1 de agosto de 2017

MONOGRAFÍA DEL PAYADOR VÍCTOR NICOLÁS DI SANTO

MONOGRAFÍA DE 

VÍCTOR NICOLÁS DI SANTO

[Décimas de sonido forzado: 1) ANTO - 2) ÍA - 3) ELA - 4) ÓN ]

Víctor Nicolás Di Santo
soñó que un lejano día
llovería la poesía
igual que gotas de llanto.
La décima fue su encanto
y a la gloriosa espinela
fue siguiéndole la estela
para mantener la unión
que brota del corazón
como nota de vigüela.

Tanto él investigó, tanto,
con Gabino como guía,
que aun cerca de su agonía
le ofreció su último canto.
La pobreza y el quebranto
dejaron triste secuela
vendiendo toda su escuela
de académica misión,
por cumplir su comisión
que le sirvió de tutela.

Mis rimas aconsonanto
elogiando su hidalguía,
me nutro de su energía
y en su vuelo me levanto.
Como el manco de Lepanto, ([1])
aunque este galope duela,
le hinco bien firme mi espuela,
vuelo con pluma de halcón,
con el rugido de un león
y potente cual gacela.

Y esta rapsodia adelanto
con franca categoría,
por su vasta antología
y en su legado me planto.
Lo investigo y entretanto
hoy le elevo esta espinela,
mi canto nadie cancela,
pues como él, tengo pasión,
plasmaré mi vocación
hasta el fin, en mi parcela.

Rubén Sada.



[1]) Manco de Lepanto. Apodo atribuido a Miguel de Cervantes Saavedra, creador de “Don Quijote de la Mancha”, libro novelesco más traducido y vendido de la historia, después de la Biblia.
___

BIOGRAFÍA DEL PAYADOR VÍCTOR DI SANTO
(con valiosa información del tradicionalista Raúl Risso)

Víctor Nicolás Di Santo nació en el barrio de Nueva Pompeya, Capital Federal, el 25 de abril de 1941, a una cuadra de la iglesia del barrio. Sus primeros 13 años de vida transcurrieron en Villa Martelli, partido de Vicente López. Al poco tiempo la familia se mudaría a Boulogne. 

