LA INFLACIÓN: IMPUESTO A LA DIGNIDAD
Un impuesto de cobro compulsivo,
un gravamen lo aplasta. Él padece.
Cada vez compra menos. Precios crecen,
y acortan su poder adquisitivo.
Sueldo exiguo. Sus gastos, excesivos.
La canasta esencial se le encarece.
De atuendo y alimento ya carece,
y de remedios, para seguir vivo.
El gobierno es bastante irresoluto,
recaudan más, mas la inflación no baja.
Y cuanto más dinero haya en la caja
más aumentos serán nuevos tributos.
El pobre y quien trabaja están de luto.
Su dignidad se agrieta y resquebraja.
Rubén Sada. 7/12/2014