A MEDIA LUZ
“¡Qué suave terciopelo la media luz de amor!” (Carlos Lenzi)
Este cuarto a media luz, en el que estamos los dos,
me intoxica del presente en un pasado que brilló.
Hay media luz de cariño, sólo brilla el televisor,
faltan poses, faltan roces, deslumbra el computador.
Hay un muro de silencio, un muro entre tú y yo,
cada minuto es eterno, y una daga es el reloj.
Se hace infinita la noche, y el insomnio es maldición,
voy muriendo por minuto, el tiempo es mi cruel señor.
Son veintinueve inviernos mensuales, sin compasión,
los que me calan los huesos, la mente y el corazón.
Necesito luz completa, el calor de un nuevo sol,
un crisol que nos fundiera en la misma dimensión.
El que dijo que nuestra cama para dormir se inventó
quizás fue ermitaño, enfermo o tal vez se equivocó.
Vivía entre las penumbras, en letargo y sin fulgor,
y ya me cansé de eso, pues prefiero la pasión.
La media luz rutinaria tiene un oscuro color,
se va apagando la aurora, que otrora resplandeció.
¡Era suave terciopelo la media luz con amor,
hoy sombrío es el desprecio, hiriente como aguijón!
No te tomas la molestia de entender al hombre que soy,
y te aqueja la jaqueca, jaqueando la relación.
Mi queja es la soledad, aunque a mi lado estás vos,
y el momento más fugaz muere sin contemplación.
Prendamos luz, amor mío, necesito ver quién sos,
que no importen tus rollitos, ni mis canas e hinchazón.
Dime de nuevo tu nombre, lo encenderé a plena voz:
nuestros defectos no importan, si es que en verdad queda amor.
Rubén Sada. 29/01/2011.