EUFORIA MUSICAL

Oigo música en la lluvia
y bongós en las ventanas,
coros del croar de ranas,
fuelles en la era rubia.
El viento es la aguda gubia
que martilla a los timbales,
diez mil gotas tropicales
parecieran dar aplauso,
¿seré un loco? Mejor, pauso.
¡Son euforias musicales!

Música en el orbe hay tanta
que hasta el cielo es melodía,
H2O, poesía,
agua y aire en su garganta…
Baña y canta a tierra santa
con sus nieblas matinales,
y unos cantos bautismales
loan a la primavera,
ensalzando a la pradera,
¡son euforias musicales!

Escucho alegres monitos
desde el alto de la selva,
tal vez la fiesta me envuelva
mientras gritan sus cantitos.
Un trinar de jilgueritos
suma el canto de turpiales,
y festejan mil zorzales
que otro día ha comenzado,
¡no me crean desquiciado!
Son euforias musicales.

Siento música en el río,
en los arroyos y el salto,
vuelan cantos en lo alto
que se oyen ‘pío, pío’.
Doy oído al mar bravío
y hasta me cantan sus sales,
buques internacionales
tocan claxon fuertemente,
¡no me crean un demente!
Son euforias musicales.

Me vibran zumbos de insectos
y desafina el mosquito,
quizás es un sopranito
de sanguinarios proyectos.
Oigo hormigos arquitectos
y hasta avispas muy sociales,
grillos en los pajonales
y en dos alas de chicharra
vibran cuerdas de guitarra,
¡son euforias musicales!

Sinfonía es el ocaso,
cuando anuncia la marea
que Selene se blanquea
y la acuna en su regazo.
Es la pausa, que abre paso
a los miedos fantasmales,
de búhos y de chacales
con su cántico barroco,
no crean que soy un loco,
¡tengo euforias musicales!

© Rubén Sada. 2/5/2024.

Inspirado en una expresión acuñada por Clara Ferrando Juani.