El antiguo patriota dio su vida
pensando en una lucha que liberte.
El prócer de hoy la historia invierte
vendiendo la patria merecida.
Enriquecerse era símbolo del mal
y más de un fiel prócer, murió pobre.
Jamás satisfecho en lo que logre
el actual va en atajo, en diagonal.
Izaba el defensor nuestra bandera,
la insignia nacional albiceleste.
El actual pabellón es color verde
y está impreso en moneda extranjera.
Otrora con el rey no copulaba,
ni aceptaba al enemigo matrimonio.
Se engrosa el actual su patrimonio
que luego exhibe en la revista “Caras”.
El pretérito prócer, muy frontal,
luchaba pro estatal soberanía.
El prócer actual, pro tiranía,
se asocia con la multinacional.
Está cambiado el mapa del poder
y encima el viejo prócer está extinto.
El nuevo prócer se porta muy distinto
y el Imperio le dice lo qué hacer.
Las palabras de los próceres retumban,
mas, en altas esferas no son oídas,
y si éstos regresaran a la vida
nuevamente correrían a su tumba.
Personalmente estoy totalmente en contra de la mayoría de los políticos actuales por considerar que su conducta fraudulenta y codiciosa respecto al erario público, dista mucho del verdadero patriotismo que debe ostentar todo dirigente político y funcionario que dirige a una nación honorable como la que pretende ser la República Argentina.
Prácticamente la totalidad de los políticos exhiben en su "prontuario" curricular casos repugnantes de corrupción e impunidad, que me avergüenzan como argentino. Además, en otros casos, la corrupción no es de ellos, pero amparan a "empresarios" igualmente corruptos que saquean el país, convirtiéndose así en "cómplices" de un impúdico latrocinio a la nación.
¡Qué diferencia existe entre estos y nuestros honrosos próceres que dieron la vida por esta nación! Los políticos actuales, a diferencia, no sólo que no la darían, sino que además son culpables de que la población pierda la vida por carecer de recursos que ellos se roban abiertamente o despilfarran.
TRES EJEMPLOS:
1) Bajo la presidencia del Gral. Roca, ante los riesgos de algunos
conflictos fronterizos, éste, con patriótica previsión, encomendó al
Gral. Pablo Riccheri, que viajara a Alemania y adquiriera 40 mil
fusiles Máuser para equipar convenientemente al Ejército Argentino.
El general Riccheri formalizó rápidamente la compra de los máuseres
con las fábricas alemanas. En la entrevista final, se le acercó un
representante de los fabricantes, quien le presentó un sobre y le expresó:
—General, los fabricantes me han encomendado que le entregara este sobre con el importe de "la comisión" que le corresponde por su intervención.
Riccheri abrió el sobre y encontró un cheque de un considerable monto.
Sin titubear, tomó el cheque, lo endosó y se lo devolvió al
funcionario diciéndole:--"Mande tres mil Máuser más."
2) Unos años después, el gobierno argentino, envió al Almirante Onofre Betbeder a Inglaterra, para controlar la entrega de los acorazados "Rivadavia" y "Moreno" en las debidas condiciones.
Éste viajó a los astilleros de Southampton y por 4 meses inspeccionó los barcos tornillo a tornillo. Al concluir satisfactoriamente su inspección, telegrafió al gobierno argentino para que saldara la cuenta. Al día siguiente, un empaquetado funcionario de levita, se presentó a su oficina y le dijo:
—Almirante, permítame que le entregue este sobre en reconocimiento por su trabajo y la imparcialidad con que ha cumplido su misión.-
Betbeder abrió el sobre y retiró un cheque, e inmediatamente llamó a un secretario y le dictó la siguiente nota:
"El gobierno de la República Argentina cumple en agradecer a los
directores de los astilleros la rebaja por la cantidad de 300 mil
libras esterlinas, que han tenido a bien hacerle sobre el precio de
los barcos".
3) Años más tarde, bajo la presidencia de Victorino de la Plaza,
el presidente del Brasil viajó a la Argentina en una visita de
confraternidad. Entre los agasajos se programó el banquete oficial.
Como éste no podía realizarse en la Casa Rosada, por hallarse en
reparaciones, resolvió que se celebrara en la casa particular del
presidente, en la calle Libertad. Al día siguiente del banquete,
Victorino de la Plaza , llamó a su ama de llaves y comenzó a extender los cheques de su cuenta personal, para pagar a los proveedores. Al concluir le observó al ama de llaves:
—Señora, falta la cuenta de los vinos.
Ésta le explicó: —Sr. Presidente, como era una comida oficial, se trajo los vinos de la bodega de la Casa de Gobierno.
Victorino de la Plaza le contestó: —Señora, en mi casa, el gobierno no paga los vinos. Vaya al almacén y reponga a la bodega las botellas que se consumieron.
"En aquel entonces, la Argentina ocupaba el 6º lugar en la escala mundial."