"El amor es un negro serafín, 
acerbo sembrador de desengaños; 
arroja su maléfica semilla 
en los pechos, y riégala con llanto."
—Las rosas— me habéis dicho —no son rosas,
los más hermosos son los tristes cánticos.

Poetas, melancólicos doctores,
si amáis a la mujer y sois amados
¿cómo así os expresáis? Yo adoro a una...
Las horas para mí son relicarios
en donde escondo, mientras ella viene
mis deseos, mis éxtasis sagrados.
Minutos alumbrados por la espera,
sois gemas chispeantes de áureos rayos.
Todo florece, inflámase la brisa,
en el ambiente flotan ritmos lánguidos.
La tierra es verde, verde y pudorosa
como dulce novicia de ojos glaucos.
En lecho de misterios y perfumes
la virgen esperanza se ha arrobado.
Tiempo alado, apresúrate a traérmela.
Convulso corazón, ¿no oyes sus pasos?
Hay que escanciar el vino de tus vides
en la cálida copa de sus labios,
y más tarde morir entre el paréntesis
grácil y milagroso de sus brazos.

¿Y aún diréis, ¡oh, poetas!, que el amor
es un vulgar azote y un mal bárbaro?
¿Que no hay otra verdad sobre la tierra
que la verdad del esqueleto humano?
¿Que sólo hay un bautismo, el del olvido?
¿Que sólo hay una ciencia, la del llanto?
¡Amad! Y en dicha, música y arrullos,
trocaréis vuestros grises desencantos.
¡Amad! Y vuestro pecho, como el mío
se inundará de luz de un mundo mágico.

Mas, oh felicidad, oigo su voz,
se acerca ya... ¿Qué veo? Me ha olvidado.
Va con otro... Y ya no me conoce.
¡Poetas! ¡Oh, qué sabios sois, qué sabios!

Amador Porres

5 de septiembre de 2014

AL VIENTO...




AL VIENTO...


¿Qué misterio encierra el viento? 
¿Contra quién su ensañamiento 
se hace bramido feroz? 
¿Qué hipócrita fingimiento 
late en su sañuda voz?

¿Quién irritó sus lebreles? 
¿Sus invisibles corceles 
qué persiguen tan en alto? 
¿Quién los dispara al asalto 
de ramas y chapiteles?

¿Qué golpe de rabia ahueca 
su fragor que sube y sube? 
¿Por qué su furor se obceca 
en llegar hasta la nube 
y sus caireles desfleca?

¿De qué países remotos, 
desolados y ateridos,
proceden esos gemidos? 
¿De qué pulmones ignotos 
esos potentes silbidos?

¿Es amenaza? ¿Es reproche 
lo que dice el vendaval 
cuando su alarma infernal 
va gritando por la noche 
con petulancia triunfal?

Y en esas negras conjuras 
de la noche con el viento,
¿qué gigantes coyunturas 
se retuercen al tormento 
de restallantes torturas?

Sus nerviosos aletazos 
¿qué apocalipsis proclaman? 
Sus gargantas ¿por qué braman? 
con verbo de latigazos? 
¿A qué víctimas reclaman?

Amador Porres (Año 1955).



CUANDO TE CONVENZAS...

cuando te convenzas, amador porres

CUANDO TE CONVENZAS...


Oh, princesa hermosa de las largas trenzas
que das a la risa música y color,
a la luz fulgores, perfume a la flor,
oh, princesa hermosa, cuando te convenzas
que todo es mentira, piensa en tu amador.

Una estrella maga tu ilusión irisa, 
suave como el ritmo de tu andar gentil; 
de un rosado campo tu ilusión es brisa; 
tu garganta evoca sueños de marfil 
entre los acordes de la diosa risa.

Entre niveos tules de anhelos cumplidos
vive ilusionada tu imaginación.
La dicha es esclava fiel de tus sentidos,
y es jaula tu pecho donde el corazón 
va escuchando muellemente sus latidos.

Tienes unos ojos claros, claros, daros, 
unos bellos ojos de fascinación. 
De luz y de ensueños parecen avaros.
¡Oh, los ojos claros! No quiero miraros,
por no contagiaros mi desilusión.

Huye de las horas del negro dolor 
que secan las almas, enlacian las trenzas, 
roban a los ojos su limpio claror. 
Pero cuando lleguen, cuando te convenzas 
que todo es mentira, piensa en tu amador.

