𝐀𝐍Á𝐋𝐈𝐒𝐈𝐒 𝐃𝐄 𝐋𝐀 𝐂𝐀𝐍𝐂𝐈Ó𝐍 “𝐍𝐎 𝐄𝐗𝐈𝐒𝐓𝐄 𝐓𝐎𝐑𝐌𝐄𝐍𝐓𝐀 𝐄𝐓𝐄𝐑𝐍𝐀”.
La canción "NO EXISTE TORMENTA ETERNA" de Rubén Sada, cumple dos años y fue un poema titulado originalmente como “El renacer de la paz”, escrito el 25/5/2023. Se trata de un poema lírico escrito en el formato de décima espinela perfecta cuya idea principal fue la reconciliación y el perdón, luego una celebración de la calma tras la adversidad, en un suntuoso lugar que ofreció el clima apropiado a tal efecto. El uso del símbolo de la paz
al final de cada estrofa refuerza el mensaje de armonía y reconciliación. CONTEXTO: El punto de partida por el cual escribí esta obra, fue un hermoso cuadro del pintor RUSSEL COBANE titulado: “SENDERO DEL JARDÍN”. (Foto superior) Y así fue el principio de esta historia que, aunque es ficticia y pura inspiración, podría ser la de cualquier pareja que luego de una pelea, logra un punto de encuentro para el entendimiento y la comprensión en ambos, siempre y cuando siga ardiendo un rescoldo de amor entre ellos. Cuando vi por primera vez el hermoso cuadro, "musa" del poema, quedé impactado por su belleza y tal es que lo propuse como “sugerencia” para desarrollar la creatividad poética en el sitio EL BAÚL DEL BÚHO, donde fui administrador. Y por supuesto, también me puse a imaginar la historia de a qué lugar conduciría este sendero del jardín. ¿Qué sucedería en la escena? Veamos:
ESTRUCTURA: La obra está compuesta por cinco estrofas de diez versos cada una, con una métrica regular de octosílabos (ocho sílabas métricas por cada verso) y un esquema de rima consonante que sigue el patrón “abbaaccddc”. Este esquema es característico de la décima espinela, una forma poética tradicional en la literatura castellana, que uso habitualmente para dar musicalidad y cohesión a las historias. Cada estrofa concluye con la sentencia “No existe tormenta eterna”, que actúa como un poderoso mantra o leitmotiv, reforzando el mensaje central: la transitoriedad de las peleas (simbolizadas por la tormenta). La narrativa progresiva transita desde la calma restaurada hasta la celebración de un futuro esperanzador.
TEMAS PRINCIPALES:
—SUPERACIÓN DE LA ADVERSIDAD: El título y el pie forzado (“No existe tormenta eterna”) son una potente esticomitia que subraya que las peleas, por intensas que fuesen, son temporales. La “tormenta” puede simbolizar conflictos personales, emocionales (internos o externos), matrimoniales e incluso sociales, mientras que el jardín descripto representa la resolución del conflicto y la armonía recuperada.
—AMOR Y RECONCILIACIÓN: La voz lírica implora el perdón (“¡Ven, perdóname, amor mío!”) y anhela la presencia de la amada, sugiriendo que la paz no es solo interna, sino también relacional.
—NATURALEZA COMO REFUGIO: La descripción del paisaje (jardín, paloma, jazmín, sol) actúa como un reflejo del estado emocional del hablante, donde la naturaleza se convierte en un espacio de sanación y belleza, esperanza y renacimiento. La mención de la “aurora” frente a la “noche” y el “festejo del sol” después de la "tormenta", refuerzan la idea de un nuevo comienzo de "luz", tras la "oscuridad".
—RECURSOS LITERARIOS: Utilizo una rica variedad de recursos estilísticos que enriquecieron el texto y reforzaron su mensaje:
—Metáforas:
“El sol es una linterna” (estrofa 2): Compara el sol con una fuente de luz que ilumina “el sendero” del jardín, tras la oscuridad de la tormenta.
“Cada pétalo que admiro es la piel de tu entrepierna” (estrofa 3): Una metáfora sensual que une la belleza natural con el deseo físico, elevando la conexión entre el amor y la naturaleza.
“El temporal se evapora” (estrofa 5): Representa la disipación de los problemas, transformados en simple vapor que se desvanece.
—Personificación:
“La floresta se prosterna” (estrofa 1): La naturaleza adopta un gesto humano de reverencia, enfatizando su conexión con el renacer de la paz.