Payador Víctor Nicolás Di Santo
Allí fue donde nació su pasión por la guitarra y el canto. Con el tiempo empezó a actuar, primero en Boulogne y alrededores y luego en el interior del país. “Era tan fanático que para las fiestas patrias siempre se vestía de gaucho. En realidad su pasión por los payadores venía de familia. Su padre solía visitar las glorietas de Boedo y de Almagro, ya que vivía por esa zona. Víctor pasó buena parte de su adolescencia en Saavedra, ya que iba a un colegio ubicado en Mariano Acha y Correa. “Cuando estaba en quinto grado tuvo un maestro que lo marcó mucho, porque era una persona de bien. Tenía 10 u 11 años e iba con un amigo a una carnicería en Villa Cerini. Se ponían a cantarle al carnicero a cambio de unos chorizos colorados. En las reuniones familiares era el centro de atención. En las payadas, para saber cómo empezar un canto hay que saber como terminarlo; hay que tener rapidez mental y mi hermano la tenía”, explica su hermano Alfonso. Años más tarde llegarían las primeras actuaciones de Víctor Di Santo como payador en los centros tradicionalistas de Béccar y San Isidro. Después de haber realizado varias actuaciones como payador, Víctor Di Santo comenzó a recorrer el país investigando sobre el tema. Era un apasionado por Gabino Ezeiza, un payador de ascendencia negra nacido en cuna humilde en el barrio de San Telmo que fue autor de más de 500 composiciones que él mismo interpretaba. Una de sus payadas más conocidas fue Heroico Paysandú, dedicada a la ciudad uruguaya, que sería interpretada por Carlos Gardel años más tarde. Gabino moriría pobre en el barrio de Floresta en 1916, a los 58 años de edad. Víctor Di Santo dedicó gran parte de su vida a investigar la vida de este mítico payador, recorriendo distintos puntos del país. “Mi hermano a veces desaparecía de casa para visitar los pueblos del interior, buscando información sobre Gabino Ezeiza. Antes de morir vendió toda su colección de libros de payadores y buena parte la donó a una biblioteca de Berisso. Tomó esta decisión porque sabía que se moría y necesitaba el dinero para publicar su libro sobre Gabino”, afirma Alfonso. Finalmente Víctor pudo publicar la obra, que está prologada por el recientemente fallecido Félix Luna, y murió pobre -como Gabino- a los 65 años, víctima de una leucemia. “Era una persona entusiasta, pero nunca lo motivó el aspecto económico. Hizo algunas grabaciones, aunque no en forma comercial”, aclara su hermano Alfonso. Víctor Di Santo fue reconocido como investigador. Se escribió sobre él en las revistas Todo es historia y El Federal. A pesar de que los payadores tenían en general una impronta política muy importante, Víctor carecía de una ideología definida. Los payadores eran como cantores de protesta, con una línea combativa contra el régimen imperante. “Fue invitado a Cuba a una reunión de payadores de toda Latinoamérica y destacó tanto los aspectos positivos como los negativos de la isla”, observa Alfonso. Cuando Víctor falleció, recuerda su hermano, había como mucho 20 personas acompañándolo. En ese momento no era tan conocido entre los payadores como ahora. El 1 de noviembre de 2009, día de la conmemoración del fallecimiento de Gabino Ezeiza, se transportaron las cenizas de Víctor Di Santo a la sede de la Agrupación Tradicional Argentina "El Lazo", localidad Beccar, Partido de San Isidro.
El investigador y payador Víctor Di Santo, falleció el 10 de febrero de 2005, en Boulogne. En 1959 debutó como payador en el Club Atlético River Plate de Monte. Cruzó cuerdas con todos sus contemporáneos, entre los que se destacan Felipe Arellano, Roberto Ayrala, Aldo Crubellier, Jorge Soccodato y Rodolfo Lemble. Publicó, entre otras obras, "El canto del payador en el circo criollo", "El payador, su arte y su canto" y "Payadores y política". Encontró en José Curbelo a un estrecho colaborador.

Escribe Raúl Risso:
Imperturbable la vida cumple su designio y nos obliga -de tanto en tanto-, a escribir las páginas no deseadas en ese momento y por esos motivos. Y hacemos esta introducción porque con todo respeto y admiración debemos ahora evocar al amigo Víctor Nicolás Di Santo, quien tras luchar un año con una cruel enfermedad, falleció en su casa de Boulogne (San Isidro), el 10 de febrero del año 2005. Tenía 63 años, como que había nacido en Capital Federal, el 25 de abril de 1941, transcurriendo sus primeros 13 años de vida en Villa Martelli, partido de Vicente López, para radicarse a partir de allí en “su pago de toda la vida: Boulogne”.
Tempranamente se acercó al tradicionalismo, y solía referir con sincero orgullo que registraba como Socio Honorario Nº 13 del Círculo Criollo “El Rodeo” de Moreno, una de las instituciones pioneras en la provincia.
Quizás fue poeta antes que payador, ya que a eso de los 15 años compone sus primeros versos, que a veces recitaba y otras cantaba; pero el germen repentista por allí andaba, y junto a Felipe Luján Arellano hace su primera presentación profesional como payador, cuando tiene 18 años; antes -más adolescente- había conocido y tratado al payador moreno Juan José García, y al payador de origen neuquino Juan Quiroga, a quien frecuentó bastante y junto a quien amasó su sueño payador. Su destino ya estaba marcado, el canto alterno era su prioridad, por eso dijo hace muchos años:

“En la décima espinela
hoy el payador se planta
y surge de su garganta
un murmullo de vigüelas;
las cadenciosas estelas
de un canto antiguo y gentil
se hacen punzante buril
para tallar frente a frente
la vigencia permanente
del arte payadoril.”

