COSAS DE MUCHOS
I
Estaba una noche yo
en un boliche cualquiera,
las dos más o menos eran
cuando esto sucedió.
Un hombre joven entró
tambaleándose en sus pasos,
noté no sé qué fracaso
en su profunda mirada
y sus pupilas cansadas
al dolor le abrían paso.
II
Se dirigió al mostrador
apoyando allí los codos
y pausado, de este modo
al bolichero le habló:
¡Sirva una vuelta patrón!
Para mí y a los presentes,
no se extrañe si mi frente
se inclina ante el vaso lleno,
ya que él me saca el veneno
que en mi pecho está latente.
III
Soy un hombre que camina
cansado hasta de sí mismo,
que al dolor, al pesimismo
y a la amargura se inclina.
Yo represento la ruina
que el hombre esconde aparente,
yo sé que mi turbia mente
divaga con el alcohol,
pero a veces, como el sol
brilla mi verba elocuente.
IV
No me pregunte quién soy
pues ni yo mismo lo sé.
Si canso, perdóneme
ya que en seguida me voy.
Lo que usted me escuche hoy
eche mañana al olvido,
soy un hombre que ha vivido
cosas que muchos ignoran,
la vida torturadora
el alma me ha carcomido.
V
Ando, anduve y andaré,
sé de todos los caminos,
andariego mi destino
mucho me hizo conocer.
A la miseria palpé
de cerca, entre miserables,
yo no quiero que me hablen
de filosóficas plumas
que no conocen las brumas
de la realidad palpable.
VI
El mundo es malo, patrón,
créame lo que le digo.
Yo no tengo ni un amigo
ni me alienta una ilusión.
La gente con su ambición
me desespera y me aterra,
si a veces veo en la tierra
el mismo infierno del Dante,
mi alma desesperante
se agita en continua guerra.
VII
Bueno, patrón, cóbrese
el gasto que yo le he hecho,
ya, medio, alivié mi pecho
y me voy, dónde, no sé.
No quiero me vea usted
las pupilas empañadas,
llorar es una pavada
pero a veces en la vida
unas lágrimas perdidas
se nos escapan por nada.
VIII
Pues cuando me veo así
por la bebida mareado
me ataja el ser venerado
que quiero con frenesí.
¡Mi madre! Que me ata, ¡sí!,
por quien todavía soy bueno,
que sino este veneno
que tengo guardado yo...
hasta la vuelta patrón
¡lo que haría es lo de menos!
Juan Arrestía (El poeta nochero, de Quilmes)