INCENDIO EN LA ERA
un campo había que cosechar.
Se hallaban algunos campesinos
trabajando en ese lugar.
Era muy dura allí la vida,
cuando a mano había que cultivar.
El trabajo era arduo, y pesado
y bebiendo... se iban a motivar.
Ellos llevaban licores y vinos
y el alcohol los iba a incentivar,
y algunos, al estar borrachos
el pesado trabajo podían aguantar.
Dos hombres mientras espigaban
se pusieron por una mujer a luchar.
El alcohol los ponía muy malos,
a botellazos comenzaron a pelear.
Los trozos rotos de las botellas...
y arriba el sol comenzando a brillar.
Hicieron de lupa varios vidrios
que quedaron tirados en el lugar.
Brilló ardiente el rey del mediodía
y el trigo y paja comenzó a quemar.
Si el incendio el lugar dominaba
ya no habría trigo ni habría pan.
Entonces pronto avisaron al pueblo:
"La era del trigo se empieza a incendiar."
Salieron las personas de sus casas
con la noble intención de ayudar.
Traían muchos baldes con agua
pero muy poco parecían auxiliar.
El incendio en la era fue muy grande
y al rey sol nadie le pudo ganar.
Hasta allí acudió una muchacha
dejando a su bebé en su hogar.
Sabía que si la era se quemaba
por un tiempo no habría pan.
Con toscos elementos precarios
y sin elementos de seguridad,
intentaron apagar el fuego,
pero el calor empezó a sofocar.
El humo era bastante irrespirable
y la piel se le empezó a tiznar.
Sus pulmones ya no resistían,
pero había que seguir hasta apagar.
Llegaba ya por fin la noche
y la reina luna comenzó a brillar.
Las personas se volvían a sus casas
contentas de que lo pudieron lograr.
Regresaron cantando muy alegres:
"El fuego no nos pudo dominar".
"Somos un pueblo más fuerte que el sol."
"Ni Dios contra nosotros podrá."
Pero el áspero humo, irrespirable,
se cobraría otra víctima más.
Y la muchacha se acostó, cansada,
y ya nunca volvió a despertar.
Hoy el pueblo entero está de luto
por esa muchacha que quiso ayudar.
El cielo oscurecido por el humo.
Y un niño todavía espera a su mamá.
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©Rubén Sada. 11-11-2007
Derechos de autor reservados por Rubén Sada.
A la memoria de Lidia Moreno,
Villamayor de Campos, Zamora (España-1934)
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Cuando vayas de campamento,
no dejes tirados por ahí trozos de botellas de vidrio.