Una simple relación de fechas nos dice que ejerció el arte de su canto improvisado por espacio de 45 años. Pisó escenarios desde clubes barriales a teatros porteños, de la reunión del boliche a la Peña de Coronel Dorrego, del fogón de la jineteada al encuentro internacional de payadores. Pero sus inquietudes no se agotaron con el poeta y el payador; hombre curioso e inquieto, ávido de conocimientos, se abocó a la investigación, pero a la investigación verdadera, no al ‘dicen’ o ‘me contaron’, “puro jarabe de pico”, sino a todo aquello con respaldo documental, con testimonio escrito. Y ese método de trabajo floreció en “El payador, su arte y su canto” (l985) y “El canto del payador en el circo criollo” (1987), y en “Gabino Ezeiza -precursor del canto payadoril-”, libro que aparecerá póstumamente pues alcanzó a ingresarlo a la imprenta y a hojear algunas pruebas.


Y ansiosos por ver la luz quedaron otros trabajos por los que hacemos votos para su futura edición, uno referido a la “Los Centros Criollos de Carnaval”, y el otro a “Los Cuchilleros de Buenos Aires”.
Pero no todo es libro, por eso también difundió sus investigaciones por las páginas de revistas como: Todo es Historia, Rincón del Payador, Tarareando y Club de Tango, todas de la Ciudad de Buenos Aires; Pa’l Gauchaje, de La Plata, y El Tradicional, de la Ciudad de San Martín.
Un puñado de sus bien rimados y gauchos versos fueron publicados en un opúsculo de 20 páginas que tituló “Tierra Campa” (1978), y algunos de estos han sido llevados a la grabación por intérpretes como Héctor Del Valle y Jorge Berón, entre otros.
Sintió con pasión todo lo que hizo, y cada vez que encaró un proyecto lo vivió poniendo lo mejor de sí. Fruto de su impulso fue aquel “certamen de payadores noveles” que se llevó a cabo en la Agrupación Tradicionalista “La Montonera” de Ensenada en 1985, y que sirvió de espaldarazo a un grupo de jóvenes que 20 años después siguen en la brega con un lugar bien ganado: Otero, Huenchul, Moreno, Ocaña... Y si el entonces gobierno municipal de la Ciudad de Buenos Aires, por Decreto 6256/86 declaró el “Día del Payador”, no estuvo ajeno su ímpetu creador; como tampoco lo estuvo en la coronación de esa fecha, llevando el canto payadoril al centro porteño y a un teatro como el “Presidente Alvear”, cumpliendo un sueño dorado.
Y aunque la vida le cortaba las alas a sus vuelos, él trabajó hasta el último hálito de vida, como lo demuestra el hecho de haber ingresado a la imprenta los originales de su investigación sobre Ezeiza.
Pero su suerte estaba echada, y a las 19:30 hs. del jueves 10 de febrero [de 2005] se cortó su aliento, se cerraron sus ojos... o ¿por qué no? se abrieron en otra dimensión para ver la vida desde otra perspectiva.
Dispuso como última voluntad, que su guitarra -compañera acunadora de sueños-, quede en las manos de su colega Jorge Soccodato, como certificando aquella ofrenda literaria hecha en 1978 en “Tierra Campa”, cuando a las seis décimas de la primera composición justamente titulada “Mi Guitarra” las dedica “Al payador argentino Jorge Alberto Soccodato”. Sin duda, derechura de un rumbo.
Del mismo modo ha querido que su importante biblioteca se incorpore a la “Biblioteca Carlos Moncaut” de la Asociación Argentina de Escritores Tradicionalistas, institución a la que se acercó a poco de fundada, donde alguna vez fuera galardonado con el Primer Premio de un certamen de poesía gauchesca, y con la que varias veces colaboró desempeñándose como Jurado de sus certámenes, como incluso había ocurrido en noviembre de 2004, a pesar de su salud menguada.
Se apagó una vida preocupada por desentrañar aspectos de un pasado cercano que necesitan ser rescatados y resguardados, y se encendió otra estrella en el firmamento criollo del cielo nuestro.
Las guitarras payadoras están de duelo, y en las hemerotecas de los archivos, los grandes libracos permanecen cerrados, y es que ha dicho ¡adiós! el Payador Víctor Nicolás Di Santo.
¡Adiós, amigo... hasta siempre!
(28/02/2005)
(Publicado en el Boletín Informativo N° 44, 05/2005, de la AAET) 