“El viento se puso en calma” (estrofa 2): El viento, un elemento dinámico que era furioso, ahora se aquieta, reflejando el cambio emocional del hablante.
—Imágenes sensoriales:
Visuales: “Corolas matiz zafiro” (estrofa 3),
“el cielo celeste” (estrofa 5).
—Imágenes olfativas: “El aire huele a jazmín” (estrofa 2).
—Imágenes táctiles: “El tacto del sentimiento” (estrofa 2), “la pierna tuya y mi pierna” (estrofa 4).
Todas estas crean una experiencia inmersiva que conecta al lector con el entorno descrito.
—Anáfora: La repetición del pie: “No existe tormenta eterna” al final de cada estrofa refuerza el mensaje central.
—Símil: “El fuego ya está que arde” (estrofa 4) sugiere la intensidad del amor y la pasión, comparándolos con un fuego vivo.
—Aliteración: Ejemplo en “La lluvia barrió el hollín” (estrofa 2), donde la repetición de la “ll” aporta musicalidad.
—Antítesis: “En vez de noche, la aurora” (estrofa 5) contrapone la oscuridad con la luz, reforzando el tema del renacimiento.
—Simbolismos: Tormenta: Representa conflictos, ya sean internos (culpa, tristeza) o externos (problemas amorosos, sociales). Su carácter transitorio implica que toda dificultad tiene fin.
Sol y aurora: Símbolos de esperanza, claridad y nuevos comienzos.
Jardín: Un espacio idílico que simboliza el alma del narrador, un lugar de paz y belleza donde se restaura la armonía.
Paloma: Tradicionalmente asociada con la paz y el Espíritu Santo, refuerza el tema de la reconciliación.
Jazmín: Evoca pureza, amor y fragancia, conectando con la sensualidad y la calma.
Arco: En “ante el arco y su atavío” (estrofa 1), el arco del cuadro de RUSSEL COBANE simboliza la alianza entre el cielo y la tierra, la promesa de tiempos mejores tras la tempestad, haciendo una analogía con el arcoíris después de la lluvia.
—Tono y atmósfera:
El tono es esperanzador, lírico y romántico, con un matiz de introspección en la primera estrofa que evoluciona hacia la exaltación extrema en el final. La atmósfera inicial es de calma contemplativa, que se transforma en una celebración vibrante de la vida, el amor y la naturaleza. La sensualidad en estrofas como la tercera y cuarta (“la piel de tu entrepierna”, “tu cutis se hace rojizo”) añade una capa de pasión que armoniza con la serenidad del paisaje.
— 𝐀𝐍Á𝐋𝐈𝐒𝐈𝐒 𝐄𝐒𝐓𝐑𝐎𝐅𝐀 𝐏𝐎𝐑 𝐄𝐒𝐓𝐑𝐎𝐅𝐀: —
[1]
El carmen volvió a la paz
y allí nuestro banco aguarda,
tu silueta se me tarda
aunque el sol me da su haz.
Una paloma locuaz
me arrulla con su voz tierna,
la arboleda se prosterna
ante el arco y su atavío...
¡Ven, perdóname, amor mío!
No existe tormenta eterna.
La primera estrofa introduce el escenario de paz restaurada (“El carmen volvió a la paz”). Un carmen es un jardín o quinta, (en Granada, Andalucía), aunque también es una composición poética. Carmen viene de la palabra árabe “karm” y significa literalmente “parra” y es curioso porque todos los carmenes tienen (o tenían tradicionalmente) un emparrado que daba sombra a la entrada de las viviendas. Cuando aprendí esto, quise emplearlo en algún poema y este cuadro me ofreció la oportunidad propicia para mencionarlo.
La mención del banco en la entrada ante el arco de atavío floral, es acorde al cuadro del pintor RUSSEL COBANE. La “silueta” de la mujer amada sugiere una espera ansiosa, que tarda en llegar pero la paloma y el arcoíris refuerzan la calma y la seguridad de que “llegará”. El pedido de perdón (“¡Ven, perdóname, amor mío!”) es una invitación directa, emocional y humilde, para resolver la pelea.
[2]
El sendero del jardín
llena de color mi alma,
el viento se puso en calma
y el aire huele a jazmín.
La lluvia barrió el hollín
y el sol es una linterna,
en el pórtico gobierna
el tacto del sentimiento,
no hay brisa, siquiera viento:
No existe tormenta eterna.