Amador Porres

NO CONFÍES (Poema de Amador Porres, de España)

NO CONFÍES



Si alguno pregona que son tus pestañas
radiosas constelaciones
fascinantes, cuando ríes,
con cuyas irisaciones
de felicidad el orbe entero bañas...
No te fíes.

Si alguien ve en tus carnes de áurea seducción
el granito y la esmeralda,
y si la falda meneas,
clama que ondeas la falda
como un estandarte de revolución...
No lo creas.

Cuando te aseguren que es dulce martirio
saborear los mortales
hidromieles que deslíes
de tus fragantes panales,
que causan delirio, delirio, delirio...
No te fíes.

Cuando digan que eres la mujer romántica
líricamente armoniosa,
y se empeñen en que seas
una fusión misteriosa
de melancolía carnal y enigmática...
No lo creas.

Si alguno compara tus bellos andares
al de alucinante ondina
o reina de las huríes,
o graciosa golondrina
de zigzags sinuosos y crepusculares...
No te fíes.

Si alguno te alaba cual compendio airoso
de lo profano y lo santo,
y se empeña en que hermoseas
esta vida con tu encanto,
que es tanto que raya con lo milagroso...
No lo creas.

Si una vez... —Así la vida es un tormento,
¿Puede ser?
¿Las personas siempre mienten?
—No, mujer,
más diciendo lo que sienten,
¿crees tú que sienten algún sentimiento?


Amador Porres
no confíes, amador porres, belleza femenina, poesía para la mujer,

4 de septiembre de 2014

ESPÍRITU (Poema contra el materialismo, escrito por Rubén Darío a Enrique Guzmán)


ESPÍRITU

A Enrique Guzmán

¡Materialismo!... La moderna ciencia 
de su ser lo desprende, 
infundiendo pavor a la conciencia 
por doquiera se extiende...
   Se extiende, pero no llevando vida, 
que su seno está yerto; 
se extiende como la ola corrompida 
que vaga en el mar muerto.
   Es torrente de hiel que ahoga y abrasa 
a la razón humana; 
que entre los sueños de la vida pasa 
como una sombra insana.
   Deja el mar que un momento su miseria 
vuele a Dios que le atrae; 
pero al golpe infernal de la materia, 
de los cielos se cae.
   El pensamiento, eterna maravilla, 
que el alma mira absorta, 
es tundido a la llama de una hornilla, 
dentro de una retorta.
   Sentir y amar, alientos que palpitan 
en el pecho convulso, 
son dos chispas que chocan y se agitan 
al eléctrico impulso.
   ¡Comed! ¡Bebed! El cielo se derrumba, 
y tras la losa helada, 
más allá de lo oscuro de la tumba, 
sólo reina la nada.
  ¿Dios?... Ya cayó de su elevado trono; 
ya se hundió su palacio... 
Le reemplazan el ázoe y el carbono; 
el tiempo y el espacio.
   ¡Horror! ¡Horror! Avanza este torrente... 
¡Su impulso detened!... 
¡Se ahoga el alma en la atmósfera candente! 
¡Tiene sed!... ¡Tiene sed!
   Contemplad ese impulso rudo y fiero; 
apagad esa hornilla, 
o bajad a Jesús de su madero, 
y escupid su mejilla.
   Contened, por favor, la fuerza bruta 
de ese inmenso torrente, 
o a Sócrates quitadle la cicuta, 
y abofetead su frente.
   ¡Horror! ¡Horror!... El hombre exhala un grito 
al ver que Dios se esconde; 
y pregunta por él a lo infinito, 
pero éste no responde.
   Dirige al cielo su palabra fría, 
y de vigor desnudo, 
su palabra se pierde en el vacío, 
porque el cielo está mudo.
   Lleno de miedo y de dolor profundo, 
al mundo habla un instante;
pero al fijar sus ojos en el mundo, 
ve la hornilla chispeante.
   Oye el sonido que en agudo tono 
da la fragua que chilla, 
y el espíritu mira entre el carbono, 
fundiéndose en la honilla.
   ¡Mefistófeles! —grita el hombre airado. 
¡Mefistófeles cruel! 
¡Genio eterno!... Gigante dibujado 
por lírico pincel.
   Mefistófeles cruel: dime, te ruego, 
¿dónde hallo al Dios que brilla?...
Y ve una roja masa junto al fuego 
de la chispeante hornilla.
   Mefistófeles cruel: dime tú, ¿dónde 
hallo alma, hallo razón?...
Y la chispeante hornilla le responde 
con sorda confusión.
   ¡Horror! ¡Horror! ¡Avanza este torrente!... 
¡Su impulso detened!
Se ahoga el alma en su atmósfera candente... 
¡Tiene sed!... ¡Tiene sed!
   Allá viene entre nieblas dilatadas 
horrenda procesión... 
Son momias que se mueven agitadas 
en sorda confusión.
   Cantan al son del mazo que martilla 
la caída de Dios;
y en derredor de la candente hornilla 
soplan de dos en dos.
   Mefistófeles: deja tus carbones...
dame agua: tengo sed... 
Contempla cómo soplan los tizones 
las brujas de Macbet.
   ¡Tengo sed del espíritu gigante, 
Mefistófeles cruel!...
Y contempla la hornilla chispeante 
brillar delante de él.
   ¡Corre el hombre!... Por fin el cielo clama 
por la segunda vez:
¡se extiende ante su frente hermosa llama!
¡Tiembla el cielo a sus pies!
   ¡Es que Dios no ha caído! ¡Refulgente 
se mira en su palacio! 
Y es eterno, sublime, omnipotente, 
en tiempo y en espacio.
   Mira el hombre la aurora que le halaga, 
y que en el cielo brilla, 
y contempla también cómo se apaga 
el fuego de la hornilla.
   Y revestido de celestes galas, 
envuelto en luz bendita, 
el espíritu vuela con sus alas 
por la escala infinita.
   Ya hay vida en las estrellas, en los soles; 
ya se mira extendido 
entre nubes y bellos arreboles, 
progreso indefinido.
   Ya la vida del hombre no es un mito; 
no es fósforo y carbón. 
Hay un espacio espléndido, infinito... 
¡Hay alma y corazón!
   ¡Ya no se forma en hornos el talento! 
¡Ya no es débil cristal!... 
¡Ya bulle con ardor el pensamiento! 
¡Ya existe el ideal!
   Ya la ley de las almas nos gobierna; 
ya se canta victoria... 
La vida del espíritu es eterna... 
¡Hosanna!... ¡Gloria!... ¡Gloria!...