Con gran alegría he conseguido "nuevo" el libro de Gabino Ezeiza​ escrito en vida por el payador Víctor Di Santo, y publicado posmortem por su viuda Marta Argentina Romero y editado e impreso por la Editorial Distribuidora Quevedo en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, ISBN 978-987-9246-34-4, de 416 páginas, investigación que le llevó al autor prácticamente "toda su vida" y apenas pudo ver la prueba de galera, porque días antes de ser publicado, Di Santo falleció, un fatídico 10 de febrero de 2005, víctima de leucemia, en su casa de Boulogne. El prólogo es nada menos de que Félix Luna.
Aquí tengo su legado. 



23 de julio de 2017

MONOGRAFÍA DE FELIPE LUJÁN ARELLANO

MONOGRAFÍA DE

FELIPE LUJÁN ARELLANO

Desde los pagos de Monte
transitando por el llano,
viene Felipe Arellano
galopeando el horizonte.
No hay verso que no remonte
si se trata de cantar,
y a la hora de pensar
se hace librepensador
quien proclama con valor
y dignidad al payar.

Y así fue de libertario,
improvisando Felipe,
sin nadie que lo constipe
ni lo calle en su escenario.
Con un acento emisario
su canto de compromiso
era un mensaje macizo
que hasta lo estaqueó en la jaula
por evidenciar al maula
con la fuerza del granizo.

Sos mi ejemplo, payador,
en tu cantar solidario,
y ambos lados del estuario
te rinden máximo honor.
La fe del agricultor
se hace real cuando va
sembrando lo que amará
aún si el sol no siempre brilla…
¡ten fe de que tu semilla
de seguro brotará!

Caminaste por las huellas
del payador Martín Castro,
le fuiste siguiendo el rastro
a la luz de sus estrellas.
Tus poéticas epopeyas
viajando cual golondrina
junto al gran Carlos Molina,
íntegramente sociales,
payadores colosales…
¡un orgullo de Argentina!


Autor: Rubén Sada.

________________________________________________

PAYADOR FELIPE LUJÁN ARELLANO (Biografía)

Nacimiento: 25 de mayo de 1933 en Monte (Prov. de Buenos Aires).
Fallecimiento: 2 de septiembre de 2005.
Felipe Luján Arellano fue un cantor libertario, un militante social. Incluso en las instancias más difíciles de nuestra historia contemporánea y por el compromiso de su canto y la dignidad de su idea, fue también uno de los tantos que debió sufrir la cárcel, la tortura, la violencia de la represión dictatorial.
 
Payador Felipe Luján Arellano
Desde siempre, estuvo donde se le requirió, presente en toda aquella convocatoria que significara una instancia solidaria y si bien su canto alternó los escenarios más importantes del continente, estuvo también y prioritariamente en las fábricas ocupadas, los sindicatos en huelga, los campamentos obreros o las trincheras estudiantiles, llevando un mensaje siempre fiel a la concepción social que era además la columna vertebral de su canto.

Aunque nació en la Guardia del Monte, en la República Argentina, cuando llegó a esta Banda Oriental “apareó” su canto al de los más importantes poetas repentistas criollos y especialmente formó una dupla contundente por algunos años con el Bardo del Tacuarí, Carlos Molina. Aunque no es la ocasión de hacerlo, es imprescindible reafirmar un concepto sobre Felipe Luján y “su” canto: fue sin lugar a dudas, el más importante, trascendente y librepensador de todo cuanto payador argentino hubiese jamás pisado esta orilla del río. Y eso, seguramente es mucho decir. La memoria registra tenidas versificadas suyas trascendentes con juglares chilenos, brasileños, argentinos y por supuesto, orientales de todos los pagos.
Felipe Luján Arellano, payador de Monte (Buenos Aires)



