POR ALGO EN LA TIERRA ESTÁS
I
Muchacha, no te enojés
si estas cosas yo te digo.
Ayer hablaste conmigo
y te vi llorar, no aflojés.
No, piba, no lo dejés
que te embalurde el chabón;
ese otario, el corazón,
que medio te está fallando,
hablale de cuando en cuando
pa' que aguante el tropezón.
II
Decile que vos no sos
culpable de tu destino,
que si andás por mal camino
por algo lo quiso Dios.
Decile, piba, que vos
vivís el triste quebranto
de ver mojada con llanto
la blancura de tu almohada,
cuando de noche cansada
buscás un consuelo santo.
III
Decile que si vivís
emborrachada de vicios
es tan cruel tu sacrificio
que sin quererlo morís.
Decile que sos feliz
cuando tus ojos se cierran
y te apartas de la tierra
sumida en sueño profundo
alejándote del mundo
y de las cosas que encierra.
IV
Qué se yo; te vi llorar,
tuve ganas de abrazarte,
en mi pecho cobijarte,
pero no te pude hablar.
Y me largué a caminar
buscando un poco de luz
pensé, muchacha, en la cruz
que a tus espaldas agobia,
vos que pudiste ser novia
del buen hermano Jesús.
V
Pero no importa, no aflojes,
por algo en la tierra estás,
que Él en su dulce paz
a quien más sufre recoge.
Y cuando alguno te arroje
una injuria despiadada
no piba, no digas nada,
déjalo irse, déjalo,
a tu espíritu calmalo,
seguí tu farsa alocada.
VI
Y pensá que hay un poeta,
que hay un hombre que camina,
a quien dañan las espinas
de tu existencia, pebeta.
Que en noches serenas, quietas
hasta un jardín se acercó
y tomando hermosa flor
la besa besando tu alma,
y en esa inefable calma
por vos piba, lagrimeó.
Juan Arrestía