Rubén Darío (Poemas de juventud)

VANIDAD DE VANIDADES (Vanitas vanitatum)

VANIDAD DE VANIDADES

(Vanitas vanitatum)


Mel et lac sub lingua tua¹... ¿No dijiste 
oh, rey Salomón, que todo es vanidad? 
Aprendí verdad tan triste 
cuando supe que era triste la verdad.

Una abeja vino a libar su panal 
entre mis fauces ansiosas, 
pero iba buscando las luces radiosas 
de mi corona real.

Me sentí más Salomón, 
y aún más sujeté la corona en mi frente; 
desde entonces fué clavando en mi doliente 
carne su agudo aguijón.

El dolor es texto de grandes verdades; 
me doctoré en el dolor. 
Y afirmo: placeres, oro, gloria, amor, 
¡Vanidad de vanidades!

Amador Porres

1) Expresión en latín que significa "Miel y leche hay debajo de tu lengua", tomada de Eclesiastés 4:11 (La Biblia). Es posible que el poeta Amador Porres haya leído a Rubén Darío, quien citó esta misma expresión bíblica en su cuento 
PALOMAS BLANCAS Y GARZAS MORENAS de su obra "Azul..." manteniendo también el contenido de este poema una gran influencia proveniente del soneto XLIII de Lópe de Vega titulado "A una calabera".

Más poemas similares:


A una calavera
Soneto XLIII
   Esta cabeza, cuando viva, tuvo 
sobre la arquitectura destos huesos 
carne y cabellos, por quien fueron presos 
los ojos que mirándola, detuvo. 
   Aquí la rosa de la boca estuvo, 
marchita ya con tan helados besos; 
aquí los ojos, de esmeralda impresos, 
color que tantas almas entretuvo. 
   Aquí la estimativa, en quien tenía 
el principio de todo movimiento; 
aquí de las potencias la armonía. 
   ¡Oh hermosura mortal, cometa al viento!, 
¿donde tan alta presunción vivía 
desprecian los gusanos aposento?
Autor: Lope de Vega

LECHE Y MIEL (Soneto de Rubén Sada) 

3 de septiembre de 2014

Letrilla para Consuelo: TU COLLAR DE PERLAS (Poema de Amador Porres)



Letrilla para Consuelo
"TU COLLAR DE PERLAS"

Un cierto domingo 
de la primavera 
hallé tu collar 
en la rosaleda. 
Consuelo, si quieres 
que te lo devuelva... 

