CARTA DE AMOR
Amor,
que te quiero tanto,
sos
mi vida, sos mi sueño,
desde
este pago quilmeño
te
envío escrito, mi canto.
Esta
carta expresa cuánto
te
ansío cada jornada,
sos
mi dulcísima hada,
el
trofeo de mi conquista,
que
mi latido me asista
para
enviarte esta ensobrada.
En
esta carta destiño
mi
duda y mi desconcierto,
pues
mi amor por ti no ha muerto,
lo
conservo con cariño.
Con
la pureza de un niño
te
aseguro, mi Artemisa, ([1])
que este
amor se enfervoriza
hacia
ti con fervor místico,
en cada
proyecto artístico
del
poeta y la poetisa.
Esta
semilla te planto
para
que crezca el ingenio,
y
aunque mi verso es pequeño
con mil
besos lo agiganto.
Mi poesía
aconsonanto
por
ti, mi mujer amada,
sos
mi fórmula sagrada,
yo
quiero ser tu alquimista
y si
uno de otro no dista
somos
pareja soñada.
Tu
bello cuerpo lampiño,
caliente
como un desierto,
asperjaré
([2])
como a un huerto
con
mi húmedo escrutinio.
Mi piel
es tu condominio,
puedes
hacerme requisa,
pero
no vayas de prisa
como
un proyectil balístico,
mejor
el método heurístico ([3])
que la paz nos garantiza.
Tu rubor
tiene el encanto
del
ocaso ribereño,
cuando
un idílico isleño
mira
al mar como al Dios santo.
Y el
sol pone un rojo manto,
besa
el mar su piel rosada,
playa
desnuda, mojada,
aterciopelada
pista,
no
existe pincel de artista
que te
pinte tan osada.
Si
has entendido mi guiño
a tu
corazón muy cierto,
que
esta carta llegue a puerto,
debajo
de tu corpiño.
La
condimento y aliño
con
mi más grande sonrisa,
que
te la entregue la brisa
que acaricia tu tibieza,
brindándote la pureza
brindándote la pureza
de mi
fiel verba castiza.
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