En sus propias palabras: “Soy el menor de doce hermanos, cinco mujeres y siete varones; hijos de Claudia Laucirica e Higinio Arellano. Vivimos en campaña, somos arrendatarios dedicados a la producción agrícola ganadera. En mi niñez, en períodos breves, pasamos por “La Elina y El Totoral” con suerte muy esquiva. Sólo concurrí tres años a la escuela primaria en el paraje llamado “La Costa”, a 100 km. de Capital Federal, cuatro leguas del entonces pueblo de Monte. A los nueve años de edad ya trabajaba jornadas enteras en tareas del campo. Poco a poco y casi sin darte cuenta pasás de niño a muchacho y de ahí a hombre. De niño soñaba con ser maestro; dicen que era sobresaliente. Fue imposible seguir una carrera a pesar de las recomendaciones de mi maestra. Hubo que quedarse sólo con los sueños. De adolescente garabateé los primeros versos intuitivamente, los “escondía”. La relación con los caminantes “linyeras”, despertó mi inquietud. Muchos miles de hombres y no pocas mujeres, familias enteras sin trabajo se trasladaban en los trenes de carga en épocas de zafrales, cientos caminaban junto a los rieles, largas distancias. Donde había hospitalidad, hacían noche, y mi gente siempre les tenía un lugar. Mi padre era hombre muy campero, gran jinete, buen domador y mis hermanos y yo lo teníamos como nuestro modelo, quizás ídolo, y así seguimos sus pasos.
Durante mi pasaje por la milicia conocí músicos excelentes, cantores, aspirantes a poetas y payadores, como yo. Para entonces publicaba versos en el periódico de mi pago, “La voz de Monte”. Tras los primeros ensayos camperos descriptivos, ya en serio, escribí “Primer día de clase”, bastante conocido; enseguida “Décimas al peón rural” con toda su carga de injusticia social; esto a los veintiún años. El paisaje aquí era bonito pero el paisaje sin el hombre, pierde su parte fundamental. Ya me le había atrevido al gran soneto e incluso en versos mayores escribí filosofando.
Mis hermanas, (sólo una que quedó con mamá), se habían marchado a trabajar en fábricas en la Capital, donde formaron sus familias. Los dueños de los campos mismos, sin aviso, los venden con nosotros adentro. Y hay que pelear una compensación para dejarlos y comprar algo cerca del pueblo.
Mi padre me hablaba de la magia de los payadores que había conocido. Yo lo oía, casi incrédulamente. En 1954 conocí a Martín Castro, uno de los más grandes poetas sociales de nuestra América, con su actitud libertaria incólume y su postura irreductiblemente insobornable. Y allí mi payador se sintió respaldado y se reafirmó en su concepción social humanista, opinante y combativa.
Él mismo [Martín Castro] en 1955 me invitó a su casa, donde escuché al más grande repentista que hasta ahora oí: Luis García Morel, de piel negra, enciclopédico, con toda su luz interior. Yo ya milongueaba discretamente y tímidamente solté mis pájaros juveniles que en aquel ambiente fueron muy bien recibidos. Muchas emisoras radiales del Uruguay entraban en aquella zona. Atrevidamente estaba convencido que podía alternar entre ellos. Una gira extensa junto a una embajada artística de estas tierras, me dio la oportunidad ansiada para cruzar el río ancho como mar (año 1958). En 1959, semana de turismo, fui contratado por los empresarios Riverón Lungo para participar en el Parque Central. Las inundaciones me conmovieron y solidariamente me quedé, anduve con los socorristas y conocí la idiosincrasia de la gente de este país.
En 1960 no vine, pero en su transcurso me codeé con todos los demás grandes de ambas márgenes. Martín Castro fue el hilo conductor, quizás el puente fraternal, por su prestigio. Contratado por Dalton Rosas Riolfo -1961- vengo a la cancha de Bella Vista. Aquí se origina la huelga de payadores entre los que estoy. Intentamos fundar “La casa del payador”, hubo gran apoyo popular pero el culto a la personalidad, el individualismo pudo más que la conciencia y uno a uno los colegas se fueron desprendiendo. Sólo Nepomuceno Fernández y yo no volvimos con el zar de las criollas. En esa época formamos nuestra familia con Reyna Mathías. Y con Carlos Molina formamos la dupla de payadores que con alguna intermitencia, marcó toda una época del canto social repentista”.


