NUEVE PIES FORZADOS
propuestos por Joel Márquez Sánchez
y
resueltos por Rubén Sada.
a mi pie le es amenaza,
la alzo y hago mi casa
porque crear es mi destino.
De constructor me defino,
la palabra es mi equipaje,
mi herramienta es el lenguaje
y mi senda es poesía,
la verdad es luz y guía
para continuar mi viaje.
Cuando improviso a tu lado,
querido amigo, Joel,
la amargura sabe a miel
y el ahogo torno en nado.
El desierto huele a prado
y el cardo se ve narciso,
tomo vuelo desde el piso
y aunque esté pisando el césped,
en tu cielo soy tu huésped
cuando a tu lado improviso.
Sin saber reconocer
mira desde su mangrullo,
ese vanidoso “orgullo”
que no da el brazo a torcer.
Él siente que es el premier,
la corona en la cabeza,
cuando lo llaman “su alteza”
y le rinden el honor,
persistiendo en el error,
pues la humildad es grandeza.
Llévame de copiloto
en el coche de tu amor,
yo quiero ser el motor
y bajo el capó me anoto.
Llévame sin alboroto
con el farol encendido,
quiero ser tu recorrido
y estar en primer lugar,
no me lleves a pasear
en el baúl de tu olvido.
Partiste sin avisar
y de saludar ni modo,
pasó tan rápido todo
sin el duelo completar.
Solo me queda el altar
de mi homenaje versado,
do pondré un cirio tallado
como una ofrenda hacia Dios,
y daré el último adiós
tristemente inesperado.
Una vez volví a empezar
y volví ya muchas veces,
mi lomo tiene dobleces
de caerse y levantar.
Ya crucé un inmenso mar,
tuve un barco y naufragué,
y arrugas do tuve acné
narraron mi trayectoria,
que es siempre la misma historia:
terminé donde empecé.
La luna empieza a brillar
y es en la laguna un faro,
que hace ver algo más claro
el contorno del lugar.
Tu silueta en el palmar
permanece dibujada
en mi retina, tallada
tu boca de labios rojos,
por esto es que van mis ojos
descendiendo a tu mirada.
Una estrella parpadea
en un febrero catorce,
me dicta en código morse
que mi amada me desea.
Un brillo revolotea
y es luciérnaga, lo advierto,
y no es un sueño, es muy cierto:
me llegan mensajes suyos
en la luz de unos cocuyos,
miles son, y me divierto.
Al desatarse el ciclón
conviene igual avanzar,
y no dejarse chupar
a su centro de atracción.
Escapar es la misión
si la furia sobreviene,
no hay viento que no serene
y al tratarse del vivir
no digas que “no hay que huir
porque a mí no me conviene”.
y de saludar ni modo,
pasó tan rápido todo
sin el duelo completar.
Solo me queda el altar
de mi homenaje versado,
do pondré un cirio tallado
como una ofrenda hacia Dios,
y daré el último adiós
tristemente inesperado.
Una vez volví a empezar
y volví ya muchas veces,
mi lomo tiene dobleces
de caerse y levantar.
Ya crucé un inmenso mar,
tuve un barco y naufragué,
y arrugas do tuve acné
narraron mi trayectoria,
que es siempre la misma historia:
terminé donde empecé.
La luna empieza a brillar
y es en la laguna un faro,
que hace ver algo más claro
el contorno del lugar.
Tu silueta en el palmar
permanece dibujada
en mi retina, tallada
tu boca de labios rojos,
por esto es que van mis ojos
descendiendo a tu mirada.
Una estrella parpadea
en un febrero catorce,
me dicta en código morse
que mi amada me desea.
Un brillo revolotea
y es luciérnaga, lo advierto,
y no es un sueño, es muy cierto:
me llegan mensajes suyos
en la luz de unos cocuyos,
miles son, y me divierto.
Al desatarse el ciclón
conviene igual avanzar,
y no dejarse chupar
a su centro de atracción.
Escapar es la misión
si la furia sobreviene,
no hay viento que no serene
y al tratarse del vivir
no digas que “no hay que huir
porque a mí no me conviene”.
© Rubén Sada. 23/07/2021, con pies forzados de Joel Márquez Sánchez.