LA PIZZA
(Jugando con las palabras, junto a Edgardo Laluz)
—(Rubén Sada)—
La duda mi seso cuaja,
respóndame o se eterniza:
¿Por qué es redonda la pizza
mientras cuadrada es la caja?
Respóndame sin ventaja
y si es sabia su cabeza,
le daré con gran presteza
por ser buen respondedor
el premio de ganador:
¡una pizza con cerveza!
—(Edgardo Laluz)—
Sabe que soy carnicero,
Rubén Sada y es así,
pero no sabe de mí
que yo también soy pizzero.
Responderé con esmero
como siempre improvisando,
caja cuadrada le mando,
mi querido contendor,
"para que el repartidor
no se la lleve rodando".
—(Rubén Sada)—
La cuestión perimetral
de la caja de la pizza,
cuya forma rivaliza
con el producto central:
Mejor es la octogonal,
la cuadrada no la quiero,
al cortarla me refiero
porque hay que tener impulso,
yo al cortar tengo buen pulso
porque soy “Doctor Pizzero”.
—(Edgardo Laluz)—
No se haga tanto problema
por la caja de la pizza,
mi respuesta sintetiza
y va aclarar su dilema.
No es tan importante el tema,
desde acá le tiro un centro,
si en una ocasión lo encuentro
le mostraré mano a mano
que al igual que en los humanos
lo importante es lo de adentro.
—(Rubén Sada)—
Hay que tener precisión
para la pizza en rectángulo,
no hay que errarle nunca al ángulo
para no errar la porción.
Pero a decir mi opinión
la circular es lo más,
y en los grados soy capaz,
mi diploma me autoriza:
soy “Ingeniero de pizza”,
y al cortarla uso un compás.
—(Edgardo Laluz)—
Usté es muy perfeccionista,
córtela por donde venga
o salvo que usted no tenga
cuchillo de especialista.
Y deduzco a simple vista
que su perfección retoza,
y en la angurria se reposa,
su decir lo sintetiza
y quiere comer más pizza
que la que come su esposa.
—(Rubén Sada)—
Mejor tomar precaución
de cuál es la pizzería,
pues confundí el otro día
el teléfono en cuestión.
Creo llamé al corralón,
como quien al cliente medra,
y atendió una voz que arredra:
“Pizza a la piedra” -pedí-
y cuando la caja abrí
tenía un montón de piedras.
—(Edgardo Laluz)—
¡Qué terrible confusión,
Rubén Sada, le diría!
No llamó a la pizzería
y sí llamó al corralón.
Tremenda equivocación
al encargar la comida,
y usted en la arremetida
de apurado se desmedra,
si ha comido tanta piedra...
¡Me imagino la salida!
—(Rubén Sada)—
Para la pizza a la piedra
en vez de comprar cuchillo,
compré un pesado martillo
en un bazar de Saavedra.
Lo apreté más que una hiedra
entre mis dedos turgentes,
con martillazos dementes
pensaba en cómo tragarla,
pero al querer masticarla
se me aflojaron los dientes.
Y cayó mi digestión
“como piedra”, cierto el dicho,
todo por un entredicho
con el pión del corralón.
Me atraganté una infusión
caliente hasta el caracú,
lloré como urutaú
que en la selva se desmedra,
y así derretí la piedra
al tomarme un té de ombú.
La duda mi seso cuaja,
respóndame o se eterniza:
¿Por qué es redonda la pizza
mientras cuadrada es la caja?
Respóndame sin ventaja
y si es sabia su cabeza,
le daré con gran presteza
por ser buen respondedor
el premio de ganador:
¡una pizza con cerveza!
—(Edgardo Laluz)—
Sabe que soy carnicero,
Rubén Sada y es así,
pero no sabe de mí
que yo también soy pizzero.
Responderé con esmero
como siempre improvisando,
caja cuadrada le mando,
mi querido contendor,
"para que el repartidor
no se la lleve rodando".
—(Rubén Sada)—
La cuestión perimetral
de la caja de la pizza,
cuya forma rivaliza
con el producto central:
Mejor es la octogonal,
la cuadrada no la quiero,
al cortarla me refiero
porque hay que tener impulso,
yo al cortar tengo buen pulso
porque soy “Doctor Pizzero”.
—(Edgardo Laluz)—
No se haga tanto problema
por la caja de la pizza,
mi respuesta sintetiza
y va aclarar su dilema.
No es tan importante el tema,
desde acá le tiro un centro,
si en una ocasión lo encuentro
le mostraré mano a mano
que al igual que en los humanos
lo importante es lo de adentro.
—(Rubén Sada)—
Hay que tener precisión
para la pizza en rectángulo,
no hay que errarle nunca al ángulo
para no errar la porción.
Pero a decir mi opinión
la circular es lo más,
y en los grados soy capaz,
mi diploma me autoriza:
soy “Ingeniero de pizza”,
y al cortarla uso un compás.
—(Edgardo Laluz)—
Usté es muy perfeccionista,
córtela por donde venga
o salvo que usted no tenga
cuchillo de especialista.
Y deduzco a simple vista
que su perfección retoza,
y en la angurria se reposa,
su decir lo sintetiza
y quiere comer más pizza
que la que come su esposa.
—(Rubén Sada)—
Mejor tomar precaución
de cuál es la pizzería,
pues confundí el otro día
el teléfono en cuestión.
Creo llamé al corralón,
como quien al cliente medra,
y atendió una voz que arredra:
“Pizza a la piedra” -pedí-
y cuando la caja abrí
tenía un montón de piedras.
—(Edgardo Laluz)—
¡Qué terrible confusión,
Rubén Sada, le diría!
No llamó a la pizzería
y sí llamó al corralón.
Tremenda equivocación
al encargar la comida,
y usted en la arremetida
de apurado se desmedra,
si ha comido tanta piedra...
¡Me imagino la salida!
—(Rubén Sada)—
Para la pizza a la piedra
en vez de comprar cuchillo,
compré un pesado martillo
en un bazar de Saavedra.
Lo apreté más que una hiedra
entre mis dedos turgentes,
con martillazos dementes
pensaba en cómo tragarla,
pero al querer masticarla
se me aflojaron los dientes.
Y cayó mi digestión
“como piedra”, cierto el dicho,
todo por un entredicho
con el pión del corralón.
Me atraganté una infusión
caliente hasta el caracú,
lloré como urutaú
que en la selva se desmedra,
y así derretí la piedra
al tomarme un té de ombú.
FIN.
© Edgardo Laluz y Rubén Sada. 16/05/2019.