Felipe Luján Arellano muere como todos los hombres, los artistas, los peleadores de su estirpe: en una digna pobreza material, en el año 2005. Desde hace varios meses andaba por allí un proyecto de ley para que el Parlamento le concediera una pensión graciable para acompañar solidariamente sus últimos años. Pero también, como sucede muchas veces, este tipo de acciones de justicia y reconocimiento, llegará demasiado tarde. La burocracia centenaria de este sistema, fue más lenta que el destino.

(Fuentes consultadas: Varios sitios en Internet y poesía propia como introducción homenaje).

MONOGRAFÍA DE ÁLVARO CELEDONIO CASQUERO

Álvaro Celedonio Casquero, "el payador proletario", de Bernal
Álvaro Celedonio Casquero, "el payador proletario", de Bernal

MONOGRAFÍA DE ÁLVARO CELEDONIO CASQUERO

 “Quien se vence a sí mismo, es poderoso”. (Lao Tzé, filósofo chino).

Va por Álvaro Casquero,
el payador de Bernal,
proletario de arrabal,
procurador del obrero.
Un payadoril guerrero,
junto a Aldo Crubellier,
dio un ejemplo en defender
a la mies desposeída,
y así transitó su vida…
sin hijos y sin mujer.

El “payador proletario”
vivió como un “Juan sin casa”,
con mensualidad escasa
y un reticente salario.
Su poesía fue el pan diario,
plegaria al desposeído,
luego exhortó al excluido
y en esto yo pongo un tilde,
le dijo hasta al más humilde
que “no se dé por vencido”.

Su ideal era el trabajo
y animar lectura, estudio,
y en un brillante interludio
moral, “lomo”, lomo y cajo. ([1])
Para subir al de abajo
dio el “saber”, que catapulta
a una existencia culta
y lo aleja de la ruina,
produciendo en Argentina
la benéfica resulta.

El contenido social
del ínclito ([2]) payador,
lo presentó con amor
de La Pampa hasta Bernal.
El muy temperamental
reaccionaba ante lo inicuo,
esgrimiendo el muy conspicuo
mensaje de la justicia,
nunca quiso por malicia
transitar atajo oblicuo.

Hasta que un día su cruz
fue tan pesada, y Casquero,
un veintiuno de enero
decidió apagar su luz.
Tanto fuego en su testuz
lo empezó a quemar por dentro,
el núcleo de su epicentro
fue un sol que causó ceguera,
muchas veces lo de afuera
maquilla lo que hay adentro.

Quien vive por los demás
no se olvide de sí mismo,
no sea que tanto altruismo
lo obligue a tragar agraz. ([3])
Astuto es ser perspicaz
y no darse por rendido,
el fracaso de un partido
no es sucumbir en la lona,
capitula el que abandona
y se declara vencido.

Autor: Rubén Sada.




[1]) Cajo. En las artes gráficas, pestaña que forma el encuadernador en el lomo de un libro sobre las primeras y últimas hojas para que quepan los cartones de las tapas.
[2]) Ínclito. Ilustre, insigne, conocido, destacado. 
[3]Agraz. Agrio, desagradable. Zumo de la uva inmadura. 
________________________

PAYADOR ÁLVARO CELEDONIO CASQUERO

Álvaro Casquero fue un excelente cantor nacional. Nació en Alpachiri, Prov. de La Pampa el 4/11/1929. Desde 1937 se afincó en Bernal, Prov. Bs. Aires. Excelente cantor de tangos, abrazó su vocación confrontando con los más grandes de su tiempo. Fue tío del también músico Ricardo "El Negro" Bársena. Comenzó por el oficio de repartidor de hielo, luego como delegado del personal en una fábrica, hasta que triunfó como cantante en la especialidad de payador. Trabajó junto a los grandes personajes de la música lírica argentina como Aldo Crubellier, a quien conoció por intermedio de Martín Castro, y en varias audiciones radiales en Radio Mitre, y televisivas en “La puerpería de Mandinga”, programa emitido por Canal 9 y bajo la conducción de Julio Marbiz, además de espectáculos teatrales como “Vuelven los payadores” de Rubén Pesce y “Crónica de arrabal” de Tabaré de Paula. En la década del 60 trabajó en el programa “Los Jueves Doble”, por Canal 9, junto a Aldo Crubellier, Guillermito Fernández, Virulazo y Elvira, y el eximio guitarrista Oscar Alemán, bajo la conducción de Roberto Galán.​ 
(Foto derecha)> 