Soñaba en un éxtasis 
la atmósfera quieta 
entre oros de tarde, 
músicas y esencias. 
Los pétalos rojos 
de rosas abiertas 
semejaban vivos 
labios de doncella.
Un sutil embrujo
de vida y querencias
batía sus alas
por toda la tierra,
cuando adiviné
tu clara presencia
por un bello símbolo
dormido en la arena.
Consuelo, si quieres ,
que te lo devuelva...

¿Qué haría sin él
mi afán de poeta?
¿Qué haría sin él
mi amor a la ciencia?
Lo bueno y lo malo
se impregnan de estética
con la evocación
de tu carne fresca.
Lo bueno es más bueno,
lo malo, belleza.
Y es que el collar sabe
de roces de seda,
de tibios encajes,
de añoranzas viejas,
de virginidades,
de leves turgencias
dichas en lenguaje
de fiebre y promesa.
¡Sabe tantas cosas
tu collar de perlas!

Amador Porres

#collar

POESÍA: ¡ESTÁS CONTRAINDICADA!



POESÍA: ¡ESTÁS CONTRAINDICADA!


Contradicción la contraindicación:
Te compré, ¡te tengo contratada!
El diccionario contrata mi dicción,
es adicción, también es pro dicción,
contra adicción, mejor pronunciación...
Poesía: ¡Estás contraindicada!
© Rubén Sada. 3/09/2014

LA CONTRADICCIÓN DEL POETA


LA CONTRADICCIÓN DEL POETA


¡Oh! La contradicción [...] 
dolorosa y divina...[...]
Pero el que no la sienta [...] 
¡Que no sea poeta! 
(Amador Porres - Poeta español)

En fatal contradicción atrapado está el poeta,
contradicción de su alma, su sentir y su vivencia,
que le quita mucha calma, que lo abruma y que lo inquieta,
contradicción pertinaz que taladra su conciencia.

Su soneto exige vuelo veloz como una saeta,
predicando al mundo el bien, la justicia y paz: su esencia.
Vana será su existencia si su pluma deja quieta:
si se silencia el poeta, explosionará en demencia.

¿Será acaso un disparate? ¿Será acaso incongruencia?
¿Será el poema advertencia que al espíritu le late?
¿Callará, indiferente, cuando del horror se trate?

¿Podrá el bardo silenciar, cuando el mal al mundo abate?
¿Se amordazará el juglar ante la impía violencia?
Iniquidad y poesía, ¡contradictorio combate!

Rubén Sada (03/09/2014) Perteneciente al libro "En 14 versos, sonetos".




poesía libera pájaros del alma

2 de septiembre de 2014

MARCHABAS...

Amador Porres, desamor, tristeza, poesía


MARCHABAS...

Marchabas en la sombra y el silencio. 
¡Ay! Qué pálido estabas; ¡ay! qué pálido.
Cruzabas, peregrino en tu interior, 
persiguiendo tenazmente un arcano. 

No quedaba en tu ser un poro abierto; 
el pensamiento estaba encarcelado, 
y solo, solo, eras por momentos 
más herméticamente solitario. 

Las nubes anidaron en los árboles 
en hermandad augusta con los pájaros; 
las hojas iniciaron un susurro 
alegre y triste, rumoroso y lánguido. 

Se fue el sol somnoliento tras los montes; 
la noche amortajó el extenso campo; 
tú en ti, bajo la fúnebre arboleda 
luchabas, la esperanza amortajando.

De tanto haber sentido no sentías,
no volabas de tanto haber volado,
de ir tantas veces por la misma ruta
puso el olvido piedras a tu paso.

¿Es verde palpitante la vereda?
¿Corre el agua en el río sin descanso?
Tu mundo no es el mundo de este mundo,
tu mundo es el vacío del arcano.

En la pálida noche caminabas.
¡Ay! qué pálido estabas, ay, qué pálido.

AUTOR: Amador Porres.


Con tu visita yo vibro./ Tu regalo apreciaré,/y te obsequiaré mi libro/ si me invitas un café.

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