En la segunda estrofa aparece la naturaleza, que se convierte en protagonista de la historia, con el jardín de la entrada a la mansión donde ocurrirá la deseada reconciliación, el jazmín y el sol como símbolos de purificación (“La lluvia barrió el hollín”). La calma absoluta (“el viento se puso en calma
“ / “no hay brisa, siquiera viento”) refleja la paz interna del hablante. “El tacto del sentimiento” son las cuidadosas palabras con las que el protagonista planea recibir a su amada, apenas la vea. Ella aparece en la siguiente estrofa.
[3]
Corolas matiz zafiro
te entregan la bienvenida,
y ante la reja vencida
por tu presencia suspiro.
Cada pétalo que admiro
es la piel de tu entrepierna,
y en la espera sempiterna
estupefacto me quedo,
¡entra a mi jardín sin miedo!
No existe tormenta eterna.
En la tercera estrofa entra en escena ella, la mujer que personifica al amor, que se va intensificando con imágenes sensuales (“Cada pétalo que admiro / es la piel de tu entrepierna”). La “reja vencida” (las barreras entre ambos se han vencido) y las corolas de color zafiro (un bello escenario floral) están dispuestas recibiendo en la mismísima entrada de la mansión a esta bella mujer que aparece. Su hermosura deja “estupefacto” al protagonista, que la invita: “Pasá, no tengas miedo” que estuve “suspirando por tu presencia”.
[4]
Preludios del paraíso
ya vives desde la entrada,
y una alcoba enamorada
te invita sin más permiso.
Tu cutis se hace rojizo
y un diván nos encuaderna,
se enredan tu pierna y mi pierna
frente al hogar de la tarde,
el fuego ya está que arde,
no existe tormenta eterna.
En la cuarta estrofa la reconciliación alcanza su clímax con la descripción de una sincera conversación sobre un diván, donde el amor emocional y físico se vuelven a entrelazar, "enredándose las piernas" de ambos en un momento de baile apasionado. El fuego simboliza la intensidad de la relación, que ahora se traslada a una alcoba “enamorada”, quizás iluminada con una lamparita roja, el color de la pasión. Este matiz invade el pudor de la dama, haciéndola poner colorada, pero se anima y entra para compartir las mieles de una reconciliación, la reconstrucción de un hogar que debería ser un “paraíso” sentimental.
[ESTRIBILLO]
El temporal se evapora
y al cielo celeste ruego,
vengan tiempos de sosiego
y en vez de noche, la aurora.
Y ya que el cielo no llora
más lágrimas de cisterna,
ya que ahora hay paz interna
en esta tarde arrebol,
festejemos este sol:
¡No existe tormenta eterna!
El estribillo, repetido dos veces a lo largo de la canción, describe cómo la tormenta se disipa por completo, y el protagonista celebra la llegada de tiempos mejores (“vengan tiempos de sosiego”). La aurora y el sol representan un futuro luminoso y el autor cierra con la invitación al festejo de la vida en completa felicidad. La “coda” refuerza este mensaje, repitiendo como corolario, parte del estribillo.
MENSAJE CENTRAL:
La letra de esta canción asegura que ningún sufrimiento es permanente y que tras las dificultades siempre hay espacio para la paz, el amor, la renovación y el perdón. La naturaleza actúa como una fuerza sanadora que guía a la persona hacia un estado de plenitud. El estribillo “No existe tormenta eterna” es una afirmación universal que invita a la resiliencia y la esperanza.
CONEXIÓN CULTURAL Y EMOCIONAL:
La décima espinela, utilizada mucho por Sada, tiene raíces en la tradición castellana, lo que conecta a esta canción con un legado cultural de poesía popular. El uso de imágenes naturales y el tono romántico evocan la sensibilidad de poetas como Gustavo Adolfo Bécquer o Rubén Darío, pero con un enfoque contemporáneo que empatiza con lectores modernos. La música utilizada para la composición es del tipo “clásica”, “música de cámara”, que contiene strings de violín, violoncello y contrabajo. En el prompt utilicé las siguientes características: “chamber orchestra, Domenico Scarlatti, Francesco Geminiani, Jean-Philippe Rameau, Pietro Locatelli, Antonio Vivaldi, triunphal march”, logrando así un resultado espectacular al mejor estilo cinematográfico, para darle a la historia un halo musical poderoso y digno. La riqueza de las imágenes que evoca la letra y su impactante musicalidad hacen de esta canción una pieza memorable que celebra la capacidad humana para resolver cualquier problema.
Sin más, los invito a escucharla en el link de arriba: Recomiendo auriculares (tipo cascos) porque en un celular, -que suena como una lata-, no se aprecia plenamente la calidad de la música.