Roberto Galán y Alvaro Celedonio Casquero
Roberto Galán y Alvaro Celedonio Casquero




En 1966 publicó su único libro al que tituló significativamente “JUAN SIN CASA”, el cual contenía varios temas de alto contenido social.
Trece años le bastaron a Casquero para proyectarse como uno de los mejores payadores de la República Argentina. En ese lapso, que corre entre los años 1962 y 1975 logró singular eco por el talento de sus improvisaciones.






Álvaro Celedonio Casquero


Aunque secundario, desde un punto de vista estrictamente poético, Casquero abundaba en dones para la guitarra y el canto. Cuando asumió la poesía repentista tenía 32 años, y su guitarra ya había deletreado temas nativos y ciudadanos: su voz había transitado por el folclore y el tango. De ahí arrancaban, seguramente, los recursos vocales y musicales que contribuían a su mayor esplendor, pese a que aún sin esos dones adicionales, su lirismo se hubiera mantenido en pie.
Lo distinguía un verso cuidado, fiel a los dictados de un tema antes que el mero consonante. También lo distinguía una formulación de imágenes sin estridencias. El canto momentáneo evitaba el ripio, prescindía de frases hechas y de rimas previsibles. Era, en los raptos más inspirador, poesía y no versificación rutinaria. Pero el lirismo no era el único mérito que exhibía.
Activo sindicalista, se presentó desde sus inicios como "El payador proletario". Temperamental, muchas veces irritable, defendió con su canto la causa obrera (era empleado del gremio del vidrio). Se suicidó el 21 de enero de 1975, a los 45 años de edad, resultado de un profundo cuadro depresivo que venía llevando hacía un tiempo.


Discografía: “A los mártires del trabajo”. “Orgullo de payador”. “Sin cuartel”, milonga junto a Carlos Pérsico. “¿A qué has vuelto?” “A todos”, vals junto a Carlos Pérsico (Ver a continuación). “Adiós a mi pueblo”, zamba. “Paisaje”, milonga. “Cuidado con el tigre”, vals. “Güeyita de mi pena”. “Está de más”. “A un joven amigo”, vals.

“A TODOS” 
(Vals, de Celedonio Casquero y Carlos Pérsico)

A todos los que sufren del mundo la injusticia
y cargan en la vida la cruz de su dolor
les traigo humildemente con mis sencillos versos
un mensaje sincero de fraternal amor.

A todos esos parias sin pan y sin abrigo
que vagan pesarosos llorando su orfandad
les traigo en mis canciones los ecos libertarios
que habrá de escuchar un día toda la sociedad.

A todas las mujeres madres, novias, y esposas
que luchan y trabajan, cuidando del hogar,
les dedico mi canto con el franco cariño
del hijo y del hermano que siente y sabe amar.

A los trabajadores que se han envejecido
forjando la grandeza de toda la nación
con ansia los estrecho, hermanos en mil abrazos
como estreché a mi padre contra mi corazón.

A todos esos jóvenes que van desorientados
sin cultivar en su alma la flor de un ideal
yo quisiera pedirles que lean y se instruyan
que piensen, que trabajen, y eleven su moral.

A todos los hermanos que habitan esta tierra
les pido que en la dicha como en la adversidad
se ayuden mutuamente ligando sus ideas
con lazos de respeto y confraternidad.


__________________________________________
VER MONOGRAFÍAS DE OTROS PAYADORES:

MONOGRAFÍA DE ROBERTO AYRALA

19 de julio de 2017

EL POLAQUITO (Décimas, por Rubén Sada y Eduardo Miño)


EL POLAQUITO

(Rubén Sada)
Amigo mío, ¡salud!
Estimado Eduardo Miño,
lo invito con este guiño
a demostrar su virtud.
Provoquemos un alud
de fantástica poesía,
que la opinión sea guía
y dé luz a este problema:
“el polaquito” es el tema
que me inquieta en este día.

(Eduardo Miño)
Le voy a dar mi opinión
ya que me he puesto al tanto,
por eso es que le adelanto
al ver la televisión.
Ha de ser la situación
que por creerse varoniles,
delincuentes juveniles
a sus víctimas maltratan,
las roban, violan y matan
mas, no llegan a seniles.

(Rubén Sada)
Es verdad y le diré:
No hay chorro que llegue a viejo,
cada niño es el espejo
de lo que su padre fue.
El ejemplo que le dé
cada patriarca a su niño,
la educación y el cariño
marcan buenos atributos
y producen buenos frutos,
estimado amigo Miño.

(Eduardo Miño)
Lo que más me hace pensar
de este delincuentito
apodado el “Polaquito”
es cómo lo han de encausar.
No lo pueden apresar
y viene atemorizando,
algo allí está tambaleando:
más jóvenes los delincuentes,
más sectores obsecuentes
y la justicia fallando.

(Rubén Sada)
Amparan al delincuente
hoy los derechos humanos,
mientras sus sangrantes manos
asesinan a inocentes.
Con violencia omnipotente
roban, saquean y violan,
hasta a colegios asolan
sin la mínima piedad,
el pendón de la crueldad
con sus armas enarbolan.

(Eduardo Miño)
No podemos ser culpables,
aunque sea joven de edad,
su alta peligrosidad
los hace muy vulnerables.
Si son irrecuperables
y no se pueden curar,
los queremos contemplar
con todos los criminales,
castigarlos como iguales
con la justicia ejemplar.

(Rubén Sada)
La justicia no es justicia
si el respeto es cosa musga,
si al menor no se lo juzga
por su conducta impudicia.
Si el pibe tiene malicia
y su mano estuvo armada,
si no es su existencia honrada
y causa muchos desmadres,
la educación de sus padres
no se reemplaza por nada.

(Eduardo Miño)
¿Qué le pasa a la justicia?
Cosas que no quiere ver,
que nos dejan entrever
tanto poder y codicia.
Tapa de tanta inmundicia
de quien debe legislar,
a delincuentes aislar,
sean grandes o sean chicos,
sean pobres o sean ricos,
por sabernos resguardar.

(Rubén Sada)
Si hubiera sido poesía
el ejemplo de su tata,
no el arma con que se mata
de noche en la calle fría…
habrían puesto su energía
en enseñarles valores,
a ser poetas y cultores
y en artísticos caminos,
en vez de criar asesinos
habrían criado payadores.

(Eduardo Miño)
Lo que usted dice lo asiento:
mejor matar la ignorancia
con libros, desde la infancia,
por eso, pongo el acento:
¡El libro, buen armamento!
Si es de poesía, mejor.
Cambia la vida el color
¡que en desgracia, lamentarlos
y tener que encarcelarlos
por justicia sin valor.

(Rubén Sada)
Dosis de libros y escuela,
de arte, deporte y pupitre,
los protegerán del buitre
del delito que flagela.
A mí el alma se me hiela
cuando veo al malandraje
y aquí adhiero a su mensaje:
hay que enseñar y educar
para el delito evitar
en carcelario paisaje.

(Eduardo Miño)
¿Qué haremos para creer
que no todo está perdido,
y no sentirnos rendidos?
La fe habrá que proteger.
Buenos ejemplos proveer,
que sean como bendiciones
para las generaciones
sin delincuencia vivir,
viendo a la patria parir
rapsodas a las naciones.

(Rubén Sada)
Poniendo este corolario
nos despedimos aquí...

(Eduardo Miño)
Fue hermoso lo que aprendí
con tan buen vocabulario.

(Rubén Sada)
Sería extraordinario
educar y dar cariño…

(Eduardo Miño)
De voluntario me tiño
y lo abrazo en la enramada…

(Rubén Sada)
Lo saluda Rubén Sada
con afecto, Eduardo Miño.

Autores: Rubén Sada y Eduardo Miño 

Con tu visita yo vibro./ Tu regalo apreciaré,/y te obsequiaré mi libro/ si me invitas un café.

Invitame un café en